A. Elías huye hacia el desierto.
1. (1-3) La amenaza de Jezabel.
Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
a. Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho: El reporte llegó como un gran golpe a este campeón de la adoración a Baal y a Astarot en Israel. Ella tenía en muy alta estima a estos sacerdotes que mantenía de la tesorería real, y ahora habían muerto por la mano de Elías.
b. Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos: Jezabel escuchó todo lo que Elías había hecho, incluyendo la gran confrontación en el monte Carmelo. Pero su respuesta no fue decir: «El silencio de Baal y el fuego de Yahveh prueban que estoy equivocada y que Yahveh es Dios». En lugar de esto, ella respondió con un voto de matar en 24 horas al hombre que expuso la mentira de la adoración a Baal, y que demostró la gloria de Yahveh.
i. «Él, probablemente, pensaba que el milagro en el Carmelo sería el medio de hacer efectiva la conversión de toda la corte y del país; pero, al haberse equivocado, se desalentó en gran manera». (Clarke)
c. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba: No podemos decir con seguridad si Dios estaba conduciéndolo o no. Está claro que Dios quería proteger a Elías, pero no podemos decir si Dios quería protegerlo en Jezreel o protegerlo sacándolo de Jezreel. Sin embargo, Elías fue como 80 millas hacia al sur, hacia Beerseba.
i. «Probablemente, Elías había caído en la trampa de Jezabel. Si ella realmente hubiera querido matar a Elías, seguramente lo hubiera aprehendido sin advertencia y lo hubiera matado. Lo que ella deseaba era que Elías y su Dios fueran desacreditados delante de los nuevos convertidos que habían ayudado a Elías al ejecutar a los profetas de Baal». (Patterson y Austel)
ii. «Elías fracasó en el mismo punto en el cual era más fuerte, y que es donde la mayoría de los hombres fallan. En la Escritura, es el hombre más sabio quien prueba ser el más necio; y, justamente, el hombre más manso, Moisés, habló palabras apresuradas y amargas. Abraham falló en su fe, y Job en su paciencia; así, quien era el más valiente de todos los hombres, huyó de una mujer enojada». (Spurgeon)
2. (4) La depresión de Elías.
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
a. Y él se fue por el desierto un día de camino: Elías se aisló más allá de la distante ciudad de Beerseba.
b. Deseando morirse: Este poderoso varón de oración, lo suficientemente poderoso para hacer que la lluvia y el rocío se detuvieran por tres años y medio, y después lo suficientemente poderoso para hacer que lloviera de nuevo con su oración, ahora oraba deseando morirse.
i. Afortunadamente, esta oración no le fue contestada a Elías. De hecho, ¡Elías fue uno de los pocos hombres en la Biblia que jamás murió! Nos podemos imaginar que mientras fue llevado al cielo, sonrió y pensó en esta oración —y el bendito «no» que tuvo como respuesta. El recibir un «no» como respuesta de parte de Dios puede ser mejor que recibir un sí por respuesta.
c. Basta ya: Sentimos que Elías quiso decir: «Ya no puedo hacer esto más, Señor». El trabajo era estresante, agotador, y parecía que no lograba nada. La gran obra en el monte Carmelo no resultó en un reavivamiento nacional duradero, ni en un retorno a Jehová.
i. Quizás, Elías había esperado que los eventos en el monte Carmelo harían que Acab y Jezabel se volvieran a Dios y el liderazgo de Israel en general. Si fue así, Elías olvidó que el pueblo rechazó a Dios a pesar de la evidencia, no debido a la evidencia.
ii. «Elías dijo: “Basta ya”; pero aún no era suficiente, pues el Señor tenía más bendiciones guardadas para él […]. Fue así con Elías, pues estaba a punto de tener esa maravillosa revelación de Dios en el monte Horeb. Él tenía más por disfrutar, y la vida posterior de Elías parece ser la de uno de una apacible comunión con su Dios. Al parecer, jamás vuelve a tener un desvanecimiento, y al final su sol brilló intensamente sin ninguna nube. Así que no era suficiente. ¿Cómo podría él saber esto? Solamente Dios es quien sabe cuando hemos hecho demasiado, y disfrutado demasiado; pero nosotros no lo sabemos». (Spurgeon)
d. Oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres: Cuando Elías examinó el aparente fracaso de su obra, de manera instintiva, se culpó. Pensó que debido a que era un pecador, así como el resto de sus antepasados, la obra pareció fracasar.
B. La ministración de Dios hacia el Elías desesperado.
1. (5-8) Dios ministra a las necesidades físicas de Elías.
Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
a. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido: Esta era la misericordia de Dios extendiéndose hacia Elías. Físicamente hablando, él necesitaba descanso y refrigerio. Dios le dio descanso debajo del enebro, y proveyó milagrosamente alimentos para el refrigerio.
i. Dios primero ministró a las necesidades físicas de Elías. Este no es siempre su orden, pero las necesidades físicas son importantes. Algunas veces, lo más espiritual que una persona puede hacer es solamente tomar suficiente descanso y refrigerio.
ii. «¡Y cuántos hay en estos días que se ponen debajo del enebro de Elías, dispuestos y deseando rendir esa carga pesada impuesta sobre ellos por el Todopoderoso!». (Trapp)
b. Comió y bebió, y volvió a dormirse: Elías recibió este descanso y refrigerio en repetidas ocasiones de parte de Jehová. Una rápida siesta y una comida rápida no eran suficientes.
i. «Antes de entrar en comunión con él para corregirlo por su falsa actitud de temor, le ordenó que comiera, ministrando así a su debilidad física». (Morgan)
ii. «El espíritu necesita ser alimentado, y el cuerpo también necesita alimento. No olviden estos asuntos: la comida y el descanso pudieran parecer cosas pequeñas para algunas personas, pero pueden ser los primeros elementos que realmente ayuden a un pobre siervo de Dios deprimido». (Spurgeon)
iii. «Fue muy cortés de parte de Dios tratar esto con su siervo. Podríamos haber esperado una reprensión, o una rencilla o castigo; pero, difícilmente, hubiéramos esperado un trato tan amoroso y gentil como este». (Meyer)
c. Levántate y come, porque largo camino te resta: Dios envió a Elías a un viaje de 200 millas, 40 días, hacia el monte Horeb, también conocido como el monte Sinaí. Esto muestra que Dios no demandó una recuperación inmediata a Elías. Él permitió que el profeta tuviera un tiempo para recuperarse de su depresión espiritual.
i. «El viaje de cuarenta días de Elías no carece de significado. Un viaje directo desde Beerseba habría requerido un poco más de un cuarto de ese tiempo. Por lo tanto, este periodo tiene un propósito simbólico. Así como los hijos de Israel tuvieron un notable fracaso espiritual, y debido a eso vagaron cuarenta años en el desierto, un Elías derrotado debía pasar cuarenta días en el desierto». (Patterson and Austel)
2. (9-10) Dios permite que Elías desahogue sus frustraciones.
Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
a. Se metió en una cueva: Literalmente, en el hebreo se está describiendo una cueva. «La cueva mencionada pudo bien ser la específica “hendidura de la peña” donde Dios se le apareció a Moisés (Éxodo 33:22), en lugar de una expresión genérica referida a una “región de cuevas”». (Wiseman)
i. «Quizás, ningún lugar en la tierra está más asociado con la presencia manifiesta de Dios que ese monte sagrado». (Meyer)
b. ¿Qué haces aquí, Elías?: Dios sabía la respuesta a esta pregunta, pero le hacía bien a Elías hablar con Jehová libremente y aliviar su corazón.
i. «Dios tiene maneras de enseñarnos a todos nosotros en nuestra propia carne; pero, especialmente, sabe como hacer esto con aquellos a los cuales pone en cualquier honor en su servicio. No te debes de maravillar, si Dios se complaciera en bendecirte para la conversión de almas, que también te haga en ciertas ocasiones inteligente, listo». (Spurgeon)
c. He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos: Elías le reclamó a Dios: «Te he servido fielmente y ahora mira el peligro en el que estoy». Para Elías —y para muchos siervos de Dios desde entonces— parecía injusto que un fiel siervo de Dios tuviera que sufrir.
d. Solo yo he quedado: Esto no era cierto, pero reflejaba como se sentía Elías. Incluso atrás, en la confrontación en el monte Carmelo, Elías dijo: «Solo yo he quedado profeta de Jehová» (1 Reyes 18:22). Tiempos desalentadores hacen que los siervos de Dios se sientan más aislados y solos de lo que están.
e. Solo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida: Curiosamente, las razones que Elías proporcionó eran en realidad razones importantes para que él conservara su vida. Si en realidad era el último profeta o creyente vivo, ¿no debería de buscar vivir el mayor tiempo posible? Si los enemigos de Dios, como Jezabel, lo querían muerto, ¿no debería de buscar derrotar su malvada voluntad? Elías aquí mostró poderosamente la naturaleza irracional de la incredulidad y el temor.
3. (11-12) Dios se muestra a Elías.
Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
a. Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová: Dios sabía lo que el deprimido y desalentado Elías necesitaba. Él necesitaba un encuentro personal con Dios. No había nada mal en la teología de Elías; pero, en ese momento, había alguna carencia en su experiencia.
b. Y he aquí Jehová que pasaba: Dios trajo su presencia ante Elías, pero primero le muestra donde Él no estaba. El Señor no estaba en el viento, no estaba en el terremoto, no estaba en el fuego. Como muchos otros, Elías, probablemente, solo buscaba a Dios en manifestaciones dramáticas. Ciertamente, Dios algunas veces aparece de tales maneras; pero, a menudo, aparece en ambientes menos dramáticos.
i. «Esta misma lección debe de ser aprendida una y otra vez por todos nosotros, repitámosla: “No por espada, ni por ejército, sino por mi Espíritu, dice el Señor”. Se debe de lamentar que la mayoría de los que profesan obstinadamente una fe se aferran al fatal error de buscar demostraciones de poder de una u otra forma. He oído que cierta iglesia está buscando a un hombre muy inteligente: piensa que Dios está en el viento […]. La voz apacible de Dios será callada y silenciada, mientras que las jactancias de tu sabiduría suenen como un viento que aúlla o un trueno sin acompañamiento de lluvia». (Spurgeon)
c. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado: Este último fenómeno era un marcado contraste con las manifestaciones previas. Dios, en realidad, se encontró con Elías en el callado silbido de una voz, no en el terremoto que se había oído antes.
i. Wiseman llama silbo apacible una «voz apacible».
ii. «Y ahora los truenos cesaron, y los relámpagos se habían ido, y la tierra estaba quieta, y el viento se había callado, y había una calma como de muerte, y de en medio del aire calmado, de allí, vino lo que el hebreo llama “una voz de silencio apacible”, como si el silencio se hubiera hecho audible. No hay nada más terrible que una horrible quietud después de un terrible estruendo». (Spurgeon)
iii. Elías, quizás, pensó que la demostración dramática de poder en el monte Carmelo haría que la nación diera un giro. O, quizás, pensó que la demostración radical del juicio de Dios en contra de los sacerdotes de Baal, seguida por la vindicación en el monte Carmelo, cambiaría los corazones de la nación. Nada de esto funcionó. Este ejemplo es importante para los ministros cristianos, especialmente para los predicadores de hoy día. Nos enseña que las demostraciones de poder y las predicaciones acerca de la ira de Dios no necesariamente cambian los corazones. En cambio, el silbo apacible de Dios, hablando al corazón humano, es en realidad más poderoso que las demostraciones externas de poder o las demostraciones del juicio de Dios.
iv. «Debido a que el éxito en el Carmelo se derritió como la brisa de la mañana, él pensó que su carrera había sido un fracaso todo ese tiempo, y que no había traído a nadie a rendir reverencia a Jehová; pero estaba mirando con los ojos de la incredulidad, y su imaginación lo condujo más a los hechos que al caso. Había siete mil personas esparcidas por todo el país a las cuales Dios había bendecido por el testimonio de Elías. Aunque no fue bendecido en grandes cosas como él deseaba, sus pequeñas cosas sí prosperaron grandemente. Fue la conducta diaria de Elías, en lugar de los milagros, la que impresionó a estos siete mil, y los condujo a que se aferraran a su integridad». (Spurgeon)
4. (13-15) Después de este ministerio, Dios le da a Elías trabajo para hacer.
Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
a. Cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva: Inmediatamente, Elías sintió que Dios estaba presente en el silbo apacible de una manera en la que no lo estuvo en los anteriores y más dramáticos fenómenos. Debido a que sintió la presencia especial de Dios, Elías rápidamente se humilló cuando cubrió su rostro con su manto.
i. «A través del pavor y temor de la presencia de Dios, fue conciente de que no era ni digno ni capaz de soportar la vista de Dios con el rostro descubierto». (Poole)
ii. «Él, primero cubrió su rostro con su manto —asombrado y humillado—lleno de reverencia. ¡Oh!, es algo grande cuando un pecador está dispuesto a cubrir su rostro y decir: “No puedo defender mi causa; soy culpable”. Sabemos que, si en nuestros estrados un hombre se declara culpable, es castigado; pero en el propiciatorio del Evangelio, cualquiera que se declare culpable es perdonado. Cubre tu rostro». (Spurgeon)
b. ¿Qué haces aquí, Elías?: Dios le hizo la misma pregunta a Elías —y recibió la misma respuesta— que en 1 Reyes 19:9-10. Había algo útil para Elías en este proceso de pregunta y respuesta.
c. Ve, vuélvete por tu camino […] ungirás a Hazael por rey de Siria: Dios le dio a Elías algo para hacer. Él necesitaba una tarea en la cual enfocarse, para que evitara una excesiva introspección. Necesitaba dejar de mirar a sí mismo y a sus propias circunstancias (difíciles). Necesitaba seguir con lo que Dios quería que él hiciera.
i. «Luego, el Señor hizo lo que quizás era lo mejor de todo para Elías: le dio algo de trabajo para hacer. Lo envió hacia los negocios de su amo otra vez; y les garantizo que, cuando Elías regresó al camino, iba con un paso muy diferente que el que lo trajo hacia Beerseba. Él había ido angustiado y aterrorizado; pero ahora regresa con la majestad que le pertenece al tisbita, él ya no tiene más temor de Jezabel» (Spurgeon)
5. (16-18) Más seguridad para Elías.
A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron.
a. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel: Dios tenía más trabajo que Elías debía hacer. Él también demostraría la elección de Dios de Jehú para que fuera el rey que sucediera al corrupto Acab y a su mujer Jezabel.
b. A Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar: Dios le dio algo más al profeta desalentado y deprimido, algo más que trabajo. Él también le dio un amigo y sucesor.
i. Elías necesitaba un amigo. El núcleo de su queja delante de Dios era que estaba solo. Dios le hizo saber que había un hombre listo para aprender del gran profeta, y ser su discípulo y compañero.
ii. Elías también necesitaba esperanza, y ya que Eliseo iba a ser levantado como un sucesor del cargo profético de Elías, Elías sabía que su obra continuaría aun después de su muerte.
c. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará: Esta era otra fuente de aliento para Elías. Con esta promesa, al final la justicia sería hecha, y Dios no permitiría que la persecución institucionalizada de la idolatría quedara sin castigo.
d. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal: Este era el aliento final para Elías. Él, en repetidas ocasiones se lamentó de que estaba solo (1 Reyes 18:22, 19:10, y 19:14). Pero esto le aseguró a Elías que no estaba solo, y que su obra como profeta había sido fructífera.
i. Esto le mostró a Elías que su ministerio silencioso a través de los años en realidad llevó más fruto que el ministerio espectacular en el monte Carmelo. «Mientras que la vil idolatría se propagaba en Israel, la adoración al Dios verdadero estaba siendo retenida por siete mil almas fieles, aunque Elías no sabía que había alguien más aparte de él. ¿Cómo fueron ganados para Jehová? Ciertamente, no por la impresionante demostración de Elías en la cima del Carmelo, pues eran fieles al Señor antes de eso […]. El silbo apacible había estado haciendo por Israel lo que Elías no podía hacer». (Spurgeon)
6. (19-21) El llamamiento de Eliseo.
Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.
a. Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat: Elías hizo lo que el silbo apacible de Dios le dijo que hiciera. Pero sucedió que lo hizo al revés de como Dios le describió que hiciera en el pasaje anterior. Quizás, Elías creía que primero necesitaba a un amigo y aprendiz.
b. Que araba con doce yuntas delante de sí: Elías encontró a Eliseo, y lo comisionó para el ministerio cuando Eliseo estaba trabajando.
c. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto: El manto era el símbolo de la autoridad profética de Elías. Este era un símbolo dramático que decía: «Te llamo para que te unas a mi trabajo como profeta».
i. «El manto, o palio, era la prenda peculiar del profeta, como podemos aprender en Zacarías 13:4; y estaba hecha, probablemente, de piel con el pelo aún encima. Vea también 2 Reyes 1:8». (Clarke)
d. ¿Qué te he hecho yo?: Esta pregunta «podría significar: “Vuélvete, pero recuerda lo que he hecho por ti”. Podría ser una reprensión por cualquier tardanza al seguirlo». (Wiseman)
i. «La respuesta de Elías indica que él no fue quien llamó a Eliseo; era el llamado de Dios. Ya sea que Eliseo siguiera ese llamado o no, era su propia decisión». (Patterson y Austel)
e. Tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen: Esto demuestra el entero compromiso de parte de Eliseo de seguir a Elías. Él destruyó las herramientas de su oficio en una fiesta de despedida de su familia y amigos.
i. «Eliseo debió de tener un terreno considerable cuando tenía doce yuntas de bueyes para que araran el suelo. Si, obedecía al llamado profético, lo hacía a expensas de una considerable pérdida secular». (Clarke)
ii. «De este modo, mostró cuán voluntaria y alegremente abandonó a todos sus amigos para poder servir a Dios en ese empleo sublime y honorable». (Poole)
©2022 The Enduring Word Comentario bíblico en español de David Guzik – ewm@enduringword.com