1 Samuel 15 – Dios deshecha a Saúl como rey
A. La batalla contra los amalecitas
1. (1-3) Una orden clara y radical: destruir a Amalec.
Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.
a. Después Samuel dijo a Saúl: Este era un mensaje del líder espiritual de Israel para el líder político y militar de Israel. El mensaje era claro: castigaré lo que hizo Amalec a Israel. . . destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él. Dios claramente le dijo a Samuel que le dijera a Saúl que llevara juicio total contra los amalecitas.
i. Destruye todo: Este verbo hebreo (heherim) es usado siete veces en este relato. Ciertamente se enfatiza la idea de un juicio total y completo.
b. Al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto: Esto explica por qué los amalecitas debían recibir juicio total. Siglos antes de esto, los amalecitas fueron el primer pueblo en atacar a Israel después de su huida de Egipto (Éxodo 17).
i. Cientos de años atrás, Jehová dijo que traería juicio contra Amalec: Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová- nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación (Éxodo 17:14-16). Deuteronomio 25:17-19 repite esta idea.
ii. Los amalecitas cometieron un pecado terrible contra Israel. Cuando la nación era débil y vulnerable, los amalecitas atacaron a los más débiles y vulnerables de la nación (Deuteronomio 25:18). Hicieron esto sin más razones que la violencia y la codicia. Dios odia cuando los fuertes se aprovechan cruelmente de los débiles, especialmente cuando los débiles son Su pueblo.
iii. A pesar de que esto sucedió más de 400 años antes, Dios aún sostenía su ira contra los amalecitas porque el tiempo no borra el pecado delante de Dios. Entre los hombres, el tiempo debería borrar pecados y hacernos más prestos a perdonarnos unos a otros. Pero ante Dios, el tiempo no expía al pecado. Sólo la sangre de Cristo Jesús puede borrar el pecado, no el tiempo. De hecho, fue tiempo lo que recibieron misericordiosamente los amalecitas como oportunidad para arrepentirse y no lo hicieron. Los cientos de años de corazones endurecidos y sin arrepentimiento los hicieron más culpables, no menos.
c. Ve, pues, y hiere a Amalec: Dios pudo haber juzgado directamente a Amalec como lo hizo con Sodoma y Gomorra. Pero Dios tenía un propósito especial en esto para su nación especial, Israel. Quería que fuera una prueba de obediencia para Saúl y todo Israel. Además, dado que el pecado de Amalec contra Israel fue un ataque militar, Dios quería que el juicio se ajustara al pecado.
i. ¿Llamaría Dios en este tiempo a su pueblo a pelear una guerra de juicio semejante? Dios tiene un llamado totalmente diferente para los cristianos bajo el Nuevo Pacto que el que tuvo para Israel bajo el Antiguo Pacto (Juan 18:36).
ii. A pesar de que Dios ya no llama a su pueblo a tomar armas como instrumento de su juicio, no significa que Dios ha dejado de juzgar a las naciones. “Pero no podemos suponer por ningún momento, que el juicio para las naciones será totalmente relegado [designado] para ese día final. A los largo de la historia del mundo, las naciones han estado frente a la barra de Cristo. Nínive estuvo ahí, Babilonia estuvo ahí, Grecia y Roma estuvieron ahí. España y Francia estuvieron ahí, y Gran Bretaña está justo ahí hoy. Una tras otra ha tenido el solemne mensaje – apartaos, y han pasado a una destrucción que ha sido absoluta y terrible“. (Meyer)
2. (4-6) Saúl se prepara para el ataque contra los amalecitas.
Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec.
a. Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista: Ciertamente Saúl era un líder militar capaz. Podía convocar y organizar a un gran ejército. También sabía cómo programar su ataque adecuadamente; y él puso emboscada en el valle.
b. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos: Aquí, Saúl muestra sabiduría y misericordia al dejar ir a los ceneos. El juicio de Dios no era sobre ellos, así que no quería destruirlos junto con los amalecitas.
3. (7-9) Saúl ataca a los Amalecitas.
Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.
a. Saúl derrotó a los amalecitas: Esto fue bueno, y en obediencia a Jehová. Pero fue una obediencia incompleta y selectiva. Primero, Saúl tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Dios le había ordenado a Saúl que llevara su juicio sobre todo el pueblo, incluyendo al rey.
i. ¿Por qué Saúl tomó vivo a Agag rey de Amalec? “Saúl perdonó a Agag, ya sea por una tonta compasión por la bondad de su persona, como señala Josefo; o por su respeto a su majestad real, en cuya conservación se creía interesado; o por la gloria de su triunfo“. (Poole)
ii. “Si Saúl perdonaba la vida de Agag, el pueblo se tomaría la libertad de perdonar lo mejor del botín. . . los pecados de imitación del alto mando”. (Trapp)
b. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir: Dios ordenó claramente en 1 Samuel 15:3 que todas las vacas, ovejas, camellos y asnos debían ser destruidos y Saúl no lo hizo.
i. En una guerra normal en el mundo antiguo, se permitía libremente a los ejércitos saquear a sus enemigos conquistados. Así era a menudo como se pagaba al ejército. Pero estaba mal que alguien en Israel se beneficiara de la guerra contra los amalecitas porque era un juicio designado por Dios. Esto estaba tan mal como un verdugo vaciando los bolsillos del hombre al que acababa de ejecutar por asesinato.
c. Todo lo que era vil y despreciable destruyeron: Ellos tuvieron cuidado de conservar lo mejor para ellos mismos. Podemos imaginarnos que todos estaban contentos con lo que habían obtenido después de la batalla.
i. Tal vez esto fue lo peor de todo, porque Israel no mostró el corazón de Dios sobre el juicio. Cuando ellos regresaron a casa felices y emocionados por lo que habían ganado en la batalla, ellos dejaban implícito que había algo gozoso y feliz sobre el juicio de Dios. Esto deshonraba a Dios, quien trae juicio renuentemente y sin placer; deseando que los hombres mejor se arrepientan.
ii. “La obediencia parcial es desobediencia total. Saúl y sus hombres obedecieron en lo que les convino; es decir, no obedecieron a Dios en absoluto, sino a sus propias inclinaciones, tanto al perdonar lo bueno como al destruir lo que era vil. Lo que no era digno de llevarse fue destruido, – no debido a la orden, sino para evitarse problemas”. (Maclaren)
iii. “Perdonar lo mejor de Amalec es sin duda equivalente a perdonar alguna raíz de maldad, alguna indulgencia plausible, algún pecado favorito. Para nosotros, Agag debe representar esa propensión al mal, que existe en todos nosotros, para autogratificación; y perdonar a Agag es ser misericordiosos con nosotros mismos, exonerar y paliar [disculpar] nuestros fracasos y perdonar nuestro pecado que nos asedia”. (Meyer)
4. (10-11) El mensaje de Dios para Samuel.
Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.
a. Me pesa haber puesto por rey a Saúl: El corazón de Dios estaba roto por la desobediencia de Saúl. El hombre que había iniciado humilde y sujeto a Dios eventualmente tomó su propio camino en desobediencia.
i. Me pesa: Este es el uso de un antropomorfismo, cuando Dios se explica a sí mismo al hombre en términos humanos para que el hombre pueda tener algo de comprensión sobre el corazón de Dios. Dios conocía el corazón, los caminos y el destino de Saúl desde el principio. Dios ya había buscado un varón conforme a su corazón (1 Samuel 13:14). Sin embargo, mientras todo esto se desarrollaba, el corazón de Dios no era insensible. No estaba sentado en el cielo con una pizarra, marcando los cuadros, diciendo fríamente, “Todo va según lo planeado”. La desobediencia de Saúl le dolía a Dios, y dado que no podemos comprender todo lo que sucede en el corazón de Dios, lo más cerca que podemos llegar es que Dios lo exprese en términos humanos al decir: Me pesa haber puesto por rey a Saúl.
b. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche: Samuel tenía el corazón de Dios. A Dios le dolió desechar a Saúl, y a su profeta le dolió verlo rechazado. Estamos cerca del corazón de Dios cuando las cosas que lo afligen nos afligen, y las cosas que le agradan nos agradan.
5. (12-13) Saúl saluda a Samuel.
Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.
a. Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana: Renuente, Samuel (que había ungido a Saúl como rey años antes) ahora venía para disciplinar al desobediente rey.
b. He aquí se levantó un monumento: Saúl no estaba afligido por su pecado. ¡Saúl estaba bastante complacido consigo mismo! No hay ni la más mínima pizca de culpa ni vergüenza en Saúl, a pesar de que había desobedecido directamente a Jehová.
i. En los próximos capítulos, Dios levantaría otro hombre para reemplazar a Saúl. David, a diferencia de Saúl, fue conocido como un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14). A pesar de que David también desobedecería a Dios, la diferencia entre él y Saúl fue enorme. David sintió la culpa y la vergüenza que uno debe sentir cuando peca. Saúl no la sintió. Su conciencia estaba muerta a la vergüenza y su corazón estaba muerto a Dios. El corazón de Saúl estaba tan muerto que podía desobedecer directamente a Dios y todavía erigirse un monumento por el evento.
c. He aquí se levantó un monumento: Esto también muestra que Saúl no era el mismo hombre humilde que alguna vez tuvo una opinión humilde de sí mismo (1 Samuel 9:21) y que alguna vez se escondió entre el bagaje por timidez (1 Samuel 10:22). Los años, las victorias militares, y el prestigio del trono de Israel revelaron el orgullo en el corazón de Saúl.
i. “Pero la verdad es que él era celoso por su propio honor e interés, pero tibio en lo que sólo a Dios le importaba“. (Poole)
d. Y Saúl le dijo:Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová: Saúl puede ir con el profeta de Dios con tal osadía, jactándose de su obediencia debido a su orgullo. Saúl se está engañando a sí mismo. Probablemente realmente creía lo que le había dicho a Samuel. Probablemente creía, yo he cumplido la palabra de Jehová. El orgullo siempre nos lleva al autoengaño.
i. Maclaren tiene un comentario perspicaz sobre la afirmación de Saúl, yo he cumplido la palabra de Jehová: “Eso es más de lo que la verdadera obediencia se apresura a decir. Si Saúl lo hubiera hecho, habría tardado más en jactarse de ello”.
6. (14-16) Saúl “explica” su pecado a Samuel.
Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos. Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di.
a. ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? El ganado que Dios claramente había ordenado destruir podía ser oído, visto, y olido al mismo tiempo que Saúl decía, “Yo he cumplido la palabra de Jehová”.
i. El orgullo y la desobediencia nos ciegan – o nos hacen sordos – a nuestro pecado. Lo que era completamente evidente para Samuel era invisible para Saúl. Todos tenemos puntos ciegos de pecado en nuestras vidas, y necesitamos pedirle constantemente a Dios que nos los muestre. Necesitamos orar con sinceridad la oración del Salmo 139:23-24: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.
b. Los han traído… el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas: Esta es la primera de una serie de excusas de parte de Saúl – él culpó al pueblo, no a sí mismo. Segundo, el se incluyó a sí mismo en la obediencia (pero lo demás lo destruimos). Tercero, justificó lo que se había quedado debido a su fina calidad (lo mejor de las ovejas y de las vacas).Cuarto, afirmó haberlo hecho por una razón espiritual (para sacrificarlas a Jehová tu Dios).
i. En su orgullo y autoengaño, todo esto tenía perfecto sentido para Saúl, pero no significaba nada para Dios y Samuel. De hecho, era peor que nada – esto mostraba que Saúl estaba tratando desesperadamente de excusar su pecado a través de juegos de palabras y verdades a medias.
ii. Pero incluso en su excusa, Saúl reveló el verdadero problema: tenía una relación pobre con Dios. Noten como le habló de Dios a Samuel: para sacrificarlas a Jehová tu Dios. Jehová no era el Dios de Saúl. El Dios de Saúl era Saúl. Jehová era el Dios de Samuel, no Saúl. En su orgullo, Saúl quitó a Jehová del trono de su corazón.
iii. “¡Oh pecadores, juzgan equivocadamente cuando le dan a un siervo de Dios semejantes explicaciones falsas por sus pecados!”. (Blaikie)
c. Pero lo demás lo destruimos: Resultó que ni siquiera esto era cierto. Aún había amalecitas con vida. Más tarde, David tuvo que lidiar con los amalecitas (1 Samuel 27:8, 30:1; 2 Samuel 8:12). Amán, el malvado hombre que trató de eliminar a todo el pueblo judío en los días de Ester, era descendiente de Agag (Ester 3:1). Lo más irónico de todo es que cuando Saúl fue asesinado en el campo de batalla, un amalecita afirmó haber dado el último golpe de espada (2 Samuel 1:8-10). Cuando no obedecemos a Dios totalmente, la porción “sobrante” ciertamente volverá para causarnos problemas, si no es que nos mata.
d. Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame: Samuel ya ha tenido suficiente. No escuchará más de Saúl. La excusa fue revelada por lo que era, solo una excusa poco convincente. Ahora es el momento de que Saúl se calle, y escuche la palabra de Jehová a través de Samuel.
i. Pero incluso en esto, Saúl no se pudo quedar callado. Él muestra su orgulloso deseo de retener cierto control al responder, di, como si el profeta de Dios necesitara el permiso de Saúl. Él hablaría, pero no porque Saúl le haya dado su permiso. El hablaría porque era el mensajero de Dios.
B. Saúl es desechado como rey.
1. (17-21) La acusación contra Saúl y su débil defensa.
Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.
a. Jehová te envió en misión y dijo… ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Este era el más evidente de los pecados de Saúl. Dios le dio una orden específica y el la desobedeció directamente.
i. A pesar de que la desobediencia era el pecado más evidente, la raíz de la desobediencia de Saúl era mucho peor: orgullo. Samuel hace referencia a esto cuando recuerda cuando las cosas eran diferentes con Saúl: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Ya no se podía decir de Saúl, “eres pequeño en tus propios ojos.” Él era grande en sus propios ojos y eso hacía chico a Dios en sus ojos.
b. Antes bien he obedecido la voz de Jehová: Saúl primero sigue insistiendo en que es inocente. Pero estaba tan cegado que puede decir he obedecido la voz de Jehová e inmediatamente comenzar a describir como no obedeció la voz de Jehová diciendo que había traído a Agag rey de Amalec.
i. La afirmación de Saúl, “he destruido a los amalecitas ” es una clara evidencia del poder y la profundidad de su autoengaño. Había un amalecita justo enfrente de él que no había sido completamente destruido.
c. Mas el pueblo tomó del botín: Después de insistir en que era inocente, Saúl entonces culpa al pueblo por el pecado. Su afirmación era una verdad a medias que en realidad era una mentira completa. Era verdad que el pueblo tomó del botín. Pero lo hicieron siguiendo el ejemplo de Saúl (le perdonó la vida a Agag, rey de Amalec), y con el permiso de Saúl (porque él no hizo nada para detenerlos o disuadirlos).
i. Saúl ciertamente era celoso en dirigir a su ejército cuando le convenía hacerlo. En el capítulo anterior, ordenó una sentencia de muerte sobre cualquiera que comiera algo en el día de la batalla. Estuvo dispuesto a ejecutar a su propio hijo en su celo por hacer cumplir sus órdenes. Saúl estaba lleno de fuego y celo cuando se trataba de su propia voluntad, pero no cuando se trataba de la voluntad de Dios.
2. (22-23) Samuel profetiza el juicio de Dios contra el rey Saúl.
Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.
a. Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. La observancia religiosa sin obediencia es hueca delante de Dios. El mejor sacrificio que podemos llevarle a Dios es un corazón arrepentido (Salmos 51:16-17) y nuestros cuerpos rendidos a su servicio para obediencia (Romanos 12:1).
i. Uno pudiera hacer miles de sacrificios para Dios, trabajar miles de horas para su servicio, o dar millones de dólares para su obra. Pero todos estos sacrificios significan poco si no hay un corazón rendido a Dios que lo demuestre por simple obediencia.
ii. En sacrificio ofrecemos la carne de otra criatura; en obediencia ofrecemos nuestra propia voluntad ante Dios. Lutero dijo: “Prefiero ser obediente que poder hacer milagros”. (Citado por Trapp)
b. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación: Un corazón rebelde y obstinado rechaza a Dios tan ciertamente como alguien rechaza a Dios mediante prácticas ocultas o idolatría.
i. El problema de Saúl no era solamente que hubiera descuidado alguna ceremonia. Así pensaba Saúl de la obediencia a Dios. En el mundo actual él podría decir, “¿Qué? ¿Dios quiere que vaya más a la iglesia? Está bien, lo haré”. Pero la observancia religiosa no era el problema de Saúl; el problema era que su corazón se volvió rebelde y obstinado contra Dios. Si la observancia religiosa no ayudaba a ese problema, entonces no servía de nada.
ii. Sería fácil para Saúl señalar a los amalecitas o a los filisteos y decir, “Miren a esos idólatras. Ellos no adoran al Dios verdadero como yo”. Pero Saúl tampoco adoraba al Dios verdadero, porque la verdadera adoración comienza con la sumisión.
iii. “Toda desobediencia consciente es en realidad idolatría, porque convierte a la voluntad propia, al humano yo, en un dios”. (Keil y Delitszch)
c. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey: En su vacía práctica religiosa, rebelión y obstinación contra Dios, Saúl rechazó la palabra de Dios. Así que Dios, con justa razón, lo rechazó a él como rey de Israel.
i. Sería fácil decir, “¿Qué? ¿Saúl será rechazado como rey porque perdonó a un rey y a unas cuantas ovejas y vacas? Más adelante los reyes de Israel harían cosas peores y no serían rechazados como reyes. ¿Por qué Dios es tan severo con Saúl?” Pero Dios veía el corazón de Saúl, y veía lo rebelde y necio que era. La condición de Saúl era como la de un iceberg: lo que era visible podía ser de un tamaño manejable, pero había mucho más debajo de la superficie que no se podía ver. Dios podía verlo.
ii. Así que Saúl fue desechado para que no sea rey. Sin embargo pasarían casi 25 años antes de que hubiera otro rey en Israel. El rechazo de Saúl era final, pero no inmediato. Dios se tomó casi 25 años para entrenar al reemplazo adecuado de Saúl.
3. (24-25) El débil esfuerzo de Saúl por arrepentirse.
Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová.
a. Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras: Las palabras de Saúl comienzan como una confesión genuina pero cambiaron conforme continuó hablando y dijo, “porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos“. Saúl se negó a tomar responsabilidad por su pecado y en vez de eso culpa al pueblo de que lo “hicieron” hacerlo.
i. “Cuando ya no pudo negarlo más, al fin hace una confesión forzada y fingida; atraído a ello, más por el peligro y daño de su pecado, que por la ofensa; intentando sacar lo mejor de un mal asunto”. (Trapp)
ii. Al decir, “porque temí al pueblo” trata de justificar un pecado con otro. “Si hubiera temido más a DIOS, hubiera tenido menos que temer del PUEBLO”. (Clarke)
b. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a Jehová: En lugar de lidiar con el profundo problema de su corazón de rebelión y terquedad contra Dios, Saúl pensó que una palabra de Samuel podría arreglar todo. Pero una o dos palabras de Samuel no cambiarían la naturaleza firme del corazón de Saúl.
i. Dios sabía que el corazón de Saúl estaba lleno de rebeldía y obstinación y que se había asentado en esa condición. Eso es algo que ningún hombre podría saber con certeza, viéndolo desde el exterior. Pero Dios lo sabía y lo dijo a Samuel. Un simple “perdona, pues, ahora mi pecado” no es suficiente cuando el corazón se ha asentado en rebelión y ha pecado contra Jehová.
4. (26-31) El rechazo de Dios hacía Saúl como rey de Israel es definitivo.
Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó. Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios. Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová.
a. No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel: Samuel no tiene nada más que decir sobre este asunto, además de lo que Jehová ya había dicho a través de él (1 Samuel 15:23). No había nada más de que hablar.
i. ¿Por qué diría Samuel, “No volveré contigo” cuando Saúl solo quería que adorara con él? Porque esa adoración sin duda incluiría sacrificios y ofrendas de algunos de los animales de los amalecitas que Saúl perdonó maliciosamente.
b. Él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó. Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel: La acción desesperada de Saúl proporciona una lección clara sobre cómo le fue arrebatado el reino.
i. Tan inútil como era el trozo de túnica rasgado en su mano, ahora su liderazgo de la nación sería inútil. Ahora gobernaría contra Dios, no para Él. Así como el manto se rompió porque Saúl se aferró a él con fuerza, así el haberse aferrado a su orgullo y obstinación le costaría que el reino le fuera arrebatado. En este aspecto, Saúl fue lo opuesto a Jesús, de quien se dice: el que siempre había sido Dios por naturaleza, no se aferró a sus prerrogativas como igual a Dios, sino que se despojó de todo privilegio al consentir en ser esclavo por naturaleza y nacer como un hombre mortal (Filipenses 2:6-7, traducción de J.B. Phillips). Jesús estuvo dispuesto a dejar ir, pero Saúl insistió en aferrarse. Así que Saúl lo perdió todo, mientras que Jesús obtuvo todo.
c. La Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá: Saúl tal vez haya pensado que había una forma de solucionar esto. Él se preguntaba qué podría hacer para “arreglar” esto. Samuel le dejó saber que no había nada que pudiera hacer. Esto era definitivo.
i. Samuel usa un título para Jehová que se encuentra solo aquí en toda la Biblia: La Gloria de Israel. Esto le recuerda a Saúl que Jehová es determinado en su propósito y fuerte en su voluntad. No habrá ningún cambio.
ii. El título Gloria de Israel también era importante porque en ese tiempo Saúl probablemente se veía a sí mismo como la Gloria de Israel, y Saúl necesitaba escuchar esto.
d. Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel: La desesperada súplica de Saúl muestra la profundidad de su orgullo. Él está mucho más preocupado por su imagen que por su alma.
i. “Aquí descubre claramente su hipocresía y el verdadero motivo de esta y de su anterior confesión; no se preocupaba por el favor de Dios, sino por su honor y poder con Israel“. (Poole)
e. Y volvió Samuel tras Saúl: Samuel no encabezó una rebelión inmediata contra Saúl porque Dios aún no había levantado al reemplazo de Saúl y Saúl era mejor que la anarquía que vendría sin un rey.
f. Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová: ¿Sirvió esto de algo? No sirvió de nada para recuperar el reino de Saúl. Esa era una decisión que Dios había tomado y era definitiva. Pero pudo haberle hecho bien a Saúl acercar su corazón orgulloso y obstinado a Dios con el fin de salvar su alma. Al menos tuvo esa oportunidad, así que Samuel permitió que Saúl lo acompañara y adorara a Jehová.
5. (32-33) Samuel lleva a cabo la voluntad de Dios.
Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.
a. Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. El asunto aún no estaba resuelto para Samuel; todavía estaba la cuestión de la obediencia incompleta de Saúl. El mandato de Dios de destruir por completo a todo Amalec aún estaba vigente, aunque Saúl no lo hubiera obedecido.
b. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. Cuando Agag se acercó al viejo profeta, pensó, “Dejaremos el pasado atrás. Supongo que este profeta ahora me dejará ir a casa”. La Nueva traducción viviente expresa bien la idea: Agag llegó lleno de esperanza, porque pensó: ¡Seguramente ya pasó lo peor, y he sido librado de la muerte!
i. “Yo, que he escapado de la muerte de manos de un príncipe guerrero en la furia de la batalla, ciertamente nunca sufriré la muerte a manos de un viejo profeta en tiempo de paz“. (Poole)
c. Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres: Samuel deja en claro que Agag no era un espectador inocente cuando se trataba de las atrocidades que los amalecitas infligieron a Israel. Agag era el líder malvado y violento de un pueblo malvado y violento. El juicio de Dios contra él y los amalecitas era justo.
d. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal: Samuel era un sacerdote y había oficiado cientos de sacrificios animales. El sabía cómo se sentía cuando el filo cortaba la carne, pero nunca había matado a otra persona. Ahora, sin dudarlo, este viejo profeta levanta una espada – o probablemente un cuchillo grande, como los que usaba en los sacrificios – y lo clava sobre este orgulloso y violento rey. Samuel cortó en pedazos a Agag.
i. Notablemente, Samuel lo hizo delante de Jehová. No fue delante de Saúl, para mostrarle lo débil y orgulloso que era. No fue delante de Israel, para mostrarles lo fuerte y duro que era Samuel. Esto fue delante de Jehová, en completa obediencia a Jehová Dios. Esta escena debió haber sido perturbadoramente violenta; los espectadores debieron haber vuelto el estomago. Sin embargo Samuel lo hizo delante de Jehová.
ii. “Pero estos no son precedentes para que particulares tomen la espada de la justicia en sus manos; porque debemos vivir de acuerdo con las leyes de Dios, y no con ejemplos extraordinarios“. (Poole)
6. (34-35) La trágica separación entre Samuel y Saúl.
Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.
a. Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida: Samuel sabía que no le correspondía ver a Saúl. Le correspondía a Saúl buscarlo en humilde arrepentimiento delante de Jehová. Probablemente esto no hubiera restaurado el reino de Saúl pero hubiera podido restaurar su corazón ante Dios. Tristemente, Saúl nunca fue a buscar a Samuel. Ramá y Gabaa estaban a menos de diez millas de diferencia, pero nunca se volvieron a ver.
i. “Pero leemos, en el capítulo xix. 22-24, que Saúl fue a ver a Samuel en Naiot, pero esto no afecta lo que se dice aquí. Desde ese momento, Samuel no tuvo ninguna relación con Saúl; nunca más lo reconoció como rey; lloró y oró por él“. (Clarke)
b. Y Samuel lloraba a Saúl: Samuel no era un mensajero de Dios frio y apático. Él se dolía por Saúl, “Por la dureza de su corazón y por el peligro de su alma”. (Trapp)
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