2 Reyes 5 – Naamán el leproso
A. Naamán viene a Eliseo.
1. (1) El problema de Naamán.
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso
a. Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima: Naamán era el comandante militar en jefe de un persistente enemigo, tanto de Israel como de Judá. Tan recientemente como en los días de Acab y Josafat, Siria había peleado y ganado contra Israel (1 Reyes 22:35-36). Su posición y éxito lo hicieron un varón grande delante de su señor, y personalmente era un hombre valeroso en extremo.
i. Este mismo título fue aplicado a Gedeón (Jueces 6:12), Jefté (Jueces 11:1), David (1 Samuel 16:18), Jeroboam (1 Reyes 11:28), y Eliada (2 Crónicas 17:17). Parece que este es el único gentil mencionado como un hombre valeroso en extremo.
ii. Según las leyendas judías, «los rabinos nos dicen que fue él [Naamán] quien disparó la flecha con la que Acab fue asesinado». (Trapp)
b. Pero leproso: Naamán tenía mucho a su favor, pero lo que tenía contra él era devastador. Él era un leproso, lo que significaba que tenía una enfermedad horrible e incurable que lentamente lo llevaría a la muerte. No importaba qué tan bueno y exitoso fuera todo lo demás en la vida de Naamán, era un leproso.
i. «Aquí había una pesada carga sobre su grandeza; estaba siendo afectado con un desorden de lo más posiblemente repugnante y humillante que podía desgraciar a un ser humano». (Clarke)
ii. La lepra antigua iniciaba como manchas pequeñas y rojas sobre la piel. Antes de que pasara mucho tiempo las manchas crecían, y comenzaban a volverse blancas, con una especie de apariencia brillante o escamosa. Muy pronto las manchas se propagaban por todo el cuerpo y el cabello comenzaba a caerse — primero el de la cabeza, y después el de las cejas. Conforme las cosas empeoraban, las uñas de las manos y los pies se aflojaban, empezaban a podrirse y eventualmente se caían. Luego, las uniones de los dedos de las manos y los pies comenzaban a romperse y a caerse pedazo por pedazo. Las encías empezaban a encogerse hasta que no podían sostener los dientes, así que cada uno de ellos se perdía. La lepra sigue carcomiendo el rostro hasta que, literalmente, la nariz, el paladar e, incluso los ojos, se pudren, y la víctima se consume hasta la muerte.
2. (2-3) El testimonio de la joven esclava.
Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Ésta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
a. Habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha: Esta muchacha era una misionera involuntaria que tomada cautiva de Israel ahora estaba en Siria. Sin embargo, Dios permitió la tragedia de su cautividad para lograr un bien más grande.
i. La muchacha ilustra las formas misteriosas en las que Dios actúa. Ella seguramente fue criada en un hogar temeroso de Dios; no obstante, fue arrebatada de su familia a una corta edad. Fue una pérdida irremplazable para sus padres, y por la cual, sin duda, se lamentaban cada día. Sin embargo, fue usada grandemente de una manera sencilla.
b. Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria: Esta muchacha fue un extraordinario ejemplo de un testigo fiel en cualquier circunstancia. Se interesó lo suficiente como para hablar, y tuvo la suficiente fe como para creer que Eliseo lo sanaría de su lepra.
i. «¡Y vean los beneficios de una educación religiosa! Si esta pequeña sierva no hubiera sido instruida en los conocimientos del Dios verdadero, no hubiera sido instrumento de tan grande salvación». (Clarke)
3. (4-7) Naamán viene al rey de Israel buscando sanidad.
Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
a. Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel: Considerando el récord de guerras entre Israel y Siria descritas en los versículos anteriores, parece extraño que el rey de Siria enviara una carta de recomendación con su general Naamán. Parece que 2 Reyes no está precisamente ordenado cronológicamente, por lo que tal vez esto ocurrió durante un tiempo de baja tensión entre Israel y Siria.
i. Llevando consigo diez talentos de plata: Dilday estima que Naamán llevó más de $1.2 millones con él a Israel. Todo esto junto muestra cuán desesperado estaba Naamán, y cuánto el rey de Siria quería ayudarlo.
b. Yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra: Cuando el rey de Israel (Joram) leyó la carta, comprensiblemente se disgustó. Primero, estaba evidentemente fuera de su poder sanar la lepra de Naamán. Segundo, no tenía relación alguna con el profeta de Dios que realmente tenía el poder para sanar. Él pensó que el rey de Siria buscaba ocasión contra él.
i. El rey de Siria asumió que el rey de Israel tenía una mejor relación con Eliseo. Es fácil para otros asumir que tenemos una mejor relación con Dios que la que realmente tenemos.
4. (8-9) Naamán viene a la casa de Eliseo.
Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
a. ¿Por qué has rasgado tus vestidos?: Eliseo le dio una gentil reprimenda al rey de Israel: «Esta es una crisis para ti porque no tienes relación con el Dios que puede sanar leprosos. Pero es una crisis innecesaria, porque podrías tener una relación con este Dios».
b. Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel: Naamán nunca hubiera sabido que había un profeta en Israel si se quedaba en el palacio real. El verdadero profeta en Israel no era bienvenido en el palacio.
B. Naamán es sanado.
1. (10-12) La furia de Naamán ante las instrucciones de Eliseo.
Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
a. Eliseo le envió un mensajero: Naamán se tomó la molestia de ir hasta la casa de Eliseo, pero Eliseo se negó a concederle una audiencia personal. Simplemente, le envió un mensajero. Esto fue humillante para Naamán, quien estaba acostumbrado a ser honrado.
b. Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio: Estas fueron instrucciones simples y nada complicadas. Sin embargo, la reacción de Naamán demuestra que eran instrucciones humillantes.
c. Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra: Naamán ya lo tenía todo resuelto. En su gran necesidad, anticipó la forma en que Dios obraría, y se ofendió cuando Dios no obró de la manera en que él esperaba.
d. Y se volvió, y se fue enojado: Debido a que sus expectativas de cómo debía obrar Dios fueron destrozadas, Naamán no quiso vínculo alguno con Eliseo. Si la respuesta estaba en lavarse en un río, Naamán sabía que había mejores ríos en su propia tierra.
2. (13) El buen consejo de los siervos de Naamán.
Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
a. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron: Gracias a Dios por los fieles subordinados que les hablan a sus superiores de esta manera. Naamán, evidentemente, estaba enojado; sin embargo, fueron lo suficientemente osados como para darle el buen consejo que necesitaba escuchar.
b. Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?: Los siervos de Naamán usaron un brillante y lógico enfoque. Si Eliseo le hubiera pedido a Naamán que sacrificara 100 o 1000 animales al Dios de Israel, Naamán lo hubiera hecho inmediatamente. Sin embargo, debido a que su petición era fácil y modesta, Naamán primero se negó.
3. (14) Naamán es sanado.
Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
a. Conforme a la palabra del varón de Dios: Naamán hizo exactamente lo que Eliseo le dijo que hiciera. Por lo tanto, podemos decir que cada zambullida en el Jordán fue un paso de fe, de confianza en la Palabra de Dios a través de su profeta.
i. Wiseman hace referencia a la palabra hebrea antigua traducida como «zambulló»: «Naamán se “lanzó” en el río Jordán. Esto representó obediencia total a la palabra divina».
ii. Spurgeon vio a Naamán atacado por dos enemigos: El yo orgulloso, quien internamente demandaba que Eliseo saliera a verlo; y el cuestionamiento malvado, que lo hacía preguntarse por qué debía lavarse en el Jordán cuando tenía mejores ríos en su tierra. Naamán superó estos dos enemigos e hizo lo que Dios le pidió que hiciera.
b. Y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio: La respuesta de fe de Naamán fue generosamente recompensada. Dios respondió su fe con un milagro de sanidad total.
i. «El sencillo método de este milagro, realizado sin el profeta ahí, sí le dio a Dios todo el crédito. Era evidente que la sanidad vino de Yahvé y no de ningún tipo de encantamiento mágico como Naamán había anticipado». (Dilday)
4. (15-16) Naamán le ofrece recompensa a Eliseo, pero el profeta se niega.
Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
a. Y volvió al varón de Dios: Esta fue una buena muestra de gratitud. Naamán fue como el leproso que de los diez que sanó Jesús fue el único que regresó para agradecerle (Lucas 17:12-19). También era un extranjero, como el leproso agradecido de Lucas 17.
i. Antes, Naamán esperaba que el profeta viniera a él. Ahora él volvió al varón de Dios y se puso delante de él.
ii. «A menudo, los que menos tienen de qué vanagloriarse son orgullosos y arrogantes; mientras que los más excelentes de la tierra son los más humildes, sabiendo que no tienen nada más que lo que han recibido. Naamán, el leproso, era más orgulloso y autoritario de lo que fue cuando fue limpiado de su lepra». (Clarke)
b. He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel: No fue solamente la sanidad lo que convenció a Naamán de esto. Fue la sanidad conectada con la palabra del profeta. Juntas, fueron evidencia convincente para Naamán de que el Dios a quien Eliseo representaba era el verdadero Dios en toda la tierra.
c. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo: Podemos decir que Naamán tenía buenas intenciones. Sintió que era apropiado apoyar el ministerio de este hombre a quien Jehová había usado grandemente para traer sanidad. Sin embargo, Eliseo firmemente insistió en que no recibiría nada de Naamán.
5. (17-19) La nueva fe de Naamán.
Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
a. ¿De esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas?: Como muchos nuevos creyentes, Naamán era supersticioso en su fe. Mantenía la opinión popular del mundo antiguo de que deidades particulares tenían poder sobre lugares particulares. Él pensó que, si llevaba un pedazo de Israel con él de regreso a Siria, podría adorar mejor al Dios de Israel.
i. «La transportación de suelo sagrado era una costumbre extendida. La fe de Naamán aún no había sido educada; y con su necesidad personal de seguir públicamente los cultos de estado, Eliseo puede haber sentido que suelo israelita disponible podría proporcionarle a Naamán algún recordatorio tangible de su sanidad y su nueva relación con Dios». (Patterson y Austel)
b. Si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo: Como oficial del gobierno de Siria, se esperaba que Naamán participara en la adoración de los dioses sirios. Naamán le pidió a Eliseo permiso para dirigir su corazón a Yahvé, incluso cuando se encontrara en el templo de Rimón.
i. «El hebreo “apoyar sobre el brazo” no implica soporte físico; sino que él era la “mano derecha” del rey (cf. 2 Reyes 7:2, 17)». (Wiseman)
c. Ve en paz: Al dar una aprobación general sin decir específicamente «sí» o «no», parece que Eliseo dejó el asunto entre Naamán y Dios. Tal vez, confiaba en que Jehová personalmente convencería a Naamán de esto y le daría la integridad y la fuerza para evitar la idolatría.
i. Algunos comentaristas (Clarke y Trapp entre ellos) creen que Naamán pidió perdón por su idolatría previaen el templo de Rimón, en vez de pedir permiso para futuras ocasiones. Al parecer, el hebreo permitiría esta traducción, aunque no es la forma más natural de entender el texto.
ii. Sin embargo, ciertamente, podemos estar de acuerdo con la aplicación de Trapp: «Que ninguno por el ejemplo de Naamán alegue un alma recta en un cuerpo postrado».
C. La avaricia de Giezi.
1. (20-24) Giezi sigue a Naamán.
Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.
a. Correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa: Cuando Giezi escuchó hablar a Naamán y a Eliseo, quedó impactado de que su amo se negara a tomar algo de un hombre tan rico, influyente y agradecido. Él consideró que alguien debía beneficiarse de semejante oportunidad, y tomó la iniciativa de correr tras Naamán y tomar de él alguna cosa.
i. Giezi pensaba que Eliseo merecía una recompensa (mi señor estorbó a este sirio Naamán). También se convirtió exactamente en lo que Eliseo había evitado, en un usurpador (tomaré de él alguna cosa).
b. Te ruego que tomes dos talentos: Giezi, probablemente, pensó que Dios estaba bendiciendo su empresa. Después de todo, el pidió un talento de plata y Naamán gustoso le dio dos talentos.
i. El hecho de que lo puso todo a cuestas a dos de sus criados muestra que esto era mucha plata. «Se requirió de dos siervos para cargar estos dos talentos, pues, según cálculos, cada talento pesaba alrededor de 120 libras». (Clarke)
c. Lo guardó en la casa: Deliberadamente, los escondió de Eliseo. Giezi sabía que había obrado mal.
2. (25-27) La recompensa de Giezi.
Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. Él entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve.
a. ¿No estaba también allí mi corazón […]?: Eliseo supo. No sabemos si esto fue discernimiento sobrenatural, o simplemente obtenido por observación y conocimiento del carácter de Giezi. De una u otra forma, Eliseo supo. Todos los intentos de Giezi de cubrir su pecado fallaron.
b. ¿Es tiempo de tomar plata […]?: Parece que Eliseo no tenía ninguna ley en contra de recibir apoyo de los que eran tocados por su ministerio. Sin embargo, era espiritualmente claro para Eliseo, y debió haberlo sido también para Giezi, que no era apropiado en este tiempo y circunstancia.
i. Plata […] vestidos […] olivares […] viñas […] ovejas, bueyes, siervos y siervas: Evidentemente, Giezi no trajo todas estas cosas de Naamán a casa con él. Sin embargo, quería todas estas cosas, y Eliseo expuso su codicioso corazón.
ii. «Lo más grave de la acción de Giezi fue que comprometió el testimonio divino que había sido dado al sirio, Naamán, a través de la acción de la joven sierva y del profeta Eliseo. Sus acciones habían sido totalmente desinteresadas, y para la gloria de Dios». (Morgan)
c. Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre: Esto fue un juicio severo, pero al ser un hombre con ministerio estaba bajo un juicio más estricto. Cuando se permitió codiciar lo que tenía Naamán, pensó solo en términos del dinero que Naamán poseía. Dios le permitió mantener las riquezas, pero también le dio lo otro que Naamán tenía: una lepra severa.
i. «Giezi no es el último que ha obtenido dinero de una forma ilegal, y que ha obtenido la maldición de Dios junto a este». (Clarke)
ii. «Vemos aquí a un pagano que, por un acto de fe, es curado de lepra; y a un israelita que, por un acto de deshonra, es maldito con ella». (Dilday)
©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com