Números 18 – Leyes relativas a los sacerdotes y los levitas
A. Responsabilidades de los sacerdotes y los levitas.
1. (1) Los sacerdotes son responsables del santuario y del sacerdocio.
Jehová dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis el pecado del santuario; y tú y tus hijos contigo llevaréis el pecado de vuestro sacerdocio.
a. Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo: Los sacerdotes —Aarón, sus hijos y sus descendientes— llevaréis el pecado del santuario y el sacerdocio. Ellos eran responsables ante Dios.
b. Llevaréis el pecado: Este es el otro lado de la prerrogativa de Aarón como el sacerdote escogido por Dios, como se demuestra con el brote de la vara en Números 17. Aarón tenía autoridad de Dios como sumo sacerdote designado, pero también tenía una gran responsabilidad.
i. Dios nunca da autoridad sin responsabilidad; las dos cosas siempre van juntas. Si alguien está en el liderazgo bajo la dirección providencial de Dios y se espera que otros se sometan a él, entonces Dios también tiene una responsabilidad especial para esa persona.
2. (2-7) Los levitas son los ayudantes elegidos por Dios para los sacerdotes en su ministerio en el altar y el tabernáculo.
Y a tus hermanos también, la tribu de Leví, la tribu de tu padre, haz que se acerquen a ti y se junten contigo, y te servirán; y tú y tus hijos contigo serviréis delante del tabernáculo del testimonio. Y guardarán lo que tú órdenes, y el cargo de todo el tabernáculo; mas no se acercaran a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros. Se juntarán, pues, contigo, y tendrán el cargo del tabernáculo de reunión en todo el servicio del tabernáculo; ningún extraño se ha de acercar a vosotros. Y tendréis el cuidado del santuario, y el cuidado del altar, para que no venga más la ira sobre los hijos de Israel. Porque he aquí, yo he tomado a vuestros hermanos los levitas de entre los hijos de Israel, dados a vosotros en don de Jehová, para que sirvan en el ministerio del tabernáculo de reunión. Mas tú y tus hijos contigo guardaréis en vuestro sacerdocio en todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro, y ministraréis. Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá.
a. A tus hermanos también, la tribu de Leví: El mismo Aarón era de la tribu de Leví. Si bien solo él y sus descendientes recibieron el sacerdocio, toda la tribu de Leví tenía un llamado especial para ayudar a Aarón y a los sacerdotes (Números 3:5-10).
b. Haz que se acerquen a ti y se junten contigo, y te servirán: Los levitas eran llamados a apoyar el trabajo de los sacerdotes. No tenían la misma posición prominente que los sacerdotes, pero eran importantes por su servicio.
i. Los levitas son descritos como servidores de los sacerdotes (Números 18:2), de la congregación de Israel (Números 16:9) y de Dios (Deuteronomio 10:8). Cada una de estas áreas estaba dentro de su llamado legítimo.
c. Mas no se acercarán a los utensilios santos ni al altar: A los levitas no se les permitía hacer lo que hacían los sacerdotes. Coré es un ejemplo de un levita que se atrevió a acercarse a los utensilios santos y al altar y que murió como resultado (Números 16:16-19, 31-33).
i. Ningún extraño: «El término “forastero” […] que a menudo habla de un extranjero, se usa para describir a todas las demás personas en el Lugar Santo. Las únicas personas que tienen derecho a trabajar en el santuario son los levitas bajo la supervisión de los sacerdotes. Todos los demás son “extranjeros”». (Allen)
d. Tendréis el cuidado del santuario, y el cuidado del altar: Si estaba mal que los levitas envidiaran o codiciaran el trabajo que Aarón y sus hijos hacían como sacerdotes, también era pecado que Aarón y sus hijos descuidaran el trabajo que Dios les dio para hacer. Aunque tenían el don de la ayuda de los levitas, Aarón y sus hijos debían tener el cuidado del sacerdocio en todo lo relacionado con el altar, y del velo adentro.
i. «Los levitas nunca debían ser considerados como “sacerdotes en formación”. Tenían un serio “techo profesional” en su vocación. No hay que subestimar la santidad del Lugar Santo». (Allen)
ii. De manera similar, el Nuevo Testamento dice que todos somos diferentes «partes» del cuerpo, cada una con dones y llamados (1 Corintios 12:4-7). No debemos envidiar ni codiciar los dones y llamados de los demás.
iii. Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio: «Estas palabras, “yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio”, enfatizaban de nuevo el hecho de que estos sacerdotes, y estas personas, no habían hecho nada para merecer la provisión. Era enteramente de gracia, un don de Dios». (Morgan)
B. Los privilegios de los sacerdotes y los levitas.
1. (8-20) El primogénito y las porciones consagradas pertenecen al sacerdote.
Dijo más Jehová a Aarón: He aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón de la unción, y a tus hijos, por estatuto perpetuo. Esto será tuyo de la ofrenda de las cosas santas, reservadas del fuego; toda ofrenda de ellos, todo presente suyo, y toda expiación por el pecado de ellos, y toda expiación por la culpa de ellos, que me han de presentar, será cosa muy santa para ti y para tus hijos. En el santuario la comerás; todo varón comerá de ella; cosa santa será para ti. Esto también será tuyo: la ofrenda elevada de sus dones, y todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel, he dado a ti y a tus hijos y a tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; todo limpio en tu casa comerá de ellas. De aceite, de mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que presentarán a Jehová, para ti las he dado. Las primicias de todas las cosas de la tierra de ellos, las cuales traerán a Jehová, serán tuyas; todo limpio en tu casa comerá de ellas. Todo lo consagrado por voto en Israel será tuyo. Todo lo que abre matriz, de toda carne que ofrecerán a Jehová, así de hombres como de animales, será tuyo; pero harás que se redima el primogénito del hombre; también harás redimir el primogénito del animal inmundo. De un mes harás efectuar el rescate de ellos, conforme a tu estimación, por el precio de cinco siclos, conforme al siclo del santuario, que es de veinte geras. Mas el primogénito de vaca, el primogénito de oveja y el primogénito de cabra, no redimirás; santificados son; la sangre de ellos rociaras sobre el altar, y quemarás la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor grato a Jehová. Y la carne de ellos será tuya; como el pecho de la ofrenda mecida y como la espaldilla derecha, será tuya. Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijos contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo. Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.
a. He aquí yo te he dado también el cuidado de mis ofrendas: Las ofrendas se presentaban a Dios como parte del sacrificio de paz (Éxodo 29:28 y Levítico 7:14), como ofrenda de consagración de un nazareo (Números 6:20) y como acción de gracias (Números 15:19-21). En la ofrenda alzada, una parte escogida del animal (el pecho o el muslo) se agitaba o mecía delante del Señor.
i. Posteriormente, esa porción selecta de la carne era para el sacerdote y su familia y se consideraba sagrada, por lo que tenía que comerse en el Lugar Santo.
ii. Mis ofrendas: «Algo era considerado santo, no por alguna misteriosa cualidad interna, sino porque ha sido presentado al Señor para su uso». (Allen)
iii. Todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel: «Al levantar el grano o el producto y agitarlo en el aire de un lado a otro de manera respetuosa, el oferente señalaba al Señor como la fuente de su abundancia. Como este alimento no se quemaba, se entregaba a los sacerdotes para su uso familiar». (Allen)
b. Toda ofrenda de ellos: El sacerdote también recibía porciones de todo presente suyo y expiación por el pecado y toda expiación por la culpa; regalos de aceite, mosto, y trigo, de las ofrendas de las primicias. Así era como se mantenía el sacerdocio en Israel.
i. «La ofrenda de grano de cereal, tal como se describe en [Levítico] 2:1-13 y 6:14-23, era una mezcla sin levadura de harina fina, aceite e incienso. Una porción conmemorativa se quemaba en el altar como olor grato al Señor, y el resto lo comían los sacerdotes aarónicos». (Cole)
c. Todo lo que abre matriz; de toda carne: Cuando el primogénito era llevado al tabernáculo, ya fuera para ser dado o redimido con dinero, también pertenecía al sacerdote.
i. Era importante dejar claro que Dios no quería sacrificios humanos de ningún tipo. El primogénito del hombre nunca debía ser sacrificado a Dios, sino redimido. Se daba una cantidad de dinero para la obra de Dios en lugar del sacrificio.
d. Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas […] las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo: Todo esto pertenecía a los sacerdotes, y era de vital importancia que los hijos de Israel cumplieran con su obligación de traer estas cosas. Dios lo llama pacto de sal perpetuo.
i. La sal habla de pureza, de conservación y de gasto. Entonces, un pacto de sal es un pacto puro (la sal permanece como un compuesto químico puro), es un pacto duradero (la sal hace que las cosas se conserven y duren) y es un pacto valioso (la sal era costosa).
ii. Spurgeon comenta sobre el pacto de sal: «Con lo cual se quiso decir que era un pacto inmutable e incorruptible, que perduraría como la sal hace que una cosa perdure, de modo que no sea susceptible de dañarse o corromperse».
iii. Según la costumbre, se establecía un vínculo de amistad mediante el consumo de sal. Se decía que una vez que comías la sal de un hombre, eras su amigo de por vida.
e. De la tierra de ellos no tendrás heredad: Aunque por mandato de Dios los sacerdotes recibían mucho apoyo material de Israel (y mucha carne), también se les privaba de heredad en su tierra. Los sacerdotes no tenían ninguna porción permanente de tierra, porque Dios dijo: «Yo soy tu parte y tu heredad».
i. Muchas personas del pueblo de Dios a través de las generaciones podrían decir con David en el Salmo 16: «Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte» (Salmos 16:5). Podrían decir con Asaf en el Salmo 73: «Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre» (Salmos 73:26). Podrían estar de acuerdo con David en el Salmo 142: «Clamé a ti, oh Jehová: Dije: Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes» (Salmos 142:5).
ii. Cuando Dios es nuestra porción, Él es nuestra herencia, nuestra esperanza, en quien confiamos para nuestro futuro. Estamos satisfechos en Él. Dado que todos somos un sacerdocio real (1 Pedro 2:9), todos tenemos al Señor como nuestra porción.
2. (21-24) Diezmos dados a los levitas.
Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión. Y no se acercarán más los hijos de Israel al tabernáculo de reunión, para que no lleven pecado por el cual mueran. Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel. Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad.
a. Yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel: Mientras que los sacerdotes eran mantenidos por sus porciones de los sacrificios traídos al altar de Dios (18:8-20), Dios ordenó que los levitas fueran mantenidos por los diezmos de Israel (una ofrenda del diez por ciento de los ingresos). Los diezmos pertenecen a Dios (Él dice: «Yo he dado», por lo que son suyos), pero Dios se los daba a los levitas.
i. Cuando un israelita no daba su diezmo, no le robaba al levita, aunque el dinero iba a los levitas. Le robaba a Dios (Malaquías 3:8-10), porque Dios recibía el diezmo del dador, y Dios se lo daba al levita.
ii. Algunos hoy día piensan que el diezmo ordenado aquí es más parecido a los impuestos modernos pagados a los gobiernos. Esto se debe a que estos diezmos eran para mantener a los levitas que eran, en cierto sentido, trabajadores del gobierno en el antiguo Israel. Los que sostienen esta idea a menudo afirman que la ofrenda voluntaria mencionada en el Antiguo Testamento responde al énfasis del Nuevo Testamento en la ofrenda. Podemos decir que el Nuevo Testamento no ordena específicamente el diezmo en ninguna parte, pero ciertamente habla de él de forma positiva si, y solo si, se hace con el corazón recto (Lucas 11:42).
iii. También es importante comprender que el diezmo no es un principio que dependa de la ley mosaica; como explica Hebreos 7:5-9, el diezmo era practicado y honrado por Dios antesde la ley de Moisés.
iv. De lo que habla el Nuevo Testamento con gran claridad es del principio de dar; que las ofrendas deben ser regulares, planificadas, proporcionales y privadas (1 Corintios 16:1-4); que deben ser generosas, dadas libremente y con alegría (2 Corintios 9).
v. Puesto que el Nuevo Testamento no enfatiza el diezmo, uno podría no abogar por una norma estricta, aunque algunos cristianos argumentan en contra del diezmo por interés propio. Pero dado que el dar debe ser proporcional (como en 1 Corintios 16:2), los creyentes de hoy deben dar de acuerdo con algún porcentaje. Basándonos en la descripción que hace el Antiguo Testamento del diezmo, quizá podríamos decir que el diez por ciento es un buen objetivo o práctica para la generosidad del creyente moderno. Sin embargo, uno no debería considerar el diez por ciento como un límite rígido para nuestra generosidad; seguramente Dios querría que algunos dieran mucho más, ya que Él los ha bendecido y prosperado.
vi. Si nuestra pregunta es: «¿Cuánto es lo menos que puedo dar y aun así agradar a Dios?», demuestra que nuestro corazón no está en el lugar correcto. Deberíamos tener la actitud de algunos de los primeros cristianos, que esencialmente dijeron: «No estamos bajo la ley del diezmo, ¡podemos dar más!». Dar y administrar las finanzas es un asunto espiritual, no solo financiero (Lucas 16:11).
b. Por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio: Los diezmos también eran dados por Dios como pago a los levitas, no como dádivas. Debido a que los levitas se habían dedicado al servicio de Dios, el pueblo de Dios y a las cosas de Dios, era correcto que Dios los mantuviera a través de los diezmos de los hijos de Israel.
i. «La asignación del diezmo a la tribu de Leví es algo nuevo. El diezmo, es decir, la entrega de la décima parte de los productos agrícolas, era una institución antigua en el Cercano Oriente. Tanto Abraham como Jacob dieron diezmos (Génesis 14:20; 28:22). Levítico 27:30-33 regula los diezmos, lo que presupone, evidentemente, su existencia; pero no establece quién los recibiría. Esta ley, con miras al asentamiento en Canaán, cuando el diezmo fuera posible, establece que los levitas deben recibirlos». (Wenham)
ii. Por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio: Esta frase significa que los levitas tenían el «derecho» de esperar ser sostenidos a través del diezmo. Pablo presenta el mismo principio para los ministros del Evangelio en el Nuevo Testamento (1 Corintios 9:7-14); sin embargo, en sus palabras y en su vida Pablo también mostró que cuando era mejor para el Evangelio, se debía renunciar voluntariamente a este derecho para la gloria de Dios y el progreso de su reino (1 Corintios 9:15).
iii. Sin embargo, una vez cada tres años, el diezmo se recolectaba y se distribuía no solo a los levitas, sino también a los pobres y necesitados de Israel (Deuteronomio 14:28-29).
iv. «Estos pagos eran un reconocimiento de la enorme importancia del ministerio de la tribu de Leví, ya que representaban a la nación ante Dios y a Dios ante la nación. Gracias a su mediación, el pueblo se salvaba del peligro de exterminio. Del mismo modo, Jesús y Pablo esperaban que quienes escuchaban el Evangelio reconocieran su valor pagando adecuadamente a sus ministros (Mateo 10:9-10; 1 Corintios 9:3-10; 16:2; Mateo 23:23)». (Wenham)
v. Según Números 2:32, había 603 550 hombres que podían pelear como soldados entre las 12 tribus de Israel (excluyendo la tribu de Leví). Números 3:39 dice que había 22 000 hombres entre los levitas. Si consideramos a estos hombres contados como cabezas de familia, entonces los diezmos de 603 550 familias mantenían a 22 000 familias entre los levitas.
vi. Se trataba de un apoyo potencialmente generoso. Cada familia levita era mantenida por aproximadamente 27 familias israelitas de las otras tribus. Es difícil hacer comparaciones de nuestra economía moderna con una sociedad agraria antigua, pero si por el bien de la comparación, dijéramos que cada familia israelita tenía un promedio de ingresos de 10 000 dólares y diezmaba de ello, el diezmo (10%) de los ingresos de las 603 550 familias ascendería a un total de 603 550 000 dólares —más de 603 millones de dólares. Si una décima parte iba a los sacerdotes (como se ordena en Números 18:25-32) y del resto, un tercio se daba a los pobres de Israel (como en Deuteronomio 14:28-29), entonces la familia levita promedio recibiría más de $16 000 (16 460 dólares), más del 160% del ingreso de la familia israelita promedio. Sin embargo, esto solo era cierto si cada familia israelita pagaba correctamente su diezmo.
vii. Como no tenemos evidencia de que las familias levitas fueran ricas o llevaran un estilo de vida acaudalado, es probable que muchos israelitas nunca pagaran correctamente sus diezmos, como se describe y reprende más tarde en Malaquías 3:8-10. Tal vez, fueran pocos los israelitas antiguos que realmente daban su diezmo. Tal vez, eran tan pocos los antiguos israelitas que daban a Dios el diezmo de sus ingresos como los creyentes de hoy. Puede ser que el sistema de Dios «compensara» la desobediencia de Israel. En cierto sentido, no era «necesario» que cada israelita pagara su diezmo para sostener a los levitas, pero era necesario para su obediencia y era necesario para guardar sus corazones contra la avaricia y el materialismo.
c. Los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad: Esto muestra que los levitas también tenían una responsabilidad especial. Si iban a ser sostenidos a través del diezmo, tenían que hacer el trabajo y hacerlo con diligencia.
i. Probablemente, hay pocas cosas peores que alguien que es sostenido a través de las ofrendas del pueblo de Dios pero es perezoso en su trabajo. Si un hombre roba a su patrón por pereza, ¿cuánto más un ministro perezoso roba a Dios y a su pueblo?
d. Entre los hijos de Israel no poseerán heredad: Al igual que con los sacerdotes, era un intercambio. Los levitas no tenían lo mejor de ambos mundos; no tenían una herencia personal de tierra como la tenían las otras tribus.
i. Aquellos que son apoyados por la ofrenda del pueblo de Dios deben esperar que no tendrán lo mejor de ambos mundos; no serán ricos en esta vida, aunque si es posible, deberían vivir cómodamente. Está mal que la congregación mantenga al pastor «humilde» a través de la pobreza, y es igualmente incorrecto que el pastor esté usando las ofrendas del pueblo de Dios para vivir por encima del pueblo de Dios.
3. (25-32) El diezmo de los levitas a los sacerdotes.
Y hablo Jehová a Moisés, diciendo: Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos. Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como producto del lagar. Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón. De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Jehová; de todo lo mejor de ellos ofreceréis la porción que ha de ser consagrada. Y les dirás: Cuando ofreciereis lo mejor de ellos, será contado a los levitas como producto de la era, y como producto del lagar. Y lo comeréis en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias; pues es vuestra remuneración por vuestro ministerio en el tabernáculo de reunión. Y no llevaréis pecado por ello, cuando hubiereis ofrecido la mejor parte de él; y no contaminaréis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis.
a. El diezmo de los diezmos: Los levitas mismos no estaban exentos del diezmo. También debían dar una décima parte (y lo mejor de ellos dado como un diezmo) como ofrenda a Jehová, y el Señor se lo daba a los sacerdotes.
i. Era importante que los levitas también aprendieran a dar. Solo porque eran sostenidos a través de las ofrendas del pueblo de Dios, no significaba que estaban excusados de dar. Todos necesitamos aprender a ser dadores, porque Dios es un dador, y Dios quiere que su pueblo lo imite.
ii. De todo lo mejor de ellos: «El tributo de los levitas era de lo mejor, literalmente “su grasa” (heleb), la misma palabra usada para describir lo mejor del aceite, grano, y vino procesado en el verso 12». (Cole)
iii. «Hay una tendencia de las personas a creer que si sus vidas se invierten en la obra del Señor, entonces están exentos de contribuir a esa obra. Esto conduce a un concepto, lamentablemente cada vez más observado en nuestros días, de que el pago por el ministerio es algo merecido y es algo que debe exigirse». (Allen)
b. De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Jehová: No se nos dice si los sacerdotes debían diezmar de lo que recibían; probablemente no, porque lo que pertenecía a los sacerdotes se consideraba sagrado y no debía ser utilizado por otros fuera de las familias sacerdotales.
i. Este capítulo muestra claramente que la obligación del israelita de dar era mucho más que solo el diezmo (la entrega del diez por ciento). El israelita también tenía que dar las primicias (Números 18:12) de todos sus productos y el primogénito (Números 18:15) de sus rebaños y ganado. Estas eran porciones que iban a los sacerdotes y/o a los levitas.
ii. Dar los primogénitos del rebaño y las primicias del campo era algo arriesgado; era dar con fe. Esto se debía a que la vaca que paría un ternero o la oveja que paría un cordero podía no volver a parir. El campo que producía grano o la viña que daba uvas podían no dar mucho más. La entrega de las primicias y de los primogénitos era una manera de dar a Dios lo primero y lo mejor, y de darle a Dios la prioridad. Dios prometió bendecir esta entrega de las primicias y de los primogénitos en fe: «Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto»(Proverbios 3:9-10). Estamos tan acostumbrados a dar de lo que nos sobra —dar de nuestros excedentes— que muchos de nosotros no estamos familiarizados con el principio de la entrega de los primogénitos o las primicias.
iii. Este no era el final de las ofrendas requeridas de Israel. También se les dijo que dejaran una porción de sus campos sin cosechar para que los pobres pudieran comer de esas porciones (Levítico 19:9-10). Todos los años se exigía a cada familia un sacrificio Pascual (Éxodo 12:43-47). A veces se exigía un impuesto en el templo (Nehemías 10:32-33), o un tributo especial (Números 31:28-29).
iv. Es difícil estimar exactamente a cuánto ascendían las primicias y las obligaciones del primogénito; diferiría de una familia a otra. Pero la entrega real requerida de Israel era mucho más del diez por ciento (el diezmo).
v. Algunos dicen que Deuteronomio 12:6 habla de otro diez por ciento dado (a veces llamado el «diezmo de la fiesta»), pero en contexto, Deuteronomio 12 solo habla de a dónde llevar el diezmo, no ordena un diezmo adicional. Asimismo, algunos afirman que Deuteronomio 14:28-29 ordena un diezmo adicional cada tres años (a veces llamado el «diezmo de los pobres»). Sin embargo, puesto que Deuteronomio 14:28 habla del diezmo, y puesto que también iba al levita y no solo al pobre, es mejor entender que no se trataba de un diezmo adicional, sino de un mandato de que una vez cada tres años, el diezmo también estaba disponible para el pobre, no solo para el levita.
vi. Además de las ofrendas requeridas, a Israel se le pedía que hiciera ofrendas voluntarias. Este capítulo habla de sacrificios dados voluntariamente, de los cuales la ofrenda elevada iba a los sacerdotes (Números 18:9-11).
vii. Este no era el final de las donaciones voluntarias de Israel; también se les pedía que dieran para proyectos especiales (como la construcción del tabernáculo [Éxodo 35:4-9]) y donaciones voluntarias para los pobres.
© 2024 The Enduring Word Bible Commentary by David Guzik – ewm@enduringword.com