Sin temor, imparable

Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. (Hechos 4:3-4)

Los líderes religiosos de Jerusalén estaban enojados. Pedro, Juan, los demás apóstoles y discípulos no dejaban de contar las buenas nuevas de Jesús el Mesías. Hablaban sobre quién era Jesús y lo que hizo por nosotros, especialmente el llevar nuestros pecados en la cruz y en Su resurrección.

Unafraid, Unstoppable

 Los apóstoles y discípulos no paraban, por lo que los líderes religiosos intentaron detenerlos. La policía del templo se unió a los sacerdotes y a los líderes de la clase dirigente (los saduceos) para arrestar repentinamente a Pedro y a Juan.

Después del arresto, los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente. Normalmente, esta sería una experiencia intimidante para Pedro y Juan, ¡o para cualquiera! Fueron arrestados repentinamente por funcionarios enojados. Fueron manejados con rudeza (les echaron mano) y amenazados (Hechos 4:21 insinúa esto). Finalmente, fueron encarcelados. Toda la atmósfera estaba destinada a asustarlos.

 Hechos 4:21 incluso menciona más amenazas. Si hubo más amenazas, debe haber habido amenazas anteriores. Deben haber dicho cosas como: “Si siguen predicando, los arrestaremos y los golpearemos”. “Si siguen predicando, dañaremos a sus familias”. “Recuerden lo que le hicimos a Jesús“.

Desde el punto de vista externo, el cristianismo – el movimiento de los seguidores de Jesús –  era muy débil en esta etapa temprana.

– Eran pocos en número.
– No tenían experiencia en liderazgo.
– Se les ordenaba que no se defendieran; no eran combativos…
– Se oponían a instituciones que habían existido durante cientos de años.

Mire a todos los que estaban en contra de estos seguidores de Jesús en Hechos 4. Estaban los sacerdotes y los saduceos (Hechos 4: 1); había gobernantes, ancianos y escribas (Hechos 4: 5); había otros de la familia del sumo sacerdote (Hechos 4: 6). También había personas como el jefe de la guardia del templo (Hechos 4: 1), el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan y Alejandro (mencionados en Hechos 4: 6).

Era una situación aterradora e intimidante. Quizás el cristianismo sería aplastado desde el principio.

 No sucedió así. En cambio, el número de los varones era como cinco mil: A pesar de la oposición que venía contra los cristianos y el evangelio de Jesús que predicaban, el número de cristianos siguió aumentando, aumentando a 5,000 desde los 3,000 en el último recuento (Hechos 2:41). La oposición no frenó a la iglesia en lo absoluto. Los juegos de poder, las amenazas y la intimidación no funcionaron. Más personas comenzaron a seguir a Jesús, no menos.

Cuando sintamos que las libertades cristianas son atacadas, debemos hacer todo lo que podamos (que honre a Dios) para proteger esas libertades. Sin embargo, nunca debemos hacerlo con un espíritu de miedo. La iglesia de Dios puede florecer y florecerá sin importar lo que las puertas del infierno traigan contra nosotros. Usted puede permanecer sin temor porque tiene un Salvador imparable.

frightening, intimidating situation. Maybe Christianity would be crushed at the very beginning.

It didn’t work out that way. Instead, the number of the men came to be about five thousand: Despite the opposition coming against Christians and the gospel of Jesus they preached, the number of Christians kept increasing, growing to 5,000 from 3,000 at last count (Acts 2:41). Opposition did not slow the church down at all. The power plays, threats, and intimidation didn’t work. More people started following Jesus, not less.

When we feel that Christian freedoms are attacked, we should do every God-honoring thing we can to protect those freedoms. Yet, we should never do it from a spirit of fear. God’s church can and will flourish no matter what the gates of hell bring against us. You can be unafraid because you have an unstoppable Savior.

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Fair Warning

Justa advertencia

Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. (Hechos 3:22-23)

 Una multitud emocionada se reunió en el monte del templo en Jerusalén, porque un mendigo conocido fue sanado milagrosamente de sus piernas paralizadas. Mientras el hombre que antes era cojo caminaba, saltaba y alababa a Dios, la gente corría para ver la razón de la emoción. Pedro aprovechó esta oportunidad para predicar a la multitud, y su sermón tuvo muchas partes notables:

Fair Warning

Pedro atrajo su atención:Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? (Hechos 3:12)
Pedro le dio la gloria a Dios:¿O por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? (Hechos 3:12)
Pedro predicó a Jesús: Su hijo Jesús (Hechos 3:13)
Pedro les habló sobre su pecado: A quien vosotros entregasteis y negasteis (Hechos 3:13)
Pedro predicó al Cristo crucificado: Matasteis al Autor de la vida (Hechos 3:14)
Pedro predicó la resurrección: A quien Dios ha resucitado de los muertos (Hechos 3:15)
Pedro predicó sobre la continua obra de Jesús: Su nombre ha dado a éste esta completa sanidad (Hechos 3:16)
Pedro predicó el cumplimiento en Jesús de la profecía del Antiguo Testamento: Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer (Hechos 3:18)
Pedro predicó arrepentimiento: Así que, arrepentíos y convertíos (Hechos 3:19)

Después de todo eso, Pedro señaló una profecía específica, dicha por Moisés en Deuteronomio 18:15 y 18: 18-19. La profecía era que Dios enviaría un Profeta como Moisés, y si no escuchaban a aquel Profeta, serían desarraigados del pueblo.

Era importante para ellos escuchar que el Profeta predicho por Moisés era de hecho el Mesías, cumplido en Jesucristo. Algunos en aquel entonces pensaban que podría ser alguien diferente al Mesías, pero Pedro dejó en claro que son uno y el mismo.

 Pedro también les dio una fuerte advertencia:  toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada. Supongo que algunas personas acusarían a Pedro de ser un predicador del “fuego del infierno y condenación”. Pedro les dijo: “Si rechazan al Mesías Jesús,  el profeta Moisés predijo: no hay esperanza eterna para ustedes, serán desarraigados”.

 En cierto sentido, esto se cumplió en menos de 40 años cuando Jerusalén y el templo fueron destruidos. Pero estas palabras inspiradas de Pedro no se referían principalmente a edificios o ciudades, sino a toda alma.

Es un pensamiento impopular y aleccionador, pero el amor por toda alma nos obliga a decirlo: todos los que rechazan a Jesús, que no quieran escucharlo, serán desarraigados, y por completo. Pedro amaba a sus oyentes lo suficiente como para darles una justa advertencia sobre una verdad desagradable. Que Dios nos dé el mismo amor y valentía.

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Times of Refreshing

Tiempos de refrigerio

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado (Hechos 3:19-20)

Como hizo en su primer sermón (Hechos 2:38), Pedro pidió a sus oyentes que se arrepintieran. Les dijo que cambiaran sus pensamientos y acciones. En los versículos anteriores, Pedro les habló directamente sobre su pecado, pero no quería solo hacerlos sentir mal. Ese no era su objetivo. El objetivo era animarlos a arrepentirse y creer.

Times of Refreshing

Es bueno recordar que el arrepentimiento no describe el estar arrepentido, sino el acto de cambiar de dirección. Y como la usó antes en Hechos 2,  Pedro aquí también hizo del arrepentimiento una palabra de esperanza. Les dijo que habían hecho mal; pero que podían cambiar de dirección y estar bien con Dios.

No era solo un llamado a que se arrepintieran, sino también a que se convirtieran: Pedro conocía  la necesidad de la conversión, de la obra de Dios de darnos nueva vida. Ser cristiano no es “hacer borrón y cuenta nueva”, es ser una nueva creación en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17).

 Un escritor dice que convertirse se traduce mejor como “volverse a Dios” o, mejor aún, “huir a Dios”. Esto se conecta con la imagen de las ciudades de refugio en el Antiguo Testamento: corremos hacia Jesús como nuestro lugar de refugio.

 Pedro pasó a describir dos beneficios del arrepentimiento y la conversión. Primero, para que sean borrados vuestros pecados: Este fue el primer beneficio del arrepentimiento que Pedro les presentó. Al que se arrepiente y se convierte se le perdonan sus pecados, y el registro mismo es borrado.

Estos pecados son borrados. Esto lleva la idea de limpiar la tinta de un documento. La tinta en el mundo antiguo no tenía contenido de ácido y no “mordía” el papel. Casi siempre se podía limpiar con un paño húmedo. Pedro dijo que Dios borraría nuestro registro de pecado de esta manera.

El segundo beneficio de arrepentirse y volverse a Dios era que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Al hablar de “tiempos de refrigerio”, Pedro se refería al tiempo en que Jesús regresará y gobernará con justicia. Los  tiempos de refrigerio definitivos se cumplirán cuando Jesucristo regrese en gloria. En un sentido menor (aunque glorioso), Dios envía tiempos de refrigerio a su pueblo hoy. Debemos orar a Dios por esto y creerle que enviará temporadas de avivamiento y refrigerio.

Toda persona sensata quiere que sus pecados sean borrados. Toda persona cansada quiere que Dios le envíetiempos de refrigerio que vengan de la presencia del Señor. Si usted se ha arrepentido y se ha convertido, pídale a Dios la verdadera posesión experiencial de estos, con la confianza de que este es su derecho de nacimiento como hijo de Dios. Usted puede hablar con Dios sobre esto hoy.

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In Jesus Name

En el nombre de Jesús

Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. (Hechos 3:16)

Mientras Pedro predicaba a la multitud emocionada, sintió que tenía que explicarles cómo fue realmentesanado el hombre. Después de todo, este era un hombre que probablemente era un mendigo muy conocido en los patios del templo. No sabemos si era del agrado de todos, pero después de mendigar en el mismo lugar durante muchos años, probablemente era muy conocido. Cuando alguien que no podía caminar, ahora caminaba, saltaba y alababa a Dios (Hechos 3: 8), esto demandaba una explicación.

In Jesus Name

Pedro les dijo cómo fue sanado el hombre – en el nombre de Jesús: Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre. Pedro dijo que fue en el nombre de Jesús que este hombre fue sanado. Jesús era la razón por la que podía caminar, saltar y alabar a Dios.

Decir, por la fe en su nombre significa más que el que Pedro haya dicho las palabras “en el nombre de Jesús”. Mucha gente tiene la costumbre de terminar su oración con las palabras “en el nombre de Jesús”. Esto se basa en la promesa que Jesús hizo registrada en Juan14:13-14:Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Pero hacer algo “en el nombre de Jesús” significa mucho más que solo decir esas palabras al final de nuestra oración. Para Pedro, significaba que lo había hecho conscientemente (Hechos 3: 1-7) con la autoridad y el poder de Jesús, no con la autoridad y el poder de Pedro. De hecho, Pedro ni siquiera se atribuiría el mérito de la fe que se ejerció en la sanación (y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros).

En el pensamiento bíblico, un nombre no solo es algo que llamas a alguien. El nombre puede expresar la naturaleza o el carácter de una persona. En cierto sentido, el poder de una persona está presente en su nombre y su carácter está disponible en el nombre de la persona.

Pedro insistió en que este milagro fue hecho por la fe en su nombre. Este debería ser un modelo para nosotros en nuestra vida para Dios. Cuando nosotros, como pueblo de Dios, realmente hacemos el bien en este mundo, debemos hacerlo por la fe en su nombre. Siempre estamos tentados a hacer las cosas confiando en algo o en alguien más.

– A menudo confiamos en las buenas intenciones.
– A menudo confiamos en talentos y dones.
– A menudo confiamos en los recursos materiales.
– A menudo confiamos en la reputación y el éxito anterior.
– A menudo confiamos en el trabajo duro o en el trabajo inteligente.

En cambio, siempre debemos confiar y hacer el bien por la fe en su nombre.

Hoy, haga usted una elección: vivir y hacer el bien en el nombre de Jesús, no en el suyo propio.

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Prince of Life

El Autor de la vida

Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. (Hechos 3:14-15)

Vemos muchas cosas notables en estos dos versículos del sermón de Pedro a la multitud emocionada en los patios del templo.

Vemos que Pedro reconoció a Jesús como Dios. Cuando Pedro se refirió a Jesús como Santo, fue una forma de exaltar a Jesús como Dios. El término Santo se usa más de 40 veces en el antiguo testamento como título glorioso y honrado para Yahveh, el Dios del pacto de Israel.

Prince of Life

Vemos que Pedro habló con valentía a sus oidores de su pecado. Pedro les dijo que habían rechazado a Jesús, y pedisteis que se os diese un homicida. Una de las ironías de la crucifixión de Jesús es que mientras la multitud rechazó a Jesús, recibieron a un criminal y asesino llamado Barrabás (Lucas 23:12-25, Juan 18:39-40). Pedro confrontó a esta audiencia con valentía.

Vemos que Pedro predicó de una manera personal. En este sermón (Hechos 3:12-26), usó la palabra vosotros y se refirió a ellos al menos 11 veces. Quería que su mensaje llegara al corazón de cada persona de una manera personal y no temía hablar directamente a todos.

Vemos que Pedro sabía que Jesús era el Autor de la vida. ¡Qué título tan maravilloso para nuestro Salvador! Solo Jesús recibe este título glorioso. Significa que Jesús mismo es la autoridad, el gobernante, sobre toda la vida.

Es una verdad maravillosa que debemos proclamar: Jesucristo es el Autor de la vida. Esto es verdad porque Jesús tiene vida como nadie más la tiene; nadie podía quitarle la vida; Él tuvo que rendirla (Juan 10:17-18). Esto es verdad porque Jesús ganó vida para su pueblo; no solo para Él mismo, sino también para su pueblo. Esto es verdad porque Jesús da vida en abundancia, el Autor de la vida puede dar vida. Esto es verdad porque Jesús sostiene nuestra vida y gobierna la vida. ¡En todo sentido, Jesús es el Autor de la vida!

Considera la dura verdad con la que Pedro confrontó a sus oyentes: ellos mataron al Autor de la vida. En un aspecto, esto es un ultraje: matando a Aquel que es el autor y gobernante de la vida misma. Por otro lado, es una imposibilidad, porque ¿qué le puede hacer la muerte al Autor de la vida? Aquel que gobierna la vida nunca puede ser perjudicado por la muerte. El intento del hombre de matar a Jesús fue tanto un terrible pecado como una imposibilidad tonta, porque Jesús es Aquel a quien Dios ha resucitado de los muertos.

Por supuesto, el Autor de la vida no podía permanecer en la tumba, y los apóstoles fueron testigos del hecho de su resurrección.

Los testigos comprueban el hecho: Jesús es el Autor de la vida. ¿Es Él el autor y monarca sobre tu vida?

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His Servant Jesus

Su Hijo Jesús

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerlo en libertad. (Hechos 3:13)

Mientras Pedro predicaba a la multitud emocionada, comenzó conectando dos pensamientos. Primero, habló del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Con esto, Pedro les habló claramente sobre el Dios de Israel, descrito en las Escrituras hebreas. Luego, Pedro conectó una segunda idea: este mismo Dios tenía un gran Mesías, a quien Pedro llamó su Hijo Jesús.

His Servant Jesus

– Admiramos el enfoque que Pedro tuvo en Jesús. La grandeza del sermón de Pedro era que se trataba completamente de Jesús, no de Pedro o de algo que había hecho, sino de Jesús.

– Admiramos que Pedro se refirió a Jesús con un título glorioso: Hijo de Dios. Otras versiones usan la palabra Siervo. La primer cosa que dijo Pedro en su sermón llamó la atención a la idea de que Jesús era el Hijo y Siervo perfecto del Señor, Aquel de quien se habla en pasajes como Isaías 42 y 52:13-53:12.

– Admiramos este título maravilloso de Jesús: Hijo.

Jesús, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, es una persona de infinita maravilla y gloria. Juan 21:25 nos dice que “hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”. Con tanto bueno que decir sobre Jesús, si tuvieras que empezar tu descripción de Él con una palabra, ¿cuál escogerías? Aquí en Hechos 3, Pedro escogió la palabra Hijo o Siervo.

Jesús sirvió en su vida y sirvió en su muerte. Jesús dijo en Marcos 10:45: porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

Pedro puso audazmente la culpa de la muerte de Jesús donde pertenecía. Pilato, el gobernador romano, había resuelto ponerlo en libertad, pero la gente judía insistió en crucificarlo (véase Juan 18:29-19:16).

Esto no significa que solo el pueblo judío de ese día fue responsable de la muerte de Jesús. Los romanos –gentiles– también fueron responsables. Los romanos no hubieran crucificado a Jesús sin la presión de los líderes judíos, y los judíos no hubieran podido crucificar a Jesús sin la asociación romana. Dios se aseguró que tanto los judíos como los gentiles compartieran la culpa de la muerte de Jesús. En verdad, no fueron las intrigas políticas o las circunstancias las que pusieron a Jesús en la cruz; fue nuestro pecado. Si quieres saber quién puso a Jesús en la cruz, mírame a mi o mírate a ti mismo en el espejo.

Nota también el contraste. En la estimación de Dios, Jesús es el Siervo exaltado, prometido siglos antes en las Escrituras hebreas. En la estimación del hombre, Jesús solo es digno de ser entregado y negado (entregasteis y negasteis), torturado y crucificado.

Tu, ¿cómo estimas a Jesús? Considéralo hoy como el Hijo y Siervo glorioso de Dios, el que sirve a la humanidad al dar su vida, y recibe hoy el servicio de su Hijo.

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Better Than a Testimony

Mejor que un testimonio

Mientras el cojo que había sido sanado tenía asidos a Pedro y a Juan, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón. Al ver esto Pedro, habló al pueblo: «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a éste? (Hechos 3:11-12)

Un hombre había sido sanado espectacularmente en el lugar más publico de Jerusalén, y pronto se reunió una multitud. El cojo que había sido sanado tenía asidos a Pedro y a Juan, pero no porque no se podía parar solo. Después de todo, ¡había sido sanado! Tal vez se aferró a ellos por gratitud o por miedo y sorpresa. Cuando todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos, el hombre que antes era cojo probablemente no sabía qué pasaría después.

Better Than a Testimony

Pero Pedro sabía. Al ver esto Pedro, habló al pueblo. Pedro se aprovechó de tener la multitud reunida. Sin embargo, sabía que el milagro en sí no había atraído a nadie a Jesús, simplemente había despertado interés. Aunque el pueblo estaba atónito, todavía no habían confiado en Jesucristo.

Este podría haber sido un buen momento para un servicio de sanación. Ya que un hombre cojo había sido sanado, Pedro podría haber dicho: “¿Quién más quiere la sanación de Jesús?” Pero Pedro no dirigió un servicio de sanación.

Pudo haber sido un buen momento para un servicio de testimonio, porque el hombre sanado ciertamente tuvo una gran experiencia. Los testimonios son maravillosos, pero incluso un testimonio asombroso no es en sí mismo el evangelio, las buenas nuevas de la salvación de Dios en Jesucristo. Las buenas nuevas son el mensaje de Dios sobre quién es Jesús y lo que hizo para rescatarnos, especialmente lo que hizo en la cruz y la tumba vacía. Un testimonio es la historia de la obra del evangelio, no el evangelio en sí. Pedro no dirigió un servicio de testimonios.

Pedro sabía que la multitud necesitaba escuchar el evangelio de Cristo Jesús y necesitaba un llamamiento al arrepentimiento y la fe. Dado que el hombre sanado aún no sabía lo suficiente para compartir el evangelio, Pedro fue el que habló.

Pedro negó que la sanidad se debiera a su poder o piedad. Muchos evangelistas o predicadores hoy en día que nunca declararían sanar por su propio poder todavía dan la impresión de que la sanidad ocurre porque ellos son tan espirituales o muy piadosos. Pedro sabía que todo era de Jesús y nada de él.

Pedro sabía que la fe que salva no viene al ver u oír de milagros, sino que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10:17). Tu testimonio es maravilloso, alabado sea Dios por ello. Las obras de poder de Dios son maravillosas y las celebramos. Pero dejemos que la palabra de Dios y las buenas nuevas de Cristo Jesús sean el centro de nuestro mensaje a un mundo perdido y necesitado.

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More Important than Money

Más importante que el dinero

Pero Pedro dijo: —No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. (Hechos 3:6)

“¿Puedes darme algo de cambio?”

“Lo siento, no tengo”.

Al preguntan por monedas, los mendigos están acostumbrados a escuchar: “Lo siento, no tengo”.

More Important than Money

Pedro miró a un mendigo que esperaba que la gente que iba al templo, al ver que era cojo, fuera generoso con él. Con la esperanza de recibir algunas monedas de Pedro, el hombre cojo escuchó las malas noticias: “No tengo dinero”.

Pedro lo dijo de esta manera: No tengo plata ni oro. Pedro no tenía dinero pero tenía la autoridad de Jesús para sanar a los enfermos (pero lo que tengo te doy). Jesús lo había entrenado para sanar a otros (como en Lucas 9:1-6). 

Para algunas personas, decir “No tengo plata ni oro” es lo peor que podrían decir. Piensan que la iglesia está en ruinas si debe decir “No tengo plata ni oro”. Pero es mucho peor si la iglesia nunca tiene el poder espiritual para decir: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.

Existe una historia, tal vez cierta, de un monje humilde que caminaba con un cardenal católico romano durante un tiempo de la Edad Media cuando la iglesia católica romana estaba en su apogeo de poder, prestigio y riqueza. El cardinal señaló el opulento entorno y con satisfacción le dijo al monje: “Ya no tenemos que decir, No tengo plata ni oro”. El monje le respondió: “Pero tampoco puedes decir, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.

Cuando Pedro y Juan no le dieron dinero, es posible que hubiéramos escuchado al hombre cojo quejarse: “No te importo. No me apoyas. Mira el lío en el que estoy”. Pero Pedro y Juan querían algo más que solo apoyar al hombre en su condición actual. Querían transformar su vida por el poder de Jesucristo resucitado.

Pedro tenía algo que dar. Él dijo: lo que tengo te doy. Pedro le dio algo del poder de Jesús al hombre cojo, pero no lo podría dar a menos que lo tuviera en su propia vida. Muchas personas desean poder decir “levántate y anda” sin haber recibido el poder de Jesús para transformar sus propias vidas.

De manera significativa, Pedro hizo esto en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Como Nazaret no era de mucha importancia, algunas personas pensaban que era un insulto enfatizar que Jesús vino de ahí. No encajaba con una imagen de éxito. 

A Pedro no le importaba, porque tenía algo más grande que una imagen exitosa. Algo mayor que el dinero. Pedro tenía el poder de Jesús en su vida.

¿Tienes este poder tú?

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Expecting to Receive

Esperando recibir

Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: -Míranos-. Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo. (Hechos 3:4-5)

Pedro y Juan subieron al templo pero no para hacer un sacrificio, porque sabían todo lo que se había cumplido en la obra perfecta de Cristo Jesús en la cruz. En cambio, fueron durante la hora de oración (Hechos 3:1). Aparentemente, Pedro y Juan no vieron ningún problema en continuar con su costumbre judía de orar a ciertas horas del día.

Expecting to Receive

Al acercarse Pedro y Juan al templo, se encontraron con una vista familiar: un mendigo sentado en el mismo lugar, pidiendo limosna de quienes llegaban o salían de los patios del templo. Probablemente habían visto este mismo hombre muchas veces, pero esta vez el Espíritu Santo le incitó a Pedro a hacer algo diferente.

Primero, Pedro y Juan miraron al hombre cojo (fijando en él los ojos). El hombre probablemente se alegró cuando vio que lo miraron con tanta atención. La mayoría de la gente que quiere ignorar a los mendigos se asegura de no verlos a los ojos. Cuando los apóstoles miraron al hombre cojo con tanta atención, probablemente pensó que le esperaba un gran regalo.

Es por eso que el hombre cojo los miró atento, esperando recibir de ellos algo. Desde su lugar en el suelo, el hombre devolvió la mirada a Pedro y Juan; tal vez extendió su mano o una vasija para recibir dinero.

¡Esto estuvo bien! El hombre cojo hizo lo correcto al esperar recibir de ellos algo. Su expectativa era la simple creencia de que recibiría algo.

Muchas personas aún no han llegado al lugar donde realmente esperan recibir algo de Dios. Esta es la fe, simple y llanamente. Por supuesto, nuestra expectativa debe basarse en las promesas de Dios. No podemos esperar que Dios cumpla todos nuestros sueños y deseos.

Sin embargo, cuando nuestras expectativas están basadas en las promesas de Dios, podemos acudir a Él esperando recibir de Él algo.

El hombre cojo de Hechos 3 esperaba recibir algo y hubiera estado satisfecho con unas pocas monedas. Pero ese día Dios tenía algo mucho mejor para este hombre de lo que él esperaba recibir. Él hubiera estado satisfecho con mucho menos de lo que Jesús quería darle. Trabajando a través de Pedro y Juan, Jesús quería sanar al hombre de la causa de su problema y pobreza.

Tu tienes el gran privilegio de comenzar un año nuevo lleno de fe, lleno de expectativa de lo que Dios irá a hacer. Solo presta atención a las promesas de Dios para que puedas esperar las cosas correctas de Él. A menudo nos conformamos con mucho menos de lo que Dios nos quiere dar, y nuestras expectativas bajas nos roban. Prepárate para comenzar un año nuevo lleno de fe.

 

God With Him, God With Us

Dios con Él, Dios con nosotros

cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10:38)

La historia de Navidad está escrita en toda la Biblia. Conocemos los pasajes en las Escrituras que normalmente asociamos con la Navidad, como Lucas 2, Mateo 1 y Isaías 7 y 9. Si abrimos nuestros ojos, podemos ver la Navidad en casi todas partes.

God With Him, God With Us

Creo que podemos ver la Navidad en Hechos 10:38. En Hechos 10, Pedro viajó a Cesarea para responder a la investigación de un romano militar llamado Cornelio. El centurión Cornelio era un gentil, pero honró al Dios de Israel, y fue contado entre un grupo de gentiles conocidos como “Temerosos de Dios”. Dios habló con Cornelio y le dijo que mandara por Pedro para que el apóstol le contara las buenas nuevas, y Pedro vino.

Cuando Pedro explicó la vida y obra de Jesús a Cornelio y sus asociados, usó la frase registrada por Lucas: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hechos 10:38).

Lo que Pedro dijo era cierto: Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús, comenzando (humanamente hablando) cuando por un milagro Jesús fue concebido en el vientre virgen de María. Mateo 1:18 dice que se halló que había concebido del Espíritu Santo. Humanamente hablando, la obra del Espíritu Santo comenzó cuando Jesús fue concebido en María cuando ella estaba en Nazaret.

Pedro también dijo que Jesús fue ungido con poder. Este poder fue evidente en la primera Navidad. Pensamos que no hay nada menos poderoso que un bebé recién nacido, y en este sentido, Jesús eligió venir de una manera que comparta nuestra debilidad. Sin embargo, incluso cuando era un bebé, Jesucristo tuvo el poder suficiente para atraer anuncios angelicales y la proclamación gozosa de los pastores.

Como dijo Pedro, en la vida y ministerio de Jesús, Él anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo. Jesús hizo esto en Su asociación radical con la humanidad enferma y oprimida. Jesús mismo nunca pecó de ninguna manera, pero vino como un hombre entre la humanidad herida, y eso quedó claro por la forma en que vino en todas las circunstancias que rodearon Su nacimiento en Belén.

Pedro también dijo algo maravilloso de Jesús: que Dios estaba con él. En conexión con la Navidad, no podemos escuchar esa frase sin pensar en la promesa de Isaías 7:14, que el Mesías nacería de una virgen y le pondrían por nombre Emanuel –“Dios con nosotros”–. Dios estaba con él y la venida de Jesús comprueba que Dios también está con nosotros.

¡Alégrate hoy, pues Aquel con el que Dios estaba también es con nosotros!

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