Deuteronomio 17 – Leyes referentes a los gobernantes de Israel
A. Leyes sobre la justicia y los tribunales
1. (1-5) Ofensas religiosas
No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios. Cuando se hallare en medio de ti, en alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da, hombre o mujer que haya hecho mal ante los ojos de Jehová tu Dios traspasando su pacto, que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del cielo, lo cual yo he prohibido; y te fuere dado aviso, y después que oyeres y hubieres indagado bien, la cosa pareciere de verdad cierta, que tal abominación ha sido hecha en Israel; entonces sacarás a tus puertas al hombre o a la mujer que hubiere hecho esta mala cosa, sea hombre o mujer, y los apedrearás, y así morirán.
a. No: Esta sección, al igual que Éxodo 21-23, tiene la intención de dar instrucciones a los jueces de Israel sobre cómo administrar justicia para la nación. Es la jurisprudencia, sobre la cual se pueden entender los precedentes legales para casos futuros.
i. Esta sección del segundo sermón de Moisés en Deuteronomio (4:44-26:19) comienza en el capítulo 16 verso 18 con instrucciones generales para los jueces. Luego, en el verso 21, se abordan temas de adoración y sacrificio. El capítulo 17 continúa con las instrucciones para los jueces con respecto a los sacrificios y la adoración.
b. En el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios: Dios ordenó que nadie puede traerle un sacrificio en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios. Él no reconocía la entrega de artículos desechados o sin valor como un verdadero sacrificio. Tenemos la tendencia de querer darle a Dios siempre lo segundo, si no lo tercero, o lo cuarto. Pero Dios no aceptará tal sacrificio.
i. Israel no siempre cumplió con este estándar: «Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos» (Malaquías 1:8).
ii. David ilustró poderosamente la idea detrás de este mandamiento cuando se negó a aceptar como regalo la era de Arauna, la cual iba a dar a Jehová como lugar para construir el templo. David dijo: «No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata» (2 Samuel 24:24). David entendía que si no costaba algo, no era un sacrificio.
c. Quien hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ello: Los jueces también tienen la orden de asegurarse de que cualquiera que haya caído en la idolatría sea investigado (indagado bien) y, si se le encuentra culpable, sea ejecutado.
2. (6-7) El estándar de la evidencia en crímenes capitales
Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo. La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.
a. Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir: Los jueces de Israel debían mantener el estándar de que una sentencia de muerte por cualquier crimen debía basarse en pruebas de al menos dos fuentes independientes e intachables. La Ley de Moisés especificaba que un solo testigo no era suficiente para una condena (Números 35:29-30).
i. Los dos o de tres testigos requeridos no necesariamente debían ser personas. Una prueba fuerte y tangible (como el equivalente antiguo de una huella dactilar en un arma homicida) también servía como testigo.
ii. El requisito de dos o de tres testigos exige inherentemente que el testigo esté presente públicamente, lo cual protege contra acusaciones secretas. Este requisito también demanda que el testigo esté disponible para ser interrogado, permitiendo el contra-interrogatorio por parte del acusado o sus representantes. Esto confirma que son realmente testigos y permite juzgar la fiabilidad de su testimonio.
iii. Aunque Dios mandó a Israel aplicar la pena de muerte por ciertos crímenes, también había una gran preocupación por los derechos del acusado. Al respetar el estándar de dos o de tres testigos, se aseguraba que el inocente, o el falsamente acusado, no fuera condenado a muerte.
iv. Este alto estándar de evidencia también implicaba que habría algunos asesinos que no serían procesados ni llevados ante la justicia porque no había suficientes testigos para condenarlos. En tales casos, la búsqueda de justicia final quedaría en manos del tribunal de Dios más allá de esta vida. Esta garantía de justicia final ofrecería algo de consuelo a los sobrevivientes de quienes hubieran sido asesinados y el culpable no hubiera sido procesado.
v. Este estándar de evidencia para el acusado también está establecido en el Nuevo Testamento en referencia al asesinato de la reputación. Dios ordena que «no se reciba acusación contra un anciano, excepto bajo el testimonio de dos o tres testigos» (1 Timoteo 5:19). Es utilizado el mismo estándar que se usa para probar un homicidio.
b. La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo: Además, los testigos debían estar tan seguros de lo que afirmaban que debían estar dispuestos a iniciar la ejecución. Esto aseguraba que nadie fuera ejecutado por un crimen que no cometió.
i. Esto pone en perspectiva las palabras de Jesús con respecto a la mujer sorprendida en adulterio en Juan 8: «El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella» (Juan 8:7). Jesús pidió que el testigo oficial diera un paso adelante y se identificara en el registro como testigo de este acto de adulterio, pero fueron tan hipócritas que trajeron solo a la mujer y no al hombre.
c. Y después la mano de todo el pueblo: La ejecución era un evento comunitario, en el sentido de que contaba con el apoyo de la comunidad. Todo el pueblo estaría al tanto de la justicia que se estaba impartiendo.
i. Así quitarás el mal de en medio de ti: «Cuando Pablo les dijo a los miembros de la iglesia de Corinto que deberían expulsar al hombre perverso de entre ellos (1 Corintios 5:13), estaba citando esta ordenanza, la cual aparece, con ligeras variaciones, nueve veces en Deuteronomio». (Kalland)
3. (8-13) Provisión hecha para tribunales superiores
Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio. Y harás según la sentencia que te indiquen los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te manifiesten. Según la ley que te enseñen, y según el juicio que te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de la sentencia que te declaren. Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de Jehová tu Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de Israel. Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.
a. Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio: En el antiguo Israel, Dios estableció tribunales de apelación. Estos eran tribunales superiores, donde los casos eran llevados, más allá de los jueces locales, a los sacerdotes y levitas, quienes se consideraba que eran jueces más sabios debido a su mayor conocimiento de la Palabra de Dios.
i. Te fuere difícil en el juicio: «El verbo “ser difícil” o “ser desconcertante” está relacionado en su raíz con el sustantivo pele, que connota algo maravilloso o milagroso, como los actos poderosos de la liberación de Dios en Egipto (Éxodo 3:20; 15:11; 34:10). El caso en cuestión, entonces, tenía características muy inusuales». (Thompson)
b. Entre una clase de homicidio y otra: La Ley de Dios reconocía que hay diferentes grados de culpabilidad cuando una persona es asesinada. Esta fue la base para las ciudades de refugio (Números 35, Josué 20). No todos los homicidios son iguales, y algunos merecen un juicio más severo que otros.
c. Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al sacerdote […] el tal morirá: La autoridad de los jueces tenía que ser respetada, por lo tanto, el desacato al tribunal era un crimen capital. Dios pensó que era esencial que los tribunales y los jueces fueran respetados por el pueblo de Israel.
B. Leyes relativas a los reyes
1. (14-15) La promesa indirecta de Dios de un futuro rey para Israel
Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano.
a. Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores: Dios miraba hacia adelante, unos 400 años más tarde, al futuro de Israel, cuando requerirían tener un rey. Dios les advirtió que pusieran por rey al que Jehová tu Dios escogiere, y esa persona tenía que ser un israelita y no un extranjero.
i. Aunque la realeza fue prevista, incluso, en los días de los patriarcas (Génesis 17:6; 17:16; 35:11; 49:10), durante más de 500 años de su historia, Israel no tuvo rey. «Moisés, a pesar de su posición de autoridad, no fue rey. Josué, su sucesor, recibió su nombramiento de manera carismática, al igual que Moisés. Los jueces que le siguieron tampoco fueron reyes». (Kalland)
b. Pondré un rey sobre mí: Cuando Israel eventualmente dijo esto en 1 Samuel 8:6-9, no fue motivado por un deseo de cumplir la Ley de Dios según Deuteronomio 17. Más bien, fue motivado por el deseo de ser como las otras naciones y por el deseo de rechazar el liderazgo de Dios sobre Israel.
i. Dios quiso que Israel tuviera un rey. Estos mandatos en Deuteronomio anticipan la llegada de un rey, y la mayoría del tiempo en que Israel no tuvo un rey no fue un período de gloria nacional (la época del libro de Jueces).
ii. Dios quería que Israel tuviera un rey, pero de su elección y en el tiempo designado por Él. Saúl fue un ejemplo perfecto de un rey que no estaba en la voluntad de Dios, elegido por la nación en su propio tiempo; en contraste, David es un ejemplo de un rey elegido por Dios en el momento adecuado.
2. (16-17) Mandatos para el rey
Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia.
a. Pero él no aumentará para sí caballos: El futuro rey de Israel no debe depositar una confianza indebida en la fuerza militar, representada aquí por los caballos, que eran armas poderosas en una época en la que la mayoría de los soldados combatían a pie.
i. Este mandato era «para evitar que el pueblo dependiera de una caballería bien equipada como su principal medio de seguridad, y que así no dejaran de confiar en la fuerza y protección de Dios». (Clarke)
b. Ni tomará para sí muchas mujeres: El futuro rey de Israel no debe poner un énfasis indebido en la complacencia física y el estatus personal, como se representa en el hecho de tener múltiples esposas.
i. «Un harén grande de muchas esposas también representaba una similitud con las cortes orientales de otros reinos, donde tener muchas esposas implicaba el procedimiento habitual de adquirirlas de familias de otros reyes para sellar tratados mediante matrimonios. Estas esposas traerían consigo la influencia de culturas extranjeras al palacio, especialmente la adoración de otros dioses, y podrían desviar el corazón del rey». (Kalland)
c. Ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia: El futuro rey de Israel no debe poner un énfasis indebido en la riqueza personal, lo cual se representa en la acumulación de plata y oro.
d. Para que su corazón no se desvíe: Cada uno de estos asuntos es una cuestión de equilibrio. El rey debía tener algún poder militar, pero no demasiado; una esposa y ciertas comodidades, pero no demasiadas; alguna riqueza personal, pero no demasiada. Mantener tales equilibrios suele ser muy difícil.
i. Salomón fue un notorio quebrantador de estos mandamientos. Él tuvo «mil caballos en sus caballerizas para sus carros» (1 Reyes 4:26), y «traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón» (1 Reyes 10:28). Tuvo «setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón» (1 Reyes 11:3). Él «excedía a todos los reyes de la tierra en riquezas» (1 Reyes 10:23).
ii. Podemos ver que Salomón conoce los mandamientos de Deuteronomio 17, pero se engaña con preguntas autojustificativas: «¿Cuánto es “multiplicar”? Yo puedo manejar esto. No he ido demasiado lejos». Puede parecer evidente que tener 700 esposas y 300 concubinas es demasiado, pero nunca se debe subestimar la capacidad del corazón humano para engañarse a sí mismo en tales situaciones.
iii. «El engrandecimiento militar, un harén grande y la acumulación de riquezas eran características típicas de los potentados orientales mucho antes del tiempo de Moisés». (Thompson)
iv. «Este es un retrato notable del ideal de realeza que Dios reprueba. Sería un ejercicio interesante medir a los reyes a lo largo de la historia según su apego o no al ideal de Dios. La medida en que han violado los principios establecidos por Dios para el liderazgo ha sido la medida del desastre resultante de su gobierno». (Morgan)
v. Cada una de estas tres áreas refleja los lugares donde muchos líderes cristianos modernos caen: poder, placer o dinero. Los mandamientos de Dios para los líderes no han cambiado, y tampoco la necesidad de estar en guardia contra el autoengaño en estas áreas, lo que llevó a la caída de Salomón.
3. (18-20) El rey y la Palabra de Dios
Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
a. Escribirá para sí: Es sorprendente pensar en el rey de Israel, trabajando sobre un pergamino con una pluma, haciendo una copia personal de la Ley de Israel. Esto muestra cuánto deseaba Dios que su Palabra estuviera en los corazones de sus gobernantes; Dios quería que cada rey fuera también un escriba.
i. Del original que está al cuidado de los sacerdotes: «Es probable que esto signifique que la copia que el rey debía escribir debía ser tomada del autógrafo guardado en el tabernáculo delante del Señor. Este autógrafo servía como estándar, del cual se tomaba cada copia y con el cual seguramente se comparaba cada una. Los sacerdotes y levitas, probablemente, tenían la tarea de revisar cada copia que se hacía para evitar la introducción de errores en el texto sagrado». (Clarke)
ii. «La copia que el rey debía hacer se basaba en la versión “oficial”, conservada por los sacerdotes, presumiblemente, en o cerca del arca del pacto (ver Deuteronomio 31:9; 25-26). Esto, probablemente, se refiere al “libro de la Ley” encontrado por los sacerdotes y escribas en los días de la reforma de Judá, durante el reinado de Josías (ver 2 Reyes 22:8-13)». (Merrill)
iii. «Incidentalmente, la frase “una copia de esta Ley” (18) aparece incorrectamente en la LXX (Septuaginta) como “esta segunda ley” (deuteronomion). Fue este malentendido lo que dio origen al nombre Deuteronomio». (Thompson)
b. Lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida: La palabra de Dios debía ser una compañera constante del rey de Israel, algo que él leyera todos los días.
i. «Solo el estudio de esta Ley podría preservarlo de las tentaciones que acechan a un rey». (Thompson)
ii. «La meditación en la Palabra de Dios se presenta como el antídoto. El rey debía escribir una copia de ella de su propia mano y reflexionar en ella cada día de su vida. Esto lo mantendría firme en la humildad. La Biblia, con su profundo análisis del corazón, actúa como un espejo que nos revela nuestro verdadero ser. Ofrece visiones tan sublimes de la grandeza y santidad de Dios que, en comparación, el más alto estado humano se asemeja al de la realeza de un hormiguero». (Meyer)
iii. Todos necesitamos la Palabra de Dios. Pero, cuanto mayores son nuestras responsabilidades, mayor es nuestra necesidad de depender de la verdad de la Palabra de Dios.
iv. En el siglo XVII, John Trapp elogió a una monarca inglesa por su devoción a la Palabra de Dios: «La reina Isabel, al pasar triunfante por las calles de Londres después de su coronación, recibió la Biblia con ambas manos cuando se le presentó en el pequeño conducto de Cheapside, la besó y la colocó sobre su pecho. Expresó que siempre había sido su mayor deleite y que sería la regla por la cual guiaría su gobierno»
c. Para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley: Permanecer en la Palabra de Dios tenía la intención de cultivar en el rey reverencia hacia Dios y una vida santa.
i. «Como consecuencia de no seguir cuidadosamente la Ley, podemos observar el error que cometió David cuando intentó llevar por primera vez el arca de la alianza a Jerusalén, así como la corrección de ese error en su segundo intento exitoso (1 Crónicas 13:1-10; 15:2, 13)». (Kalland)
ii. Es maravilloso considerar como la lectura de un libro, el gran libro, la Biblia, puede apartar a una persona del pecado. Aunque no entendamos completamente el trabajo espiritual detrás de la Palabra de Dios, permanecer en ella nos ayuda a mantenernos alejados del pecado. Como se ha dicho en muchas Biblias: «Este libro te guardará del pecado, o el pecado te guardará de este libro».
d. Para que no se eleve su corazón: Permanecer en la Palabra de Dios ayudaría al rey a mantenerse debidamente humilde y evitaría que se considerara superior a aquellos sobre los que gobernaba.
i. «Las Escrituras, leídas y estudiadas diligentemente, son un medio poderoso para mantenerlo humilde, ya que le muestran que, siendo rey, está sujeto a un Monarca superior, ante quien debe rendir cuentas. Considerar adecuadamente las Escrituras es suficiente para abatir el orgullo de la persona más altanera del mundo». (Poole)
ii. Él y sus hijos: Adam Clarke, un metodista británico del siglo XIX, comentó apropiadamente sobre esta frase: «De este versículo se ha inferido que la corona de Israel fue diseñada para ser heredada, y esto es muy probable; porque la larga experiencia les ha demostrado a casi todas las naciones del mundo que la sucesión hereditaria en el gobierno real es, en general, la más segura y la mejor calculada para asegurar la tranquilidad pública».
iii. «Aquellos que abandonaban al Señor y descuidaban los principios del gobierno piadoso enfrentarían un desastre personal y la pérdida de la sucesión real. La historia de Israel ilustra cuán verdadero era esto». (Merrill)
© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik