Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento (Hechos 28:30-31).

Estos dos últimos versículos del libro de los Hechos nos dicen que Pablo finalmente llegó a Roma. El libro termina con Pablo esperando que su caso sea escuchado por el César. Pablo permaneció dos años esperando en Roma, y esto fue después de pasar más de dos años en Cesarea esperando que se resolviera su caso (Hechos 24:27). Las largas demoras en el sistema legal no son nada nuevo.

Pablo eventualmente tuvo su comparecencia ante el César Nerón. Es totalmente razonable creer que le proclamó el evangelio con valentía y poder, como Dios había prometido que lo haría (Hechos 9:15 y 23:11).

La historia sin fin

Hasta su juicio ante el César, Pablo vivió en una casa alquilada. Es posible que en esos años Pablo siguiera trabajando como fabricante de tiendas (peletero) para pagar el alquiler de su casa (como en Hechos 18:1-2 y 20:33-35). Pablo siempre fue un hombre muy trabajador, pero aun así se tomaba tiempo para la gente y recibía a todos los que a él venían.

Principalmente, Pablo aprovechó estos años predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo. Aunque Pablo no podía viajar, podía enseñar y predicar a todos los que venían a él (y así lo hizo). También escribió cartas; tenemos que agradecer estos dos años de custodia romana por las cartas a los Efesios, a los Filipenses y a los Colosenses.

Estos dos años no fueron desperdiciados, Dios no desperdició el tiempo de Pablo en Roma. Dios nunca desperdicia nuestro tiempo, aunque nosotros podamos desperdiciarlo por no percibir el propósito de Dios en su momento.

Pablo hizo esto abiertamente y sin impedimento. Esto lleva la idea de no tener ningún obstáculo. Las cadenas y la custodia de Pablo realmente no significaban nada. La Palabra de Dios no tenía obstáculos. Cuando Pablo llegó a Roma, el mar, los soldados y la serpiente amenazaron su vida. Pero Dios lo libró de todos ellos. A través de Pablo, Dios muestra que el hombre de Dios, cuando está cumpliendo la voluntad de Dios, no puede ser detenido, aunque toda clase de dificultades se interpongan en el camino. Finalmente, incluso la incredulidad de algunos de los judíos -o el rechazo de cualquier otra persona a Jesús- no será un obstáculo para el evangelio. El evangelio avanzará y encontrará a los que quieran creer.

Al final de todo, la historia no tiene fin, porque la historia de la iglesia continúa con esta historia a lo largo de los siglos. Confiando en Jesús, confiando en el poder del Espíritu Santo y en la guía del Padre, la Palabra de Dios continuará extendiéndose sin obstáculos y seguirá cambiando vidas para la gloria de Dios. El libro de los Hechos es realmente una historia sin fin.

Dios no ha terminado de escribir tu historia. Si permaneces en Él, ¡los mejores capítulos están por venir!