Isaías 59 – El golpe de realidad
A. El pecado que Dios ve.
1. (1) El problema del pueblo de Dios: cuál no es la causa.
He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír.
a. He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar: El pueblo de Dios se preguntaba por qué Dios no parecía rescatarlos de sus pruebas. Se preguntaban si quizás Dios había disminuido en fuerza – si Su mano se había acortado. El profeta Isaías les asegura que este no es el caso.
i. Esto toca uno de los mayores problemas de la teología práctica: ¿cómo puede haber un Dios de amor y de todo poder cuando hay sufrimiento humano? Si amáramos a alguien y tuviéramos el poder de poner fin a su sufrimiento, ¿no lo haríamos? Isaías se dirige a quienes se preguntan si Dios no es todopoderoso y por eso su sufrimiento continúa.
ii. El rabino Harold Kushner escribió un libro muy vendido titulado Cuando a la gente buena le pasan cosas malas (1981). Vendió más de cuatro millones de copias y estuvo en la lista de los más vendidos del New York Times durante todo un año. El objetivo de este libro es decir que Dios es todo amor pero no todopoderoso, que Dios es bueno, pero no soberano. Entonces, cuando le suceden cosas malas a la gente buena, es porque los eventos están fuera del control de Dios. Kushner aconseja a sus lectores que “aprendan a amar [a Dios] y perdonarlo a pesar de sus limitaciones”. Este ciertamente no es el Dios de la Biblia, porque he aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar. Isaías simplemente dice, “He aquí. Vean esto”.
b. Ni se ha agravado su oído para oír: Quizás el problema no es que Dios carece de poder. Quizás no tenga conocimiento de nuestro problema o no tenga interés en nuestro problema. Pero esta no es la situación en absoluto, como nos recuerda Isaías. El oído de Dios no se ha agravado. Él puede oírnos perfectamente.
2. (2) El problema del pueblo de Dios: cuál es la causa.
Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.
a. Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios: El problema no es con el poder de Dios, Su conocimiento o Su interés. El problema está en nuestras iniquidades. El pecado ha hecho división entre vosotros y vuestro Dios.
i. ¿De qué manera el pecado nos separa de Dios? El pecado no necesariamente nos separa de la presencia de Dios, porque Dios está presente en todas partes (Salmo 139:7) e incluso Satanás puede tener una audiencia con Dios (Job 1:6). El pecado no nos separa del amor de Dios, porque Dios ama a los pecadores (Romanos 5:8). Pero el pecado todavía separa.
· El pecado nos separa de la comunión con Dios porque, al menos en el momento de nuestro pecado, ya no pensamos como Dios.
· El pecado nos separa de la bendición de Dios porque, al menos en el momento de nuestro pecado, no confiamos en Dios ni dependemos de Él.
· El pecado nos separa de algunos de los beneficios del amor de Dios, incluso como cuando el hijo pródigo (Lucas 15:11-32) aún era amado por el padre, pero no disfrutaba de los beneficios de su amor cuando estaba en pecado.
· El pecado nos separa, de alguna manera, de la protección de Dios, porque Él permitirá que las pruebas se presenten en nuestro camino para corregirnos.
ii. ¡Qué fácil es para nosotros culpar de nuestros problemas a todo menos a nuestras iniquidades! ¡Incluso culparemos a Dios antes de ver que el problema está con nosotros! Primero negaremos quién es Dios antes de ver que el problema está con nosotros.
b. Y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro: Esto explica por qué el pueblo de Dios ya no sentía el rostro del Señor brillando sobre ellos (Números 6:25). Eran sus pecados, no la incapacidad de Dios para escuchar, o su falta de interés en escuchar.
i. Esto nos ayuda a entender – al menos en pequeña medida – el grito de Jesús en la cruz, Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? (Mateo 27:46). Mientras Jesús estuvo en el lugar de los pecadores culpables, hubo alguna forma en la que el rostro de Dios el Padre estuvo oculto de Él. No en un sentido absoluto y final; pero de alguna manera. Pero eso fue por nuestros pecados, no por los suyos.
3. (3-8) Una descripción detallada de los pecados del pueblo de Dios.
Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras. Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos. Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.
a. Porque vuestras manos están contaminadas de sangre: Practicaban y aprobaban la violencia y el asesinato.
b. Vuestros labios pronuncian mentira: Mentían con facilidad y regularidad.
c. No hay quien clame por la justicia: Ellos no compartían el corazón de Dios por lo que era justo y bueno; todos simplemente pensaban en términos de su propio bien. Tanto la justicia como la verdad eran conceptos distantes, y en lugar de justicia hablaban vanidades, en lugar de verdad pronunciaban mentira.
i. Motyer sobre hablan vanidades: “Isaías no describe sino diagnostica. Pueden pensar que están actuando con sensatez, pero en realidad todo es una tontería”.
d. Conciben maldades y dan a luz iniquidad, como si fueran serpientes que dan a luz a más serpientes malvadas, que no traen más que muerte (el que comiere de sus huevos morirá) y más maldad (y si los aprietan saldrán víboras).
i. Clarke sobre tejen telas de arañas: “Con sus tramas tejen redes, ponen trampas laboriosamente, con grandes dolores y artificios, por lo que pueden enredar e involucrar a sus pobres vecinos en complejidades y perplejidades, y así devorarlos, como la araña teje su telaraña para atrapar moscas y luego alimentarse de ellas”. Pero sus telas nunca los cubrirán ante Dios; Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos.
e. Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente: Tanto las manos como los pies son dados al pecado. Pero no termina ahí; hasta sus pensamientos son pensamientos de iniquidad.
f. Sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz: Sus decisiones y las consecuencias de ellas son claras. Sus veredas torcidas nunca los guiarán al camino de la paz, entendiéndose paz en el pleno sentido de Shalom.
i. Pablo citó Isaías 59:7-8 en Romanos 3:15-17. Usó este pasaje, conectado con otros pasajes del Antiguo Testamento, para demostrar que el hombre es un pecador “de la cabeza a los pies”.
ii. A la luz de todo este pecado, es asombroso – absolutamente asombroso – que el pueblo de Dios todavía pudiera creer (como lo hacía en Isaías 59:1) que el problema era con Dios y no con ellos.
B. Los efectos del pecado que el pueblo ve.
1. (9-11) Debido a su pecado, la oscuridad viene.
Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad. Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos. Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.
a. Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud: Debido a que el pueblo de Dios no tenía interés en la justicia, Dios no los bendijo con ella. Debido a que al pueblo de Dios no le importaba la rectitud, Dios no los bendijo con ella. Este es el principio de Jesús declarado en Mateo 13:12: Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
b. Esperamos luz, y he aquí tinieblas: Ahora, habiéndose entregado a la oscuridad, cuando quisieron la luz, no estaba allí. Cuando siempre tienes la luz a la que acudir, la oscuridad se siente “divertida”. Parece misteriosa y aventurera. Pero cuando la luz desaparece, nos desesperamos en la oscuridad.
2. (12-15a) Confesar su pecado y admitir su culpa.
Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: el prevaricar y mentir contra Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión.
a. Nuestros pecados han atestiguado contra nosotros… y la justicia se puso lejos: Ahora el pueblo de Dios está en un lugar mejor. Han tenido su control de la realidad y ven las cosas como son. Ya no culpan a la “mano acortada” de Dios, ni a que se “agravó su oído”. Saben que es debido a sus propias iniquidades que la justicia se puso lejos.
C. La salvación y redención que ve el Señor.
1. (15b-16a) Lo que vio el Señor.
Y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese
a. Y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho: El estado del pueblo de Dios no era un misterio para el Señor. Ellos clamaron en Isaías 59:12-15a, declarando cuán desesperada era su condición – y el Señor la sabía desde el principio.
b. Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese: No solo el estado del pueblo de Dios era malo, sino que ninguno de ellos tomó la iniciativa para corregir las cosas. ¿Dónde estaba el hombre que guiaría al pueblo en justicia? No pudo ser encontrado. ¿Dónde estaba el que interpusiese, que defendería el caso de Dios ante el pueblo y guiaría el arrepentimiento del pueblo ante su Dios? No hubo quien se interpusiese.
2. (16b-19) Lo que hizo el Señor.
Y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia. Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, como para vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus adversarios; el pago dará a los de la costa. Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.
a. Y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia: Dios esperó y esperó a que un Israel desobediente se volviera a él. Esperó y esperó a que un hombre los condujera de regreso a Él, o un intercesor que suplicara ante Él. Ninguno se levantó; así que lo hizo el Señor mismo. Si un hombre o un intercesor hubiera salido, habría salvado a Israel de muchas calamidades. Pero el hecho de que ningún hombre o ningún intercesor se adelantara, no arruinó el plan de Dios. El esperaba trabajar en sociedad a través de un hombre. Esperaba para trabajar a través de un intercesor. Pero la obra de Dios aún se llevaría a cabo aún si no surgiera ninguno.
b. Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza: Ningún hombre dio un paso al frente para trabajar con el Señor, así que el Señor se puso Su armadura y fue a destruir a Sus enemigos, proteger a Su pueblo y glorificar Su nombre.
i. La mayoría de la gente no capta la conexión entre Isaías 59:17-18 y los comentarios de Pablo sobre nuestra armadura espiritual en Efesios 6:10-17. En ese pasaje, Pablo llama a esa armadura toda la armadura de Dios, y es la armadura de Dios en el sentido de que le pertenece a Él – después de todo, Él la usa aquí en Isaías 59:17-18 – y nos permite usarla. para luchar por Él.
ii. Es posible que veamos una conexión. Si no nos ponemos la armadura de Dios y luchamos por Él, eventualmente Dios se la pondrá y luchará por Su gloria. Pero Dios prefiere trabajar en nosotros, a través de nosotros, con nosotros, usando Su armadura.
c. Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria: Esto muestra que el resultado final será maravilloso. En Su victoria final – de la que Él quiere que participemos pero que logrará con o sin nosotros – la gloria del Señor será conocida y respetada de este a oeste.
d. Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él. Los enemigos del Señor nunca triunfarán sobre Él. Incluso si llegan como un rio y parecen imparables, el Señor levantará bandera de batalla contra ellos y los detendrá. Dios le da a su pueblo el glorioso privilegio de ser más que vencedores (Romanos 8:37) pero ganará la batalla con o sin nosotros.
3. (20-21) Lo que dijo el Señor.
Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.
a. Y vendrá el Redentor a Sion: Después de hablar en tercera persona a través del profeta, ahora el Señor habla en primera persona a través del profeta. Cuando habla, declara: el Redentor – el goel – vendrá… a Sion.
i. El goel – algunas veces traducido como el redentor o el pariente cercano, aquí simplemente como el redentor – tenía un papel específicamente definido en la vida familiar de Israel. El pariente redentor era responsable de sacar de la esclavitud a un compatriota israelita (Levítico 25:48). Él era responsable de ser el “vengador de la sangre” para asegurarse de que el asesino de un miembro de la familia respondiera por el crimen (Números 35:19). Él era responsable de recomprar la tierra de la familia que se había perdido (Levítico 25:25). Y él era responsable de continuar con el apellido al casarse con una viuda sin hijos (Deuteronomio 25:5-10). En estos, vemos que el goel, el pariente-redentor, era responsable de salvaguardar a las personas, la propiedad y la posteridad de la familia.
ii. Cuando la versión Reina Valera pone en mayúsculas Redentor, lo hace correctamente– porque nuestro goel es Jesucristo. Él es nuestro pariente más cercano porque ha agregado humanidad perfecta a Su deidad. Él es quien nos saca de la esclavitud. Él es quien venga los agravios que nos han hecho. Él protege nuestra herencia y bendice y guarda nuestra posteridad. Esta promesa del Señor en Isaías 59:20 podría reformularse: “¡Enviaré a mi Mesías, el Redentor de toda la humanidad, Jesús de Nazaret!”.
b. A los que se volvieren de su iniquidad: ¿A quién viene el Redentor? A los que se volvieren de su iniquidad. El goel solo trabajaba para aquellos que solicitaban sus servicios y sabían que lo necesitaban.
c. El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras… no faltarán de tu boca… desde ahora y para siempre: El pacto que Dios hace con su pueblo promete un Espíritu permanente y una palabra permanente. Dios cumple su propósito en las personas y a través de toda la creación a través del Espíritu y de su palabra.
©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com