A. Muerte a la ley.
1. (1-3) La ley tiene autoridad solo sobre los vivos.
¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.
a. La ley se enseñorea: En Romanos 6:14, Pablo nos dijo que no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. Después de la discusión en Romanos 6:15-23 en cuanto a las implicaciones prácticas de esto, él ahora explica de manera más detallada cómo es que ya no estamos bajo el dominio de la ley.
b. La ley se enseñorea del hombre: La antigua redacción griega aquí no tiene la palabra “la” antes de ley. Esto significa que Pablo habla de un principio más amplio que la Ley de Moisés. La ley que se enseñorea del hombre incluye la ley de Moisés, pero hay un principio más amplio de la ley comunicado por la creación y la consciencia, y éstas también se enseñorea[n] del hombre.
c. La ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive: Pablo toma el punto que la muerte pone fin a todas las obligaciones y contratos. Una esposa ya no está obligada a su marido si él muere porque la muerte termina ese contrato. Si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.
2. (4) Nuestra muerte con Jesús nos libera de la ley.
Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
a. También vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo: En Romanos 6:3-8, Pablo explicó cuidadosamente que morimos con Jesús y también hemos resucitado con Él, aunque Pablo solo habló de nuestra muerte al pecado. Ahora él explica que nosotros también morimos a la ley.
i. Algunos podrían pensar, “Sí, fuimos hechos salvos por gracia, pero debemos vivir bajo la ley para agradar a Dios”. Aquí Pablo lo pone en claro que los creyentes han muerto a la ley en la medida que representa un principio de vida o una manera de estar justos ante Dios.
ii. “Los creyentes han terminado con la ley. No es para ellos una opción como camino de salvación. No buscan estar bien con Dios al obedecer algún tipo de ley, como lo han hecho los adherentes de casi todas las religiones”. (Morris)
b. Para que seáis de otro: Sin embargo, no fuimos hechos libres de la ley para que podamos vivir para nosotros mismos; somos libres para ser de Jesús y para que podamos llevar fruto para Dios.
3. (5) El problema con la ley.
Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.
a. Mientras estábamos en la carne: Bajo la ley, no llevábamos fruto para Dios. En cambio, estábamos llevando fruto para muerte, porque la ley obraba las pasiones del pecado dentro de nosotros.
b. Llevando fruto para muerte: Pablo explicará este problema de la ley en más detalle en Romanos 7:7-14. Pero ahora vemos su punto: que solo llegamos completamente al lugar de llevar fruto para Dios cuando somos hechos libres de la ley.
4. (6) Libres de la ley.
Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
a. Pero ahora estamos libres de la ley: Pablo resume el tema de Romanos 7:1-5. Debido a que hemos muerto con Jesús en el calvario, estamos muertos a la ley y estamos libres de su dominio sobre nosotros como un principio de justificación o de santificación.
i. La ley no nos justifica; no nos hace justos ante Dios. La ley no nos santifica; no nos lleva a un lugar más íntimo con Dios ni nos hace más santos.
b. De modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu: Nuestra libertad no es dada para que paremos de servir a Dios, sino para que podamos servirle mejor, bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
i. ¿Qué tan bien sirvesbajo el régimen nuevo del Espíritu? Es una lastima que muchos sirven al pecado o al legalismo con más devoción que aquellos que debieran de servir a Dios con el régimen nuevo del Espíritu. Es una lastima cuando el temor nos motiva más que el amor.
B. Nuestro problema con la ley perfecta de Dios.
1. (7a) Pablo pregunta: ¿La ley es (igual al) pecado?
¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado?
a. ¿La ley es pecado? Si seguimos el pensamiento podemos entender cómo alguien podría inferir esto. Pablo insistió que debemos morir a la ley para llevar fruto a Dios. Alguno podría pensar: “¡Seguramente hay algo malo con la ley!”
2. (7b) No, la ley es buena porque nos revela el pecado.
En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.
a. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley: La ley es como una máquina de rayos-x; revela lo que está allí, pero que estaba oculto. No puedes echarles la culpa a los rayos-x por lo que exponen.
b. Porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás: La ley establece el “límite de velocidad” para que sepamos exactamente si vamos demasiado rápido. Puede ser que nunca sepamos que estamos pecando en muchas áreas (como en el caso de la codicia) si la ley no nos lo muestra específicamente.
3. (8) El pecado corrompe el mandamiento (la ley).
Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.
a. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento: Pablo describe la dinámica en donde la advertencia “no hagas eso” se puede convertir en un llamado de acción debido a nuestros corazones pecaminosos y rebeldes. No es la culpa del mandamiento, pero es nuestra culpa.
i. En su libro Confesiones, el gran teólogo de la antigua iglesia Agustín describió cómo la dinámica obró en su vida mientras era un hombre joven: “Había un árbol de peras cerca de nuestro viñedo lleno de fruto. Una noche de tormenta nosotros, jóvenes pícaros, nos propusimos para robarlo y llevarnos los despojos. Tomamos una gran cantidad de peras, no para comerlas nosotros, sino para arrojarlas a los puercos, aunque comimos las suficientes para tener el placer de la fruta prohibida. Estas eran buenas peras, pero no eran las peras que mi alma miserable codiciaba, porque yo tenía mejores en casa. Yo las tomé simplemente para convertirme en un ladrón. El único banquete que tuve fue el banquete de iniquidad, el cual disfruté hasta lo máximo. ¿Qué fue lo que yo amaba del robo? ¿Fue el placer de haber actuado en contra de la ley? El deseo de robar fue despertado simplemente por la prohibición de robar”.
ii. En la historia americana, sabemos que la Enmienda de Prohibición no detuvo el beber alcohol. En muchas maneras hizo el beber más atractivo a las personas, debido a nuestro deseo de romper límites puestos por un mandamiento.
iii. Una vez que Dios establece un límite para nosotros, inmediatamente nos da tentación de cruzar esa barrera. Esto no es culpa de Dios o de Su barrera, sino de nuestros corazones pecaminosos.
b. El pecado, tomando ocasión por el mandamiento: La debilidad de la ley no está en la ley, está en nosotros. Nuestros corazones son tan malvados que pueden encontrar la ocasión de toda codicia de algo bueno como la ley de Dios.
i. “La palabra ocasión en la versión original es un término militar que significa una base de operaciones. La prohibición provee un trampolín del cual el pecado está demasiado listo para despegar”. (Harrison)
ii. Un hotel frente al mar en Florida estaba preocupado de que las personas trataran de pescar desde los balcones, así que pusieron un letrero que decía: “NO PESCAR DESDE EL BALCÓN”. Tuvieron problemas constantes con personas pescando desde sus balcones, con hilos y pesas quebrando ventanas y molestando a las personas en las habitaciones de abajo. Finalmente resolvieron el problema al quitar los letreros, y nadie pensó de pescar desde los balcones. Debido a nuestra naturaleza caída, la ley en realidad puede funcionar como una invitación a pecar.
c. Sin la ley el pecado está muerto: Esto muestra lo grande que es la maldad del pecado: puede tomar algo bueno y santo como la ley y torcerla para promover maldad. El pecado deforma el amor en lujuria, un deseo honesto de mantener a la familia en uno de avaricia, y la ley en un promotor del pecado.
4. (9) El estado de inocencia de Pablo antes de conocer la ley.
Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
a. Y yo sin la ley vivía en un tiempo: Los niños pueden ser inocentes antes de que ellos conozcan o entiendan lo que la ley requiere. Esto es a lo que se refiere Pablo cuando dice yo sin la ley vivía en un tiempo.
i. “Él no está vivo con la vida de la que los escritures del Nuevo Testamento hablan tan a menudo. Él está vivo en el sentido de que nunca ha sido condenado a la muerte como resultado de una confrontación con la ley”. (Morris)
i. “Él estaba bastante seguro en medio de todos sus pecados y maldad. Él estaba vivo en el sentido de que un golpe mortal aún no lo había matado. Se sentaba seguro en la casa de su ignorancia como un hombre que vive en un volcán pensando que todo está bien”. (Lenski)
b. Pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí: Cuando llegamos a conocer la ley, la ley nos muestra nuestra culpa y excita nuestra rebelión, provocando más pecado y muerte.
5. (10-12) El pecado corrompe la ley y derrota su propósito de dar vida; una vez que la ley ha sido corrompida por el pecado, trae muerte.
Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
a. Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte: El pecado hace esto por engaño. El pecado nos engaña:
· Debido a que el pecado promete falsamente satisfacción.
· Debido a que el pecado clama falsamente una excusa adecuada.
· Debido a que el pecado promete falsamente un escape del castigo.
b. Porque el pecado . . . me engañó: No es la ley que nos engaña, pero es el pecado el cual usa la ley como una ocasión para rebelión. Esto es el porqué Jesús dijo: conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32). La verdad nos hace libres del engaño del pecado.
c. Y por él me mató: El pecado, cuando es seguido, lleva a la muerte, no a la vida. Uno de los mayores engaños de Satanás es hacernos pensar que el pecado es algo bueno del cual un Dios desagradable nos quiere privar. Cuando Dios nos advierte que nos alejemos del pecado, nos advierte de algo que nos matará.
d. De manera que la ley a la verdad es santa: Pablo entiende cómo alguien puede tomar esto para decir que él está en contra de la ley, pero no lo está. Es verdad que debemos morir al pecado (Romanos 6:2) y que debemos morir a la ley (Romanos 7:4). Pero eso no debe entenderse como si Pablo cree que el pecado y la ley están en la misma canasta. Sin embargo, el pecado corrompe la obra o el efecto de la ley, así que debemos morir a ambos.
C. El propósito y carácter de la ley.
1. (13) La ley expone y magnifica el pecado.
¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
a. El pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno: Aunque la ley provoca nuestra naturaleza pecaminosa, esto puede usarse para bien porque expone de una manera más dramática nuestra profunda maldad. Después de todo, si el pecado puede utilizar algo tan bueno como la ley para su beneficio a promover la maldad, muestra lo malvado que es el pecado.
i. Necesitamos que el pecado se muestre pecado, porque siempre quiere esconderse en nosotros y ocultar su verdadera profundidad y fuerza. “Este es uno de los resultados más deplorables del pecado. Nos hace daño en mayor parte al quitarnos la capacidad de saber cuanto estamos heridos. Socava la constitución del hombre, y sin embargo, lo lleva a presumir de una vitalidad inagotable; le hace que mendigue y le dice que es rico; le desnuda y le hace que se glorié en sus vestidos elegantes”. (Spurgeon)
ii. “La ley, por lo tanto, es el gran instrumento en las manos de un ministro fiel, para alarmar y despertar a los pecadores”. (Clarke)
b. A fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso: El pecado “se hace más pecaminoso” a la luz de la ley en dos maneras. Primero, el pecado se vuelve sobremanera pecaminoso en contraste con la ley. Segundo, el pecado se vuelve sobremanera pecaminoso debido a que la ley provoca su naturaleza malvada.
i. “En lugar de ser una dinamo que nos da poder para vencer, la Ley es un imán que saca de nosotros todo tipo de pecado y corrupción”. (Wiersbe)
ii. Sobremanera pecaminoso: “¿Por qué no dijo: ‘sobremanera negro’, o ‘sobremanera horrible’ o ‘sobremanera mortal’? Por qué, porque no hay nada en el mundo tan malo como el pecado. Cuando quiso usar la peor palabra que pudo encontrar para llamar al pecado, lo llamó por su propio nombre y lo reiteró: ‘pecado’, ‘sobremanera pecaminoso’”. (Spurgeon)
2. (14) La ley espiritual no puede retener a un hombre carnal.
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
a. Mas yo soy carnal: La palabra carnal simplemente significa “de la carne”. Pablo reconoce que una ley espiritual no puede ayudar a un hombre carnal.
i. Carnal usa la antigua palabra griega sarkikos, la cual significa, “caracterizado por la carne”. En este contexto habla de la persona que puede y debe hacer cosas de manera diferente pero no lo hace. Pablo ve esta carnalidad en si mismo, y sabe que la ley, a pesar de que es espiritual, no tiene la respuesta para su naturaleza carnal.
b. Vendido al pecado: Pablo está en servidumbre al pecado y la ley no le puede ayudar. Él es como un hombre arrestado por un crimen y encarcelado. La ley solo le puede ayudar si él es inocente, pero Pablo sabe que él es culpable y que la ley argumenta en contra de él, no a su favor.
c. Aunque Pablo dice que él es carnal, no significa que él no es cristiano. Su conocimiento de su carnalidad es evidencia que Dios a hecho una obra en él.
i. Lutero acerca de “mas yo soy carnal, vendido al pecado”:“Esa es la prueba del hombre sabio y espiritual. Él sabe que es carnal, y está disgustado consigo mismo; así es, él se odia a si mismo y alaba a la Ley de Dios, la cual él reconoce debido a que es espiritual. Pero la prueba del hombre carnal necio es esta: que se considera a si mismo espiritual y está satisfecho de sí mismo”.
D. La lucha de la obediencia en nuestra propia fuerza.
1. (15-19) Pablo describe su sentido de impotencia.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
a. Porque lo que hago, no lo entiendo: El problema de Pablo no es falta de deseo, él quiere hacer lo que es correcto (pues no hago lo que quiero). Su problema no es conocimiento, él sabe lo que es correcto. Su problema es falta de poder: porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Le falta poder porque la ley no da poder.
i. La ley dice: “Aquí están las reglas y es mejor que las guardes”. Pero no nos da poder para guardar la ley.
b. Ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí: ¿Pablo está negando su responsabilidad como pecador? No. Él reconoce que cuando él peca, él actúa en contra de su naturaleza como una nueva criatura en Cristo Jesús. El cristiano debe reconocer su pecado, pero darse cuenta que el impulso de pecar no viene de lo que realmente somos en Cristo Jesús.
i. “Para ser salvo del pecado, un hombre debe al mismo tiempo poseerlo y repudiarlo; es esta paradoja práctica la que se refleja en este versículo. Un verdadero santo puede decirlo en un momento de pasión, pero es mejor que un pecador no lo haga un principio”. (Wuest)
2. (20-23) La batalla entre dos esclavos.
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
a. Hallo esta ley: que el mal está en mí: Cualquiera que haya intentado hacer el bien está consciente de esta lucha. Nunca sabemos lo difícil que es dejar de pecar hasta que lo intentamos. “Ningún hombre sabe lo malo que es hasta que ha tratado ser bueno”. (C.S. Lewis)
b. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios: Pablo sabe que su verdadero hombre interior se deleita en la ley de Dios. Él entiende que el impulso del pecado viene de otra ley en mis miembros. Pablo sabe que su “verdadero yo” es aquel que se deleita en la ley de Dios.
i. El viejo hombre no es el verdadero Pablo; el viejo hombre está muerto. La carne no es el verdadero Pablo; la carne está destinada a morir y ser resucitada. El nuevo hombre es el verdadero Pablo; ahora el reto de Pablo es vivir como Dios le a hecho.
ii. Existe un debate entre los cristianos sobre si Pablo era cristiano durante la experiencia que él describe. Algunos miran su lucha contra el pecado y creen que debió haber sido antes de que él naciera de nuevo. Otros creen que él es solo un cristiano batallando con el pecado. En cierto sentido, esta es una pregunta irrelevante, pues es la batalla que cualquiera enfrenta cuando intenta obedecer a Dios con sus propias fuerzas. Esta experiencia de lucha y derrota es algo que a un cristiano le puede pasar, pero algo que un no-cristiano solopuede experimentar.
iii. Morris citando a Griffith Thomas: “El punto de los pasajes es que describen a un hombre que está tratando ser bueno y santo por sus propias fuerzas pero es golpeado de nuevo cada vez por el poder del pecado que mora en él; por lo tanto se refiere a cualquiera, regenerado o no regenerado”.
c. Que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado: El pecado es capaz de librar batalla dentro de Pablo y ganar debido a que no hay otro poder en sí mismo queno sea él, para dejar de pecar. Pablo queda atrapado en la impotencia de intentar luchar contra el pecado en la fuerza de uno mismo.
E. La victoria hallada en Cristo Jesús.
1. (24) La desesperación y perspectiva de Pablo.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
a. ¡Miserable de mí! La antigua palabra griega para miserable es más literalmente, “miserable por el agotamiento de un trabajo duro”. Pablo está completamente agotado y miserable debido a su esfuerzo sin éxito de agradar a Dios bajo el principio de la Ley.
i. “Vale la pena tener en cuenta que los grandes santos a través de la historia no suelen decir, ‘¡Qué bueno soy!’, Sino que tienden a lamentar su pecaminosidad”. (Morris)
ii. El legalismo siempre lleva a una persona cara a cara con su propia miseria, y si continúa en el legalismo, reaccionará de una de dos maneras. O negarán su miseria y se convertirán en fariseos autosuficientes, o se desesperarán por su miseria y dejarán de seguir a Dios.
b. ¡Miserable de mí! Todo el tono de la declaración muestra que Pablo está desesperado por liberación. Él está abrumado con un sentido de su propia impotencia y pecaminosidad. Debemos de llegar al mismo lugar de desesperación para encontrar victoria.
i. Tu deseo debe ir más allá de una vaga esperanza de ser mejor. Debes clamar contra ti mismo y clamar a Dios con la misma desesperación que tuvo Pablo.
c. Quien me librará: La perspectiva de Pablo finalmente se vuelve hacia algo (en realidad, hacia alguien) fuera de sí mismo. Pablo se ha referido a sí mismo unas 40 veces desde Romanos 7:13. En el hoyo de su lucha sin éxito contra el pecado, Pablo se volvió completamente a enfocarse y obsesionarse en si mismo. Este es el lugar de cualquier creyente que vive bajo la ley, que se ve a si mismo y a su desempeño personal en lugar de mirar primero a Jesús.
i. Las palabras “Quién me librará” muestra que Pablo se ha dado por vencido, y pide “¿Quién me librará?” en lugar de “¿Cómo me he de librar?”
ii. “No es la voz de alguien que está desanimado o dudando, sino de una persona que anhela liberación”. (Poole)
d. ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Cuando Pablo describe este cuerpo de muerte, algunos comentaristas ven una referencia a los antiguos reyes que atormentaban a sus prisioneros al encadenarlos a cadáveres en descomposición. Pablo anhelaba ser liberado del miserable cuerpo de muerte encadenado a él.
i. “Era costumbre de los antiguos tiranos, cuando deseaban someter a los hombres a los castigos más terribles, atarles un cadáver, poniéndolos espalda con espalda; y allí estaba el hombre vivo, con un cuerpo muerto atado a él, descomponiéndose, pudriéndose, corrompiéndose, y este él debía de arrastrar a cualquier lugar que fuera. Ahora, esto es lo que el cristiano debe hacer. Él tiene dentro de él la nueva vida; tiene un principio viviente y inmortal, que el Espíritu Santo ha puesto en él, pero siente que cada día debe arrastrar consigo este cuerpo muerto, este cadáver, algo tan repugnante, tan horrible, tan abominable para su nueva vida, como un cadáver muerto y apestoso lo sería para un hombre vivo”. (Spurgeon)
ii. Otros ven una referencia al pecado en general, como Murray: “Cuerpo ha sido tomado a significar masa y cuerpo de muerte como todala masa de pecado. Por lo tanto, lo que Pablo desea es ser librado del pecado en todos sus aspectos y consecuencias”.
iii. “Por el cuerpo de muerte él quiere decir toda la masa de pecado, o aquellos ingredientes del cual todo el hombre está compuesto; excepto que en él quedaron solo reliquias, por los lazos cautivos de los cuales estaba retenido”. (Calvino)
2. (25) Pablo finalmente mira fuera de sí mismo hacia Jesús.
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
a. Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro: Finalmente, Pablo mira fuera de sí mismo y a Jesús. Tan pronto como él ve a Jesús, él tiene algo por que dar gracias a Dios, y le da gracias a Dios por Jesucristo Señor nuestro.
i. Por significa que Pablo ve a Jesús parado entre él y Dios, proveyendo el camino a Dios. Señor significa que Pablo ha puesto a Jesús en el lugar correcto, como Señor y amo de su vida.
b. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado: Él reconoce el estado de lucha, pero da gracias a Dios por la victoria en Jesús. Pablo no pretende que al ver a Jesús se desaparece la lucha: Jesús obra por nosotros, no en lugar de nosotros en la batalla contra el pecado.
i. La gloriosa verdad permanece: ¡hay victoria en Jesús! Jesús no vino y murió solo para darnos más reglas o reglas mejores, sino para vivir su victoria a través de aquellos que creen. El mensaje del evangelio es que hay victoria sobre el pecado, el odio, la muerte y toda maldad mientras rendimos nuestras vidas a Jesús y le dejamos que viva la victoria a través de nosotros.
c. Por Jesucristo Señor nuestro: Pablo muestra que aunque la ley es gloriosa y buena, no puede salvarnos, y necesitamos un Salvador. Pablo nunca encontró paz, ni alabanza a Dios hasta que miró fuera de sí mismo y más allá de la ley a su Salvador, Cristo Jesús.
i. Tú pensabas que el problema era que no sabías qué hacer para salvarte, pero la ley llegó como un maestro, te enseñó todo lo que debías hacer y tú aún no podías lograrlo. No necesitas a un maestro, necesitas a un Salvador.
ii. Tú pensabas que el problema era que no tenías la suficiente motivación, pero la ley llegó como un entrenador para darte ánimo en lo que debías hacer, pero aún así no lo hiciste. No necesitas a un entrenador o a un orador motivacional, necesitas a un Salvador.
iii. Tú pensabas que el problema era que no te conocías biena ti mismo, pero la ley llegó como un doctor y te diagnosticó perfectamente tu problema de pecado, pero la ley no te podía sanar. No necesitas a un doctor, necesitas a un Salvador.
©2020 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com