Números 11 – El pueblo se queja
A. Las quejas de Israel y de Moisés.
1. (1-3) El corazón quejumbroso de Israel.
Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió. Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de Jehová se encendió en ellos.
a. Aconteció que el pueblo se quejó: En los primeros 10 capítulos de Números, Israel recibió instrucciones sobre su organización, fue limpiado, separado, bendecido; se le enseñó cómo dar; se le recordó la liberación de Dios; se le dio la presencia de Dios y las herramientas para avanzar a la Tierra Prometida. Ahora, habiendo salido hacia Canaán, después de unos pocos días el pueblo se quejó.
i. Podríamos pensar que es extraño que un pueblo tan bendecido pueda quejarse. Dios hizo mucho en y por Israel; sin embargo, aun así murmuraban contra Él. Todavía estaban en el desierto y sus circunstancias no eran fáciles, pero no salía nada bueno cuando el pueblo se quejaba.
ii. Según Allen, la expresión «el pueblo se quejó» también se podría traducir como: ‘Ahora el pueblo se volvió verdaderamente murmurador, una ofensa para los oídos de Yahveh‘.
iii. «No sabemos cuál fue la causa de esta queja […]. Pero, seguramente, ningún pueblo tuvo menos motivos para murmurar; pues tenían a Dios entre ellos y, continuamente, se realizaban milagros de bondad a su favor». (Clarke)
b. El pueblo se quejó […] y lo oyó Jehová: Su queja desagradó a Dios. Los corazones que se quejan a menudo desagradan a Dios, especialmente cuando muestran poca gratitud por lo que hizo en el pasado y poca fe por lo que Dios puede hacer en el presente.
i. No se nos dice aquí exactamente de qué se quejó Israel. Es posible que, simplemente, provenga de un corazón generalmente insatisfecho. A veces no nos quejamos por una gran razón, sino porque nuestro corazón está insatisfecho.
c. Se encendió en ellos fuego de Jehová: Israel había valorado la columna del fuego de Dios presente con ellos todas las noches. Aquí, el fuego y la presencia de Dios se convirtieron en una especie de espada de dos filos. El fuego de Dios estuvo presente con Israel para apoyarlos; pero también estuvo presente para lidiar con su pecado.
i. «El texto no aclara qué se quemó en esta ocasión, si fueron solo arbustos cerca de las carpas, o algunas de las carpas mismas. Sin embargo, la gente se dio cuenta del peligro que corría y pidió a Moisés que orara por ellos». (Wenham)
ii. «O se envió un fuego sobrenatural para esta ocasión; o un rayo los golpeó; o Dios los sacudió con uno de esos vientos calientes y sofocantes que son muy comunes en esos países». (Clarke)
iii. Consumió uno de los extremos del campamento: «Este fuego purificador se limitó a las afueras del campamento, una misericordia del Señor. Pudo haber arrojado su fuego en medio del campamento y haber matado a muchas más personas de las que sufrieron este terrible juicio». (Allen)
d. El pueblo clamó a Moisés: Idealmente, Israel habría clamado a Dios directamente. Debido a que carecían de un sentido fuerte de relación con Dios, llevaron su clamor a Moisés en lugar de llevarlo al Señor.
e. Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió: Moisés oró por el pueblo y el fuego se apagó. El lugar se llamó Tabera (‘ardiente‘) como un recordatorio del juicio de Dios sobre los corazones quejumbrosos entre Israel.
2. (4) Israel se queja de la falta de carne.
Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!
a. Y la gente extranjera que se mezcló con ellos: Éxodo 12:38 dice que «con ellos grande multitud»salió de Egipto. Esto significa que no todos en la grande multitud que salió de Egipto con Moisés eran étnicamente israelitas. Hubo muchos egipcios (y quizás otros no israelitas) que fueron con ellos. Esto puede deberse a que también eran esclavos en Egipto y, quizás, a que el Dios de Israel se mostró más poderoso que los dioses de los egipcios.
i. Primero leemos acerca de la gente extranjera en Éxodo 12:38: «También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado». La declaración en Éxodo muestra que eran ricos, que tenían «rebaños y manadas, incluso mucho ganado». Quizás, eso explicaba la voluntad del pueblo de Dios de permitirles acompañarlos.
ii. «El hecho de que ellos tuvieran tales posesiones también parecería sugerir que eran más que aventureros. Tenían cierto interés en la migración, quizás, los motivaba la curiosidad. Lo único cierto es que no eran de la teocracia, y al no tener parte ni suerte en el movimiento divino, cayeron ante un vivo deseo por las cosas de Egipto e infectaron al pueblo de Dios con el mismo deseo impío». (Morgan)
iii. También hay un sentido espiritual en el que Israel era gente extranjera. Es decir, no descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, quienes tuvieron una relación genuina y real con Dios. Esto también es cierto de la iglesia visible, que Jesús dijo que lidiaría con el bien y el mal hasta la cosecha final (Mateo 13:24-30, 36-43).
b. Tuvo un vivo deseo: La palabra hebrea aquí es ta’avah. Esta palabra también se usa en pasajes como Génesis 3:6; 1 Samuel 2:16; Job 33:20 y Salmo 10:3 para ilustrar el fuerte deseo de algo agradable; pero, quizás, pecaminoso.
i. Para que el pueblo de Israel pecara tenía queceder a este intenso anhelo; su deseo pecaminoso no se consumaría a menos que cooperaran con él. Santiago 1:14 dice: «sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido». La atracción por el pecado está presente dentro de nosotros; pero podemosceder a ese deseo pecaminoso o elegir no pecar.
ii. Allen dice sobre la expresión el «vivo deseo»: «El verbo se puede usar con una connotación positiva, pero es especialmente adecuado para los sentimientos de lujuria y apetitos corporales».
c. ¡Quién nos diera a comer carne!: Esta era una pregunta extraña, considerando que tenían un Dios en el cielo que satisfacía todas sus necesidades. Parece que algunos en Israel buscaban otro proveedor, porque no estaban satisfechos con lo que les llegaba de la mano de Dios. Estaban tan angustiados por esto que lloraron.
i. Las lágrimas de arrepentimiento o tristeza por el pecado o experimentadas como gozo en el Señor pueden ser hermosas. Sin embargo, también es posible que las personas —incluso entre el pueblo de Dios— derramen lágrimas por decepciones infantiles.
ii. Israel podría haberse provisto de carne. Dios no les prohibió cazar los animales que pudieran en el desierto, y también tenían sus rebaños, que podían ser sacrificados para consumir la carne. Sin embargo, no querían hacer nada con respecto a su deseo por la carne, excepto llorar.
iii. «Ciertamente, tenían carne y ganado que trajeron consigo de Egipto, pero estaban reservados para la cría que se llevarían a Canaán, y eran tan pocos que apenas les hubieran servido durante un mes». (Poole)
3. (5-6) Israel recuerda las comidas de Egipto.
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.
a. Nos acordamos: Aproximadamente un año antes de esto, Dios respondió a las quejas de Israel proporcionando alimento milagroso para ellos (Éxodo 16:11-35), al que llamaron maná (Éxodo 16:31). Después de un año de comer principalmente maná, Israel anhelaba los alimentos que (en ocasiones) comieron como esclavos en Egipto. El primer alimento mencionado fue el pescado que comíamos en Egipto de balde, porque no había peces en el desierto.
i. También mencionaron pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos —todos alimentos jugosos, crujientes o sabrosos que en ocasiones comieron como esclavos en Egipto—. Éxodo 16:3 registra una queja similar aproximadamente un año antes: «Cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos».
ii. «Gosén, en el delta oriental del Nilo, era prácticamente el granero de Egipto, exuberante de vegetación y con abundantes canales naturales y artificiales; cuyas aguas rebosaban de peces y estaban repletas de nutrientes para una abundante producción de cultivos. Los alimentos enumerados se encuentran entre los más plantados en la región». (Cole)
iii. Cuando el pueblo de Israel afirmó recordar su supuesta buena vida en Egipto, pecó con ingratitud, con memoria selectiva y tergiversando el pasado para justificar sus quejas presentes. No hay duda de que hubo momentos y comidas buenos y agradables para los esclavos hebreos en Egipto, pero en general sus amos egipcios «amargaron su vida con dura servidumbre» (Éxodo 1:14).
iv. En cierto sentido, el recuerdo del pescado, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos no era una mentira. Hubo tiempos en los que comieron esas cosas. Sin embargo, en un sentido más amplio, esto era una mentira, porque elegían recordar un aspecto pequeño y bueno de su esclavitud en Egipto, mientras ignoraban la servidumbre mucho más amarga y dura de su esclavitud. Puede ser una trampa recordar solo lo bueno (o solo lo malo) del pasado.
v. «Se olvidaron de su servidumbre. El descontento siempre insiste en las necesidades y no disfruta de nada; no más de lo que Amán disfrutó de su honor, o Acab de su reino, cuando anhelaba una legumbre del huerto de Nabot». (Trapp)
vi. Israel se enamoró de una ilusión del pasado (la idea de que su vida en Egipto era maravillosa). En cambio, deberían haber buscado lo que Dios tenía para ellos en el futuro: la leche y la miel de Canaán (Éxodo 13:5). El pueblo de Dios debería tener la actitud que luego expresó Pablo en Filipenses 3:13-14: seguir adelante, mirar hacia adelante y no concentrarse en el pasado.
b. Pues nada sino este maná: Parece que Israel se quejaba de que el maná no era lo suficientemente emocionante, que era aburrido. Esta terrible falta de agradecimiento fue nada menos que «menosprecio a Jehová» (Números 11:20).
i. Hubo al menos tres momentos distintos en los que Israel se quejó de la provisión de alimentos de Dios: Éxodo 16:1-3, Números 11:4-34 y Números 21:4-9. En Éxodo 16 se quejaron de la falta de comida; en Números 11 se quejaron de la falta de variedad; en Números 21, nuevamente, se sintieron insatisfechos con el maná.
ii. Dios es nuestro proveedor; despreciar lo que Él provee es despreciarlo a Él. No es el trabajo de Dios entretenernos, y deberíamos ser más que niños que exigen ser entretenidos y emocionados.
iii. «Nunca estarían satisfechos; porque ni siquiera Dios mismo pudo complacerlos, pues siempre prefirieron su propia sabiduría a la de Dios. Dios nos salvará a su manera, o no nos salvará; pero debemos descansar en el plan de su sabiduría infinita, debido a que es imposible que podamos ser salvos en cualquier otro plan». (Clarke)
c. Y ahora nuestra alma se seca: Estas palabras suenan demasiado dramáticas pronunciadas por un pueblo que había sido alimentado por el maná que les llegó esa mañana. En sus quejas, Israel no solo idealizaba el pasado, sino que también exageraba los problemas del presente. Decir «nuestra alma se seca» era una exageración terrible. Dios no permitiría que se consumieran en el desierto. De hecho, Dios proveyó todas sus necesidades, aunque no todos sus deseos.
i. Israel se centró en lo que no tenía. Era cierto, no tenían el pescado ni varios tipos de verduras en la lista. Sin embargo, parecían olvidar por completo lo que sí tenían: provisión diaria, milagrosa y nutritiva de Dios que pudo alimentar a una nación en el desierto. Desde entonces, muchos han seguido el mismo camino peligroso de olvidar lo que Dios ha provisto y enfocarse en lo que uno no tiene (todavía).
4. (7-9) Una descripción del maná.
Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio. El pueblo se esparcía y lo recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo. Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él.
a. Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio: Este pasaje y Éxodo 16 dan el mayor detalle acerca de cómo era el maná y cómo Dios lo proveía:
·«Maná» era el nombre de Israel para esta sustancia (Éxodo 16:31), porque no sabían qué era (Éxodo 16:15). Dios lo llamó «pan del cielo» (Éxodo 16:4; Salmos 78:24) y «pan de nobles» (Salmos 78:25).
·Dios le daba maná a Israel como prueba a su obediencia (Éxodo 16:4).
·El maná era dado por Dios en doble medida el sexto día, para que Israel pudiera descansar de recolectarlo el séptimo día (Éxodo 16:5).
·El maná aparecía por la mañana, como rocío en la tierra (también en Éxodo 16:13-14).
·El maná se «derretía» más tarde en la mañana (Éxodo 16:21).
·El maná era pequeño, blanco y fino como escarcha en el suelo (Éxodo 16:14), como una semilla de culantro (también en Éxodo 16:31). Algunos (como Wenham) sugirieron que el maná parecía como pequeñas escamas blancas.
·El maná era recolectado por cada familia (Éxodo 16:16).
·El maná que se guardaba para el día siguiente se echaba a perder (Éxodo 16:19-20), excepto el que se recogía el sexto día para el día de reposo (Éxodo 16:23-26).
·El maná se preparaba de diversas formas (lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o hacía de él tortas).
·El maná era dulce al paladar, como hojuelas con miel (Éxodo 16:31). Sabía a sabor de aceite nuevo.
·Israel comió maná durante 40 años, hasta que entraron en Canaán (Éxodo 16:35).
b. Su sabor era como sabor de aceite nuevo: De hecho, el maná era una excelente provisión. Era tan sabroso como una masa parecida a un pan que se cocinaba con aceite (tal vez algo así como una rosquilla o un panqueque moderno). Sin embargo, el maná proporcionaba toda la nutrición que el pueblo de Israel necesitaba para un largo viaje por el desierto.
3. (10-15) La queja de Moisés.
Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno a la puerta de su tienda; y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés. Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.
a. Y la ira de Jehová se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés: El llanto infantil del pueblo no solo enfureció al Señor; también le pareció mal a Moisés. Esta frustración llevó a Moisés a Dios, y se quejó de que nunca podría satisfacer las necesidades de tanta gente.
i. Moisés, ciertamente, tenía una mejor razón para quejarse con Dios; no fue como si él hubiera cedido a un vivo deseo como lo hicieron los hijos de Israel. Sin embargo, incluso sus quejas no eran buenas y mostraban una falta de confianza en Dios.
ii. Quizás, Moisés fue tomado por sorpresa, después de que la gente se rebelara tan rápidamente posteriormente de una advertencia tan fuerte en Tabera (Números 11:1-3). ¡Es fácil que el líder haga algo incorrecto cuando lo pillan desprevenido!
b. ¿Por qué has afligido a tu siervo? Moisés respondió a Dios como muchos de nosotros lo hacemos en tiempos de prueba. Básicamente, dijo: «Dios, aquí estoy sirviéndote. ¿Por qué traes esto sobre mí? Es fácil decir que Dios no trajo esto sobre Moisés, un pueblo carnal e ingrato lo había hecho. Sin embargo, aunque Dios no afligió directamente a Moisés con esto, sí lo permitió».
i. Dios permitió esto por la misma razón por la que permite cualquier aflicción: para obligarnos a confiar más en Él; a asociarnos de Él para superar los obstáculos; a amarlo y alabarlo más a través de nuestra dependencia de Él y la liberación que Él trae. Por estas razones y más, Dios a veces designa aflicción para su pueblo (1 Tesalonicenses 3:3).
ii. En medio de nuestra aflicción, es fácil pensar que Dios está en nuestra contra, como lo hizo Moisés («¿Por qué no he hallado gracia en tus ojos?»). La respuesta de Dios es siempre la misma: «Es porque te amo que te estoy entrenando, edificándote en la fe».
iii. «Aunque Moisés le aseguró a Hobab que el Señor trataría bien a Israel, pronto le preguntaría al mismo Señor: “¿Por qué has tratado mal a tu siervo?” (10:32; 11:11)». (Wenham)
c. ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo? Cuando Moisés se comparó a sí mismo con una madre y a los hijos de Israel con sus hijos, usó una forma de hablar adecuada, porque Israel estaba actuando como niños insatisfechos, llenos de lágrimas («Porque lloran a mí»).
i. Moisés, como muchos siervos de Dios de su época, tenía que entender que, por muy desagradable que sea a veces la obra de dirigir al pueblo de Dios, Dios usa esas dificultades en la vida de sus siervos. «Dios no quita las molestias del camino, ni siquiera para sus siervos devotos. Recordemos cómo Pablo se sintió molesto y agobiado mientras procuraba transformar el pensamiento del mundo». (Watson)
d. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo: Entender que el trabajo de dirigir a Israel era demasiado grande para Moisés era bueno. Podía llevarlo a confiar en Dios y no tratar de hacer el trabajo sin Él. Moisés no podía soportar a toda esta gente solo; Dios lo haría en él y a través de él.
i. Parafraseando a John Trapp, el reformador alemán Philip Melancthon dijo que los tres trabajos más dolorosos eran los de los ministros de Dios, los de los líderes civiles y los de las mujeres que daban a luz.
ii. «El mejor servicio que pueden hacernos todos aquellos que lideran, guían y aman al hombre es confesar su propia insuficiencia y guiarnos a Jesús. Todo lo que los hombres necesitan se encuentra en Él y solo en Él». (Maclaren)
e. Y sí así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte: Moisés estaba muy frustrado. Derramó su emoción, dolor y frustración al Señor. No era apropiado pedirle a Dios que hiciera esto, pero entendemos la miseria de Moisés. Hizo lo correcto al derramar su corazón y quejarse ante el Señor.
i. Dios no dijo «sí» cuando Moisés pidió: «te ruego que me des muerte». Sin embargo, Dios ayudó al abrumado Moisés, quien sabía que el trabajo de dirigir al pueblo de Dios era demasiado grande para él sin su ayuda.
ii. Y que yo no vea mí mal: En cierto sentido, Dios quería que Moisés viera su mal, su incapacidad para hacer lo que Dios lo llamó a hacer con sus propias fuerzas. Como el apóstol Pablo aprendió más tarde que la fuerza de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).
B. Dios responde a las quejas de Israel y de Moisés.
1. (16-17) Dios ayuda a Moisés enviando ancianos para auxiliarlo.
Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tu solo.
a. Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel: Dios le dijo a Moisés que reuniera hombres para ayudar en la obra de dirigir a Israel. Estos setenta varones se reunirían con Dios («Reúneme») antes de reunirse con Moisés. Su lealtad era a Dios en primer lugar, no a Moisés.
i. «Aquí, dicen algunos que comenzó el Sanedrín; es decir, el gran consejo de los judíos que constaba de setenta ancianos y un presidente. Este consejo continuó hasta la época de Herodes el Grande». (Trapp)
b. Que tú sabes que son ancianos del pueblo: Moisés no debía elegir a hombres que él pensara que podrían llegar a ser ancianos; debía elegir a hombres que ya eran conocidos como ancianos debido a su sabiduría, conducta y ministerio para con los demás. Los ancianos son hechos por Dios, pero reconocidos por los hombres.
c. Y esperen allí contigo: Estos fueron llamados para, simplemente, estar allí con Moisés, delante del Señor. Fueron un apoyo y una fortaleza para Moisés solo con su presencia.
d. Tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos: Los ancianos debían tener el mismo corazón, la misma visión y el mismo espíritu que estaba en Moisés. Si no, no habría acuerdo entre los líderes de la nación y el desastre podría sobrevenir a Israel.
e. Llevarán contigo la carga del pueblo: Los ancianos estaban allí para ayudar a Moisés a llevar la carga espiritual, para auxiliarlo en el cuidado del pueblo, y para ser un apoyo para él en el ministerio. La ayuda de Dios llegaría a Moisés a través del apoyo de hombres piadosos. Ésta es una forma habitual en la que Dios satisface nuestras necesidades.
2. (18-20) Dios promete proveer carne para Israel.
Pero al pueblo dirás: santificaos para mañana, y comeréis carne; porque habéis llorado en oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto! Jehová, pues, os dará carne, y comeréis. No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y las aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él, diciendo: ¿para qué salimos acá de Egipto?
a. Porque habéis llorado en oídos de Jehová: Dios oyó el llanto de Israel y supo que eran las lágrimas de gente ingrata y quejumbrosa. Dios escuchó su reclamo: «mejor nos iba en Egipto» y sabía que sus palabras eran una tergiversación selectiva del pasado para justificar su queja.
b. Jehová, pues, os dará carne, y comeréis: Esto no era una bendición. Dios prometió responder al deseo del corazón de Israel; pero no de una manera que fuera una bendición para Israel. A veces, Dios disciplina a su pueblo dándoles lo que piden, lo que clama su vivo deseo.
c. Hasta que os salga por las narices, y las aborrezcáis: Dios prometió darles tanta carne que se enfermarían. Esto se debía a que negaban y dudaban de la bondad de la liberación de Dios. No es bueno que el pueblo de Dios niegue la bondad de la liberación de Dios en sus vidas.
3. (21-23) Moisés reacciona a la promesa de Dios de proporcionar carne para Israel.
Entonces dijo Moisés: seiscientos mil de a pie son el pueblo en medio del cual yo estoy; ¡y tú dices: Les daré carne, y comerán un mes entero! ¿Se degollarán para ellos ovejas bueyes que les basten? ¿O se juntaran para ellos todos los peces del mar para que tengan abasto? Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora veras si se cumple mi palabra, o no.
a. Seiscientos mil de a pie son el pueblo en medio del cual yo estoy: Moisés reaccionó como lo hacemos a menudo, tratando de averiguar cómo Dios cumpliría su promesa. Moisés no podía entender cómo Dios podía hacer esto, pero Dios nunca le pidió que lo entendiera. Dios proveería de sus recursos inagotables.
i. «Moisés le recuerda a Dios los números: seiscientos mil hombres de a pie […]. Una fuerza en marcha de este tamaño sugiere una población total de más de dos millones de personas». (Allen)
ii. «Verán, hermanos míos, el error que cometió Moisés. Miró a la criatura en lugar de al Creador. ¿Espera el Creador que la criatura cumpla su promesa? No. Aquel que cumple lo hace él mismo». (Spurgeon)
b. ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová?: Dios no se había vuelto repentinamente débil o limitado. Dios tenía recursos de los que Moisés no sabía nada. Dios satisfaría la necesidad de Israel de una manera completamente inesperada.
4. (24-25) El Espíritu del Señor viene sobre los setenta ancianos.
Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.
a. Reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo: Antes de que Dios proporcionara la carne para Israel (que ellos pedían, pero que realmente no necesitaban), primero les proporcionó más liderazgo y supervisión (que ellos no pidieron, pero realmente necesitaban).
b. Y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos: Para que este liderazgo ampliado hiciera el trabajo, necesitaban tener un derramamiento del Espíritu Santo y necesitaban tener el mismo espíritu que estaba en Moisés. Necesitaban tener su visión, su corazón y su actitud.
i. Si un hombre no tiene el poder del Espíritu Santo fluyendo en su vida, y el mismo espíritu que aquellos a quienes el Señor ha puesto en autoridad sobre él, no está preparado para servir como debería. Ese hombre acabará siendo un estorbo, no una bendición.
c. Cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron: Es difícil imaginar exactamente cómo fue esto. Quizás cada uno de ellos pronunció espontáneamente una palabra de Dios, o alabanzas divinamente inspiradas a Dios. Haya pasado lo que haya pasado exactamente, fue una clara señal de que el Espíritu del Señor había venido sobre ellos.
i. «Al igual que con Saúl, la profecía descrita aquí era probablemente una expresión extática ininteligible, lo que el Nuevo Testamento llama hablar en lenguas; no el discurso inspirado e inteligible de los grandes profetas del Antiguo Testamento y los profetas anónimos de la iglesia primitiva». (Wenham)
d. Y no cesaron: Aparentemente, el don profético se les dio a estos ancianos en una experiencia única y de una sola ocasión. Profetizaron una vez, pero no se convirtieron en profetas. Esto estaba destinado a ser una evidencia visible de que el Espíritu Santo los estaba equipando para el oficio de ancianos, no para el papel de profetas.
i. Como con las lenguas de fuego en Pentecostés en Hechos 2, el don profético de estos ancianos no continuó, pero sí su servicio empoderado por el Espíritu.
5. (26-30) El Espíritu del Señor sobre Eldad y Medad, y sobre todo el pueblo de Dios.
Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban estos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. Y Moisés volvió al campamento, él y los ancianos de Israel.
a. Y profetizaron en el campamento: La operación del Espíritu Santo no se limitó a un solo lugar. Incluso estos dos hombres (Eldad y Medad) que no estaban en el tabernáculo con el resto de los setenta ancianos también fueron llenos del Espíritu Santo, lo que fue evidenciado por el don profético.
i. Josué fue presentado por primera vez como líder de la batalla contra los amalecitas en Éxodo 33:7-11. Cuando se enteró de lo que hacían Eldad y Medad, Josué esperaba apoyar a Moisés. Su primera preocupación fue por el ministerio de Moisés y temió que esta manifestación inusual del Espíritu pudiera de alguna manera socavarlo. Quizás Eldad y Medad se convertirían en rivales de Moisés.
b. Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos: Probablemente, Moisés apreció que Josué tuviera celos por él; pero Moisés no temía a estos hombres como rivales. En cambio, Moisés anhelaba que todo el pueblo de Dios recibiera este don de su espíritu.
i. Ese amplio derramamiento del Espíritu de Dios sobre todo el pueblo de Dios apuntaba a un mejor pacto, un nuevo pacto. Bajo el nuevo pacto, Dios prometió derramar su Espíritu sobre todo su pueblo (Ezequiel 36:27, Joel 2:28-29).
ii. «Este dicho prueba la incomparable grandeza del carácter de Moisés. Las almas pequeñas son acaparadoras. Les gusta ser buenos y dotados, porque les da una especie de superioridad sobre los demás; pero no les gusta ver un proceso de nivelación en el trabajo mediante el cual los Eldad y Medad sean levantados para estar a su lado». (Meyer)
6. (31-35) Dios le provee carne a Israel.
Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantando todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso. De kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot.
a. Un viento de Jehová, y trajo codornices: Milagrosamente, Dios dirigió una gran cantidad de codornices al campamento de Israel, donde las cazaron y podían comérselas. Las codornices migran sobre el desierto del Sinaí todos los años. Se ha registrado que los árabes que viven cerca de esta región podrían capturar utilizando redes entre uno y dos millones de codornices durante su migración de otoño.
i. Las codornices fueron dejadas alrededor del campamento; es decir, en el perímetro. Cuando se derramó el Espíritu Santo, atrajo a los hombres al centro del campamento, justo al centro del pueblo de Dios. Para conseguir las codornices, tuvieron que salir del campamento, lejos del pueblo de Dios.
ii. «La escena debe haber sido similar a un motín: gente gritando, pájaros batiendo sus alas, en todas partes el movimiento desordenado de un pueblo hambriento de carne en un mar de pájaros». (Allen)
iii. El Espíritu fue dado a los ancianos para ayudar a Moisés (Números 11:25, 29), y el viento trajo las codornices (Números 11:31). La misma palabra es usada en hebreo para significar ‘espíritu‘ y ‘viento‘ (ruah).
b. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo: El pueblo, con gran esfuerzo y entusiasmo, recogió las codornices y las preparó para comer. Pero cuando comieron —aún estaba la carne entre los dientes de ellos— el Señor envió una plaga entre ellos y muchos murieron.
i. «E hizo llover sobre ellos carne como polvo, como arena del mar, aves que vuelan. Las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus tiendas. Comieron, y se saciaron; les cumplió, pues, su deseo. No habían quitado de sí su anhelo, aún estaba la comida en su boca, cuando vino sobre ellos el furor de Dios, e hizo morir a los más robustos de ellos, y derribo a los escogidos de Israel» (Salmos 78:27-31).
ii. «Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; Mas envió mortandad sobre ellos» (Salmos 106:13-15).
iii. Cuando permitimos que los anhelos impíos gobiernen nuestras vidas, Dios puede enviar lo que aspiramos, y también la mortandad a nuestra alma. Es mejor tener un alma bien alimentada y ser privado de los antojos impíos.
iv. Hay momentos en los que Dios concede una petición injustificada para que los hombres puedan aprender a través de la locura de sus deseos.
v. Este fue un juicio estricto; pero fue una ayuda para Israel, porque les enseñó a no ser gobernados por sus deseos. Si se aprendió la lección, fue de gran ayuda para la nación. Para heredar la tierra de Canaán —la tierra prometida de Dios para Israel— tenían que ser gobernados por algo más que sus apetitos físicos o emocionales.
c. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava: Llamaron al lugar Kibrot-hataava, que significa ‘Tumbas del deseo‘. Hablando espiritualmente, muchas personas mueren a causa de sus deseos desenfrenados.
i. Jesús proclamó que Él era el pan verdadero o supremo de Dios del cielo (Juan 6:29-35). Como el maná en el desierto, esta era la provisión de Dios y no había nada más para comer. Israel fue sostenido solo por el maná en el desierto, y el discípulo es sostenido solo por Jesús y nada más.
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