Deuteronomio 5 – Moisés le recuerda a Israel su pacto con Dios en el Sinaí
A. Moisés le recuerda a Israel su experiencia en el monte Sinaí
1. (1-3) La realidad presente del pacto de Dios con Israel
Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.
a. Llamó Moisés a todo Israel: Tras la breve introducción (Deuteronomio 4:44-49), Moisés reunió a Israel para el segundo y más extenso de los tres sermones que conforman el libro de Deuteronomio.
b. Oye, Israel: Israel estaba atado al pacto que se acordó en Éxodo 24:1-8. Aunque este pacto se hizo con la generación anterior que pereció en el desierto, la generación actual necesitaba entender y adoptar el pacto si querían disfrutar de sus bendiciones.
c. Hizo pacto: Literalmente, esto es «cortar un pacto». La idea de «cortar» está asociada con el pacto porque los pactos siempre se sellaban con sacrificio; es decir, se sacrificaba una víctima como parte del ritual de sellado del pacto.
d. No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros: De hecho, el pacto se hizo originalmente con la generación anterior, y Moisés no lo negó. Pero al dirigirse a la generación que conquistaría Canaán, Moisés enfatizó que este pacto era ahora de ellos. Era un pacto para los vivos, no para los muertos. Era una realidad presente, no una reliquia histórica.
i. «Se subraya el hecho de que el evento en Horeb no fue, simplemente, un evento del pasado que solo concernió a los antepasados de Israel; sino que ha sido una cuestión relevante para Israel en todas las épocas. El Israel original contenía en sí mismo a todos los israelitas posteriores». (Thompson)
ii. Existe un sentido en el que el Israel étnico de hoy sigue bajo el Antiguo Pacto, inicialmente acordado en el monte Sinaí y renovado una generación después en las llanuras de Moab y, de cierta manera, con cada generación desde entonces.
·El Antiguo Pacto no es un camino hacia la salvación; toda esa obra se cumple en el Nuevo Pacto a través de la persona y obra de Jesucristo.
·El Antiguo Pacto parece marcar el trato continuo de Dios con el pueblo judío, especialmente en los aspectos de bendición y maldición que formaban partes más amplias del pacto (Levítico 26, Deuteronomio 27-28). Están vinculados como un pueblo que Dios ha seleccionado y prometido utilizar para un papel importante en su plan para las edades.
·El pueblo judío continúa siendo bendecido de manera única en algunos aspectos y en algunos momentos, y también enfrenta maldiciones únicas en ciertos aspectos y en ciertos tiempos. Esto es resultado del pacto que hicieron con Dios en el monte Sinaí y renovaron aquí en Deuteronomio.
·Cualquier persona judía que está en Cristo no está bajo el Antiguo Pacto; están clara y maravillosamente bajo el Nuevo Pacto.
2. (4-5) La revelación de Dios a Israel en el monte Sinaí
Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del fuego. Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte. Dijo:
a. Cara a cara habló Jehová con vosotros: Cuando Dios dio su ley e hizo un pacto con Israel, comenzó con una dramática revelación de Sí mismo. Dios manifestó su presencia en el Sinaí con fuego, humo, relámpagos y el sonido de una trompeta (Éxodo 19:16-19; 20:18). Israel también oyó la voz de Dios desde el cielo (Éxodo 20:1; 20:19; 20:22). Esta íntima comunicación con Israel se describe figurativamente como: «cara a cara».
i. El uso de esta frase en relación con la revelación de Dios a Israel en el monte Sinaí ayuda a entender su aplicación en otros contextos. Deuteronomio 4:12 especifica que: «mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis». A pesar de esto, experimentaron una comunicación notablemente transparente con Dios, lo que justifica el uso de la figura retórica cara a cara.
ii. Es por esto que Éxodo 33:11 dice: «hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero», y utiliza esta figura retórica. Esto no significa que Moisés viera literalmente el rostro de Dios, ya que ningún hombre puede verlo y vivir (Éxodo 33:20). Más bien, Éxodo 33:11 indica que Moisés tuvo una comunicación libre y sin obstáculos con Jehová.
iii. «Cara a cara parece significar ‘en persona’; es decir, con la inmediatez del contacto personal». (Thompson)
b. Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros: Israel no podía soportar una comunicación tan libre y sin obstáculos con Jehová, así que le pidieron a Moisés que hablara con Dios en nombre de ellos (Éxodo 20:19).
B. Moisés le recuerda a Israel los Diez Mandamientos que Dios pronunció en el monte Sinaí
1. (6-7) El primer mandamiento: Prohibición de la idolatría
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.
a. Yo soy Jehová tu Dios: En el mundo antiguo, incluido Egipto, los hombres adoraban a muchos dioses. Al hacer este comentario, Jehová, el Dios del pacto de Israel, se diferenció de cualquiera de las otras supuestas deidades.
i. Cuando Moisés relató la entrega de los Diez Mandamientos a Israel en el monte Sinaí, utilizó casi las mismas palabras que en el relato de Éxodo 20.
ii. «En esta repetición de la Ley, se transponen algunas cosas y se cambian algunas palabras; tal vez, para refutar la opinión supersticiosa de los judíos, quienes estaban dispuestos a imaginar misterios milagrosos en cada letra». (Trapp)
b. Que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre: Antes de dar cualquier orden, Dios declaró quién era y lo que había hecho por Israel. El fundamento era claro: debido a quién era Dios y a lo que había hecho por su pueblo, tenía derecho a darles órdenes, y el pueblo de Dios tenía la obligación de obedecerle.
i. Sin embargo, los Diez Mandamientos nunca se dieron con la idea de que alguien pudiera ganarse la justicia o el cielo obedeciéndolos perfectamente. En el Sinaí, Dios también previó el incumplimiento de la Ley por parte de Israel, dándoles la institución del sacrificio para la expiación del pecado. Cada sacrificio apuntaba al sacrificio perfecto ofrecido por Jesús en la cruz.
ii. Estos Diez Mandamientos también pueden resumirse como lo hizo Jesús, al expresar que la esencia de la Ley es amar a Dios con todo tu ser y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:35-40). Esta simplificación no elimina los Diez Mandamientos, sino que los cumple, mostrándonos el corazón y el deseo de Dios para su pueblo. El problema es que tampoco hemos cumplido estos dos mandamientos, y mucho menos los diez.
iii. Jesucristo fue el único que alguna vez cumplió la Ley a la perfección, tanto en los diez como en los dos. Nunca necesitó hacer sacrificio por su pecado, por lo que pudo ser el sacrificio perfecto por todo el pecado. Maravillosamente, su obediencia es imputada a aquellos que ponen su amor y confianza en Él (Romanos 8:2-3).
iv. Para el creyente del Nuevo Pacto, la Ley de Dios actúa como un tutor (Gálatas 3:22-25). Antes de que el plan de salvación de Dios en Jesucristo se hiciera completamente evidente, el pueblo de Dios estaba bajo la vigilancia de la Ley, tanto en términos de estar obligados por ella como de recibir su protección. La ley, al revelar el carácter de Dios y exponer el pecado, prepara a las personas para acercarse a Jesús. Sin embargo, después de venir a Jesús en arrepentimiento y fe, y recibir el don de Dios a través del Nuevo Pacto, los creyentes ya no viven bajo la Ley como un tutor. Aunque aún recuerdan las lecciones que se les enseñaron.
v. Desde la perspectiva de toda la Biblia, se pueden identificar tres grandes propósitos y usos de la Ley de Dios:
·Es una barandilla que mantiene a la humanidad en el camino moral.
·Es un espejo que muestra al hombre su fracaso moral y su necesidad de un Salvador.
·Es una guía que revela el corazón y el deseo de Dios para su pueblo.
vi. Thompson dice lo siguiente sobre los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento: «Jesús se refirió a ellos en varias ocasiones (Mateo 5:21, 27, 33; Marcos 12:29-31; Lucas 10:27, 18:20) y están detrás de muchas afirmaciones en las Epístolas (Romanos 2:21, 22; Gálatas 5:19.; Efesios 4:28, 5:3; Hebreos 4:9; Santiago 2:11, entre otros).
c. No tendrás dioses ajenos delante de mí: El primer mandamiento se deriva de entender quién es Dios y lo que ha hecho por nosotros. Nada debe ponerse por delante de Dios, y Él es el Dios único al que adoramos y servimos.
i. En los días del antiguo Israel, existía una fuerte tentación de adorar a dioses como Baal, asociado con el clima y el éxito financiero, así como a Astoret, la diosa del sexo, el romance y la reproducción, junto con otras deidades locales. Hoy día, seguimos enfrentando la tentación de adorar a los mismos dioses, aunque ahora sin los antiguos nombres e imágenes.
ii. «No se debe traer a otros dioses a la compañía de Jehová, pues solo Él existe como Dios de Israel». (Merrill)
d. No tendrás dioses ajenos delante de mí: Esto no implicaba que estuviera permitido tener otros dioses si se alineaban detrás del Dios verdadero. Más bien, la idea es que no debe haber otros dioses ante la vista del Dios verdadero en nuestras vidas. Delante de mí es, literalmente, «a mi vista». Dios no permitiría dioses rivales. Solo Él debe ser adorado.
i. La falta de obediencia a este mandamiento se llama idolatría. Debemos huir de la idolatría (1 Corintios 10:14). Aquellos cuyas vidas están marcadas por la idolatría habitual no heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9-10, Efesios 5:5, Apocalipsis 21:8, 22:15). La idolatría es una obra de la carne (Gálatas 5:19-20), que es señal de nuestra vida anterior en lugar de la nueva (1 Pedro 4:3). Además, no debemos asociarnos con aquellos que se hacen llamar cristianos, pero son idólatras (1 Corintios 5:11).
2. (8-10) El segundo mandamiento: La prohibición de imágenes utilizadas para la idolatría
No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
a. No harás para ti escultura: El segundo mandamiento también prohibía la idolatría con respecto a dioses falsos. Además, prohibía representar al Dios verdadero, Jehová, con cualquier escultura creada con el propósito de adoración.
b. Ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra: Tanto en aquella época como en la nuestra, el culto estaba estrechamente ligado a las imágenes: imágenes idealizadas o, incluso, imágenes en la mente del hombre. Dios no permite la creación de imágenes para culto.
i. El segundo mandamiento no prohibía hacer una imagen de algo con fines artísticos. Dios mismo ordenó a Israel hacer imágenes de querubines (Éxodo 25:18, 26:31). Más bien, prohibía hacer imágenes como una ayuda o apoyo para la adoración.
ii. «Para apoyar su adoración de imágenes, la Iglesia católica romana ha dejado la totalidad de este segundo mandamiento fuera del decálogo, y así perdió un mandamiento completo de los diez; pero para mantener el número han dividido el décimo en dos». (Clarke)
iii. Juan 4:24 explica el fundamento del segundo mandamiento: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren». El uso de imágenes y otras cosas materiales como enfoque o «ayuda» para adorar niega quién es Dios (Espíritu) y cómo debemos adorarlo (en espíritu y en verdad).
c. Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso: Dios es celoso en el sentido de que no acepta ser, simplemente, un añadido en nuestras vidas; insiste en ser supremo y lo hace por amor.
i. «Zealous (‘celoso‘, en el sentido de entusiasta o fervoroso) podría ser una mejor traducción en inglés moderno, ya que jealousy (‘celos‘) ha adquirido exclusivamente un significado negativo». (Cole, Comentario sobre Éxodo 20).
d. Visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen: Esto no significa que Dios nos castiga directamente por los pecados de nuestros antepasados. Las palabras que nos indican lo anterior son: «de los que me aborrecen». Si los descendientes aman a Dios, no recibirán la iniquidad de los padres.
i. «Esto implica, necesariamente, que los hijos sigan los pasos de sus padres; porque ningún hombre puede ser condenado por la justicia divina por un crimen del que nunca fue culpable». (Clarke)
ii. Es importante destacar que el enfoque aquí está en la idolatría, y esto se refiere al juicio a escala nacional: las naciones que abandonan al Señor serán juzgadas, y ese juicio tendrá efectos a lo largo de las generaciones.
3. (11) El tercer mandamiento: La prohibición de tomar el nombre de Dios en vano
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano.
a. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano: En la antigua hechicería del Cercano Oriente, era común utilizar el nombre de un dios en los conjuros. Sin embargo, esto estaba prohibido por este mandamiento y existen, al menos, tres maneras comunes en las que el mandamiento es desobedecido:
·Profanidad: Implica usar el nombre de Dios en blasfemias y maldiciones.
·Frivolidad: Consiste en usar el nombre de Dios de manera superficial o trivial.
·Hipocresía: Afirmar el nombre de Dios, pero actuar de una manera que lo deshonra.
i. Jesús comunicó la idea de este mandato cuando nos enseñó a tener en cuenta la santidad del nombre de Dios en nuestras oraciones («santificado sea tu nombre», Mateo 6:9).
b. Porque Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano: La fuerza de este precepto ha llevado a extrañas tradiciones en el pueblo judío. Algunos hacen todo lo posible por intentar cumplir este mandato y se niegan, incluso, a escribir el nombre de Dios, por temor a que el papel sea destruido y el nombre de Dios sea escrito en vano.
i. «En el mundo antiguo y en el pensamiento de Israel, se consideraba que el nombre formaba parte integral de la persona que lo llevaba, y que su invocación en relación con una deidad confería poder a una situación específica. Un hombre creyente, por supuesto, podía invocar el nombre de Jehová, pero hacerlo descuidadamente estaba prohibido». (Thompson)
4. (12-15) El cuarto mandamiento: Guardar el día de reposo
Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo.
a. Guardarás el día de reposo para santificarlo: El mandamiento consistía en respetar el séptimo día (sábado) como día de descanso (ninguna obra harás), durante el cual no se debía realizar ningún trabajo. Este descanso era observado por todo Israel, tanto por el hijo como por el siervo, el extranjero e, incluso, se extendía al ganado.
i. Este es un principio crucial que, a menudo, se pasa por alto con demasiada facilidad. En este mandamiento, Dios afirmó la esencial humanidad y dignidad de las mujeres, los esclavos y los extranjeros al otorgarles el mismo derecho al día de descanso que el hombre libre de Israel. Este concepto, ciertamente, fue radical en el mundo antiguo.
ii. La explicación que Moisés dio de la Ley en Deuteronomio puso un énfasis especial en la verdad de que el día de reposo también era para los esclavos nacidos en el extranjero dentro de Israel. Deuteronomio 5:15 («Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto») no se cita en Éxodo 20.
b. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto: Esta es la razón que Moisés da aquí para la observancia del día de reposo, mientras que en Éxodo tiene sus raíces en los días de la creación (Éxodo 20:11). Ambos aspectos son ciertos: el día de reposo conmemora el descanso de Dios después de su obra de creación y también celebra la redención.
i. «Resulta sorprendente observar que, en lo que respecta al día de reposo, el motivo de la observancia ya no es el descanso de Dios durante la creación, sino la condición del pueblo como redimido de la esclavitud de Egipto». (Morgan)
ii. Esta comprensión progresiva del significado del día de reposo continúa en el concepto neotestamentario de este. El Nuevo Testamento presenta el día de reposo como una expresión del descanso del creyente en la obra consumada de Jesucristo a su favor (Hebreos 4:1-7), y como una conmemoración de la mayor obra de liberación y redención de Dios a través de la resurrección de Jesús el primer día de la semana.
c. Para santificarlo: Dios le ordenó a Israel, y por extensión a toda la humanidad, que asegurara la existencia de un tiempos agrado en su vida, un tiempo apartado para el descanso.
i. En sus tradiciones, el pueblo judío llegó a especificar detalladamente lo que consideraban permitido y prohibido en el día de reposo, con el fin de mantenerlo como un día sagrado. Por ejemplo, según Lucas 6:1-2, en la opinión de los líderes judíos, los discípulos eran culpables de cuatro violaciones del día de reposo cada vez que tomaban un bocado de grano en el campo, ya que segaban, trillaban, aventaban y preparaban la comida.
ii. Según la enseñanza de los antiguos rabinos, durante el Sabbat, un hombre no podía llevar nada en la mano derecha, ni en la izquierda, ni sobre el pecho o sobre el hombro. Sin embargo, se permitía llevar algo en el dorso de la mano, en el pie, en el codo, en la oreja, en el pelo, en el dobladillo de la camisa, en el zapato o en la sandalia. Además, en el Sabbat, estaba prohibido hacer nudos, aunque se hacía una excepción: una mujer podía hacer un nudo en su faja. Por lo tanto, si se necesitaba sacar un cubo de agua de un pozo, un israelita no podía atar una cuerda al cubo, pero una mujer podía atar su faja al cubo y sacarlo del pozo.
iii. En los hogares judíos practicantes de hoy, está prohibido encender una luz, una estufa o un interruptor los sábados. También se prohíbe conducir una cierta distancia o hacer llamadas telefónicas, todo regulado cuidadosamente por tradiciones que buscan cumplir la Ley con precisión.
d. Seis días trabajarás: Dios estableció el modelo del día de reposo desde el momento de la creación. Al descansar de sus obras en el séptimo día (Éxodo 20:11), Dios hizo del séptimo día un día de descanso de todas nuestras obras (Génesis 2:3). Es como si Dios estuviera enseñando que tener mucho por hacer no es excusa para no tomar el descanso necesario. Él, quien creó el universo, encontró tiempo para descansar de su trabajo.
i. Cuando Dios instruyó: «guardarás el día de reposo», les recordó el descanso. «El término sabbat se deriva del verbo hebreo “descansar o cesar de trabajar”» (Kaiser). El propósito principal del día de reposo era servir como una imagen anticipada del descanso que encontramos en Jesús.
ii. Como todo en la Biblia, entendemos este concepto con la perspectiva global de las Escrituras, no solo de un pasaje. Con este entendimiento, vemos que Jesús cumplió verdaderamente el propósito y el plan del día de reposo «para» nosotros y «en» nosotros (Hebreos 4:9-11). Él es nuestro descanso. Al recordar su obra terminada, observamos el día de reposo, observamos el descanso.
iii. Por lo tanto, toda la Escritura deja claro que bajo el Nuevo Pacto, nadie está obligado a observar un día de reposo (Colosenses 2:16-17 y Gálatas 4:9-11). Gálatas 4:10 nos dice que los cristianos no están obligados a observar «días, meses, estaciones o años». El descanso al que entramos como cristianos es algo que debemos experimentar todos los días, no solo un día a la semana: el descanso de saber que no tenemos que trabajar para salvarnos, sino que nuestra salvación se logra en Jesús (Hebreos 4:9-10).
iv. El día de reposo ordenado aquí y observado por Israel es una «sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo» (Colosenses 2:16-17). En el Nuevo Pacto, la idea no es que no haya un día de reposo, sino que cada día es un día de reposo en la obra acabada de Dios en Jesús. Por lo tanto, dado que la sombra del día de reposo se ha cumplido en Él, somos libres de observar como día de reposo cualquier día en particular, o ninguno.
v. Sin embargo, no podemos ignorar la importancia de un día de descanso. Dios nos ha diseñado con esa necesidad. Así como un coche necesita mantenimiento regular, nosotros necesitamos descanso regular; de lo contrario, no funcionaremos adecuadamente. Algunas personas son como coches con mucho kilometraje que no han recibido el mantenimiento adecuado, y eso se nota.
vi. Algunos cristianos son dogmáticos acerca de observar el sábado como día de reposo, en lugar del domingo. Sin embargo, dado que somos libres de considerar todos los días como dados a Dios, no hay diferencia real. No obstante, de alguna manera, el domingo parece más apropiado, ya que fue el día en que Jesús resucitó de entre los muertos (Marcos 16:9) y se reunió por primera vez con sus discípulos (Juan 20:19). También fue el día en que los cristianos se reunieron para tener compañerismo (Hechos 20:7 y 1 Corintios 16:2). Bajo la Ley antigua, los hombres trabajaban para obtener el descanso; pero después de que Jesús completó la obra en la cruz, el creyente entra en su reposo y desde ese reposo sale al trabajo.
vii. También se nos ordena trabajar seis días (seis días trabajarás). Según Clarke, «el que holgazanea en los seis días es tan culpable a los ojos de Dios como el que trabaja en el séptimo». Muchos cristianos podrían beneficiarse dedicando más «tiempo libre» a la obra del Señor. Cada cristiano debería tener una manera deliberada de servir a Dios y hacer avanzar el reino de Jesucristo.
5. (16) El quinto mandamiento: Honrar al padre y a la madre
Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
a. Honra a tu padre y a tu madre: Este mandamiento es sabio y bueno porque honrar a los padres es un pilar esencial para la estabilidad y la salud de toda sociedad. Si las generaciones más jóvenes están constantemente en guerra con las generaciones mayores, se destruirán los cimientos de la sociedad.
i. Honrar a los padres implica apreciarlos, cuidarlos y mostrarles respeto o reverencia, un mandamiento que se aplica a los hijos sin importar su edad.
ii. Jesús utilizó la forma en que los fariseos interpretaron este mandamiento como un ejemplo de como uno puede cumplir la Ley con una interpretación limitada y violar el espíritu del mandamiento (Mateo 15:3-6).
b. Para que sean prolongados tus días: En Efesios 6:2 Pablo repitió este mandato, enfatizando la promesa declarada aquí: «para que sean prolongados tus días». La rebelión es costosa y muchos han pagado un alto precio personal por su rebelión contra sus padres.
6. (17) El sexto mandamiento: La prohibición del asesinato
No matarás.
a. No matarás: Algunos se preguntan cómo Dios puede aprobar la pena capital (Éxodo 19:12) y al mismo tiempo promulgar esta prohibición de matar. Tanto en hebreo como en nuestro idioma, hay una distinción entre «matar» y «asesinar». A diferencia de matar, el asesinato es quitar la vida sin justificación legal (ejecución después del debido proceso) o justificación moral (matar en defensa propia). El mandamiento «no matarás» se refiere, específicamente, a la prohibición de asesinar.
i. La distinción entre matar y asesinar es clara en las leyes relacionadas con las ciudades de refugio (Números 35:9-34; Deuteronomio 4:41-43).
ii. «El intento de invocar esta ley como argumento a favor del pacifismo o de la abolición de la pena de muerte se basa en una interpretación errónea del versículo 17». (Thompson)
b. No matarás: Jesús explicó cuidadosamente la esencia de este mandamiento, mostrando que también prohíbe el odio hacia los demás (Mateo 5:21-26). Desear que alguien muera en nuestro corazón equivale a violar este mandamiento, aunque nunca llevemos a cabo tal acto por falta de valor o iniciativa. Incluso, si uno se abstiene de cometer homicidio, el simple hecho de albergar odio en el corazón es suficiente para transgredir el mandamiento.
7. (18) El séptimo mandamiento: La prohibición del adulterio
No cometerás adulterio.
a. No cometerás adulterio: Claramente, el acto en sí es condenado. Dios no permite ninguna justificación de las relaciones sexuales extramatrimoniales, a pesar de los frecuentes intentos de algunos por justificarlas. No se deben llevar a cabo, y cuando suceden, constituyen pecado y causan daño.
i. Dado que en el Antiguo Testamento existen castigos diferentes para el adulterio (Deuteronomio 22:22) y la seducción de una mujer virgen (Éxodo 22:16-17; Deuteronomio 22:23-29), se distingue entre el adulterio y las relaciones sexuales prematrimoniales. Ambos son condenados de manera distinta, aunque ambos sean considerados como malos.
ii. Merrill explica por qué otros pecados sexuales no se mencionan, específicamente, en los Diez Mandamientos: «En otros lugares, asuntos como la fornicación (Números 25:1), la prostitución (Deuteronomio 22:21) y la homosexualidad (Jueces 19:22; Levítico 18:22; Deuteronomio 23:17-18) reciben atención y se condenan enérgicamente. El adulterio, por su parte, implica infidelidad y ruptura del pacto, lo cual lo convierte en un paralelo adecuado a la infidelidad al pacto en un plano superior: el divino-humano».
b. No cometerás adulterio: El Nuevo Testamento claramente condena el adulterio: «Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia…» (Gálatas 5:19). Se condena el acto, pero no solo el acto en sí.
i. En lugar de centrarse únicamente en el acto en sí, Jesús explicó detalladamente el corazón de este mandamiento. Nos prohíbe «mirar a una mujer con deseo», ya que eso equivale a cometer adulterio en nuestro corazón o mente, incluso si no tenemos la oportunidad o el valor de llevar a cabo el acto físico (Mateo 5:27-30). No podemos considerarnos inocentes, simplemente, porque no hemos tenido la oportunidad de pecar de la manera que deseamos.
8. (19) El octavo mandamiento: La prohibición de robar
No hurtarás…
a. No hurtarás: Este mandamiento establece otro fundamento crucial para la sociedad humana al reconocer el derecho a la propiedad personal. Dios ha confiado claramente ciertas posesiones a individuos específicos, y nadie más, ni otros individuos ni estados, debe tomar esa propiedad sin el debido proceso legal.
i. «Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, se condena inequívocamente todo acto de robo. El derecho a la propiedad personal se considera fundamental en la economía establecida por Moisés. La palabra hebrea ganaḇ (robar) se menciona de nuevo en Deuteronomio, específicamente en Deuteronomio 24:7, en relación con el secuestro, una violación especialmente grave del octavo mandamiento, lo cual podía llevar a la esclavitud». (Kalland)
b. No hurtarás: También es posible robarle a Dios. Según Malaquías 3:8-10, debemos honrar a Dios con nuestros recursos financieros para evitar ser culpables de robarle. Además, podemos robar a Dios al negarnos a entregarnos a Él en obediencia y servicio, porque Él nos compró y le pertenecemos: «sabiendo que fuisteis rescatados no con cosas corruptibles, como oro o plata… sino con la sangre preciosa de Cristo» (1 Pedro 1:18-19).
c. No hurtarás: Efesios 4:28 da la solución al robo: «El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad».
9. (20) El noveno mandamiento: La prohibición de mentir, especialmente como testimonio legal
No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
a. No dirás falso testimonio contra tu prójimo: El sentido principal de este mandamiento se refiere al contexto legal. No obstante, también es común hablar en contextos informales donde nuestras palabras se toman en serio, y donde la verdad o el error son importantes tanto para nosotros como para los demás.
i. En un sentido amplio, podemos violar el noveno mandamiento mediante la calumnia, el chismorreo, la creación de falsas impresiones, el silencio, el cuestionamiento de los motivos que impulsan a alguien a actuar e, incluso, mediante la adulación.
ii. «La calumnia […] es una mentira difundida con la intención de causar daño. Es la forma más vil de perjudicar a otra persona. Comparado con quien perpetra esto, un gánster parece un caballero y un asesino, amable, ya que acaba con la vida de un golpe, con poco dolor. Pero aquel culpable de calumnias arruina una reputación que, quizás, nunca se recupere, y cause sufrimiento de por vida». (Redpath)
iii. «Esparcir rumores […] significa repetir un informe sobre una persona sin una investigación cuidadosa. He experimentado muchas veces el sufrimiento que esto conlleva. Repetir una historia que desacredita y deshonra a otra persona sin verificar los hechos es quebrantar este mandamiento. Cuántas personas, especialmente cristianos, se regocijan en esto y disfrutan causando estragos al contar historias de otros. Excusar la acción diciendo que creían que el informe era cierto, o que no había intención de calumniar, no es una justificación». (Redpath)
iv. Incluso el silencio inapropiado puede quebrantar este mandamiento. «Cuando alguien difunde una falsedad sobre otro y una tercera persona está presente y es consciente de que la afirmación es falsa pero opta por guardar silencio por miedo o para evitar conflictos, esa tercera persona es igualmente responsable de quebrantar esta ley, es considerada cómplice de la mentira».(Redpath)
v. «Si alguien tiene pruebas de una acusación pública contra otro y oculta esas pruebas, “será considerado responsable” (Levítico 5:1). Defender la verdad era importante en Israel». (Kalland)
b. No dirás falso testimonio de tu prójimo: El Nuevo Testamento lo expresa de manera simple: «No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos» (Colosenses 3:9). La mentira y las falsas representaciones pertenecen al viejo hombre, no a la nueva vida que los creyentes tienen en Jesucristo.
i. «¡Qué extraño que hayamos llegado a pensar que la madurez cristiana se demuestra por nuestra capacidad para decir lo que pensamos, cuando en realidad se expresa en el control de nuestras lenguas!». (Redpath)
ii. «¡Qué revelación tan sorprendente sería si pudiéramos reproducir una grabación de todo lo que cada miembro de la iglesia ha dicho sobre sus hermanos en una semana!».(Redpath)
iii. Satanás siempre está ahí para alentar una mentira (Juan 8:44; Hechos 5:3); y Jesús mismo fue víctima de falso testimonio (Marcos 14:57); de alguna manera, podríamos decir que este fue el pecado que envió a Jesús a la cruz.
10. (21) El décimo mandamiento: La prohibición de toda clase de codicia
No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni desearas la casa de tu prójimo, no su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
a. No codiciarás: Los primeros nueve mandamientos se centran más en las acciones y cosas que se hacen, mientras que el décimo mandamiento trata del corazón y sus deseos.
i. «Lo notable de este décimo y último mandamiento es que eleva la cuestión del pecado y la desobediencia del nivel del mero acto al de la actitud, el pensamiento y el deseo». (Merrill)
ii. Literalmente, la palabra usada para «codicia» aquí significa ‘anhelar’. La codicia funciona de la siguiente manera: los ojos miran un objeto, la mente lo admira, la voluntad se acerca a él y el cuerpo se mueve para poseerlo. El hecho de que no hayas dado el paso final no significa que no estés en el proceso de codiciar en este momento.
b. La casa […] mujer […] tierra […] de tu prójimo: La codicia se puede expresar hacia todo tipo de cosas; es el deseo de tener y poseer lo que otro tiene. Habla de una insatisfacción con lo que poseemos y de envidia hacia aquellos que tienen algo «mejor».
i. Hebreos 13:5 lo expresa bien: «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré».
ii. Este último mandamiento está íntimamente relacionado con el primer mandamiento contra la idolatría: «Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios». (Efesios 5:5)
iii. Jesús dio una advertencia especial sobre la avaricia, la cual explica la filosofía central del corazón codicioso: «Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee». (Lucas 12:15).
iv. En comparación con la entrega de los Diez Mandamientos en Éxodo 20, aquí Moisés añadió «su tierra» a lo que uno no debe codiciar. Moisés tenía en mente la herencia que cada uno recibiría en Canaán.
v. «La prohibición de codiciar la tierra del prójimo no tendría sentido sin los derechos familiares, los vínculos matrimoniales, la tranquilidad doméstica y la propiedad». (Kalland)
B. La respuesta de Israel y la respuesta de Dios en el monte Sinaí
1. (22-27) La respuesta de Israel: miedo y deseo de apartarse de Dios
Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijisteis: He aquí Jehová nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos.
a. En el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz: Toda la escena fue verdaderamente asombrosa: Habló Jehová; hubo fuego, una nube, oscuridad, y una gran voz; y todo ello causó tal impresión en Israel que le pidieron a Moisés que Dios no volviera a hablarles tan directamente (Éxodo 20:19).
i. ¿Por qué pues vamos a morir? […] Si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. La experiencia del monte Sinaí no fue una de dulce comunión con Dios. El mensaje del monte Sinaí no fue «vengan a mí», sino «aléjense, porque yo soy santo y ustedes no».
ii. Este es exactamente el mensaje del escritor a los hebreos en Hebreos 12:18-24: Nosotros, bajo el Nuevo Pacto, no hemos venido al monte Sinaí, ni recibimos el mensaje «aléjate»; nosotros hemos venido al monte Sion, donde el mensaje de Dios es «vengan a mí».
iii. Dos tablas: «El hecho de que estuvieran inscritos en dos tablas de piedra (4:13) les sugiere a muchos estudiosos que algunos de los mandamientos estaban contenidos en una tabla y el resto en la segunda. Otros, sin embargo, sostienen, según la práctica del pacto, que los Diez Mandamientos estaban grabados en cada una. Es decir, eran duplicados y cada parte del pacto conservaba una copia para sus archivos». (Merrill)
b. Tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos: Aunque, tal vez, Israel confiaba demasiado en su capacidad para obedecer a Dios, tenía el deseo de escuchar y hacer lo que Dios decía.
i. «Y, de hecho, sigue siendo función de la Ley infundir temor en los hombres y llevarlos a buscar un Mediador». (Trapp)
2. (28-33) Dios responde con placer esperanzador en Israel
Oyó Jehová la voz de vuestras palabras cuando me hablabais, y me dijo Jehová: He oído la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado; bien está todo lo que han dicho. ¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! Ve y diles: Volveos a vuestras tiendas. Y tú quédate aquí conmigo, y te diré todos los mandamientos y estatutos y decretos que les enseñarás, a fin de que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy por posesión. Mirad, pues, que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado; no os apartéis a diestra ni a siniestra. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.
a. Bien está todo lo que han dicho: Dios estaba complacido con la respuesta de Israel. Su respuesta fue evidencia de que lo tomaban en serio.
b. Quien diera que tuviesen tal corazón: El sentido es que Dios estaba complacido por lo que veía en Israel, pero deseaba que Israel mantuviera la misma actitud de corazón.
i. «He aquí un suspiro del corazón divino. Recuerda las lágrimas del Señor Jesús sobre Jerusalén […]. Dios anhela el corazón». (Meyer)
ii. Tal corazón: «El hecho más profundo y poderoso para producir resultados no es el de la inteligencia o la mente; es el del deseo o el corazón. Un hombre se convierte en aquello que realmente desea». (Morgan)
c. Para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre: Este es el motivo de Dios al pedir nuestra obediencia: para que nos vaya bien. Cada mandato de Dios tiene sus raíces en su amor por nosotros, no en un deseo obsesivo de control ni en una actitud mezquina hacia nosotros.
d. Mirad, pues que hagáis como Jehová vuestro Dios os ha mandado: Conocer la gloria de Dios (como se reveló en el monte Sinaí) y el amor de Dios (como se reveló en su anhelo de que les fuese bien), les dio razones suficientes para obedecer a Dios.
i. Cuando el pueblo de Dios tiene problemas para obedecerle, a menudo, olvida su gloria o su amor por ellos. A veces, olvida ambos.
© 1996-presente The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik